A los murciélagos se les ha situado en la diana por ejercer como reservorios naturales de patógenos zoonóticos que causan enfermedades como la rabia.
Una epidemia como la vivida puede hacer que salgan los peores miedos. El cine y la literatura han empleado este miedo para construir guiones donde una epidemia es el centro de la historia o la excusa de fondo.
Quizás el cambio climático no nos afectará de forma tan repentina, pero cuando pase esta epidemia sería un buen momento para revisar la estrategia de comunicación.
Cada periodo histórico ha tenido su verdugo epidémico, y casi siempre han sido los cambios ecológicos entre las comunidades humanas y el entorno los que han provocado cambios en la patogenicidad y en las enfermedades epidémicas.
Es necesario repensar muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, de nuestras escalas de valores, de nuestras prácticas económicas y culturales, en fin, de nuestra coexistencia con el resto de la naturaleza y, especialmente, de nuestro respeto por los animales no humanos.
En el caso de la pandemia de COVID-19, vuelven a estar presentes muchos factores que han marcado el recorrido de las enfermedades emergentes en los últimos cincuenta años. Un tiempo en el que el control y la prevención de todas estas patologías tendría que haber sido uno de los objetivos prioritarios de la acción sanitaria internacional.
La próxima vez podríamos enfrentarnos a un virus todavía más mortal que el SARS-CoV-2. Ahora es el momento perfecto para empezar a hacer trabajo, ahora que estamos concienciados del peligro que representa una pandemia.
La actual crisis sanitaria del coronavirus abre una serie de interrogantes sobre la forma de actuar, sobre los recursos con los que cuenta la ciencia o sobre la importancia de una buena comunicación.
Fernando González Candelas, catedrático de Genética de la Universitat de València, nos indica qué información se tiene sobre cómo afecta el coronavirus emergente a los más pequeños.
Mireia Coscollà, Santiago F. Elena, Ron Geller y Fernando González-Candelas analizan los retos científicos y sociales ante la crisis sanitaria del coronavirus.