Maria Barbal

Conozco el valle de Àssua desde muy niña, y todavía, ha estado presente hasta hace poco en las palabras de mi madre como una fuente más cierta que la propia realidad. El tesoro más pequeño son las fresas, rojas y pequeñas, que maduran hacia mediados de junio, en los ribazos umbríos de los prados o de los caminos.
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