Pósters

Comunicación en imágenes y tuits

Podríamos llamarlo MUAC: Mínima Unidad de Actividad Científica. Mucho antes de publicar un artículo es posible dar a conocer un puñado de experimentos en un contexto formal. A menudo son resultados preliminares y muchos de ellos no verán nunca ninguna otra luz. Quizá necesitarán tanto trabajo adicional que, en la versión final publicada, prácticamente no quedará ni rastro de lo que había en el póster. Para los científicos inexpertos suele ser la primera experiencia de presentación pública de resultados, una invitación al debate con desconocidos. Una especie de ritual de iniciación.

Sin embargo, mirándolo bien, literatura, en un póster, hay poca. La mínima para cumplir con los requisitos: hacer entender el trabajo hecho en un espacio reducido. El póster no va a ninguna parte si no tiene un poderoso apoyo visual: fotos, gráficos, esquemas y cualquier otro elemento que aclare el mensaje. En algunos casos, prácticamente toda la superficie del póster la ocupan imágenes con sus respectivos pies, y el mensaje escrito se reduce a un breve resumen y una conclusión. La capacidad de comunicación es principalmente una cuestión de imagen.

Entonces, ¿cuál es el papel de la literatura en esta tarjeta de presentación dimensiones A0? Hay margen para la creatividad o el talento? Creo que sí. Un póster es un ejercicio de concisión. Un resumen bien escrito siempre será más esclarecedor que un resumen escrito de cualquier manera. Un título inspirado llamará más la atención que un título cualquiera. El hilo argumental tiene que captar la atención y destacar la importancia de las imágenes. Al fin y al cabo, la imagen no es más que el apoyo del mensaje, no el mensaje en sí mismo.

Este es el talón de Aquiles del póster como género literario. Es un error muy habitual creer que una imagen incrustada bajo el encabezamiento de resultados basta para explicar un resultado científico. La relegación de la literatura a un papel secundario es la perdición de muchos pósteres que, con un esfuerzo mayor dedicado a la redacción del texto, tendrían mucha más fuerza comunicativa.

Y, todo eso, ¿dónde se aprende? ¿Dónde se aprende a ser claro con poco texto? Quizá en Twitter. Si es posible reescribir Crimen y castigo o Moby Dick en menos de 20 tuits, no hay excusa para no aplicar la misma disciplina de síntesis a los resultados de la investigación. Es solo una cuestión de tiempo hasta que los nuevos hábitos de comunicación se integren en el elemento más modesto de la cadena comunicativa de la ciencia.

Referencias
Alexander, A.y E. Rensin, 2009. Twitterature: The World's Greatest Books Retold Through Twitter. Penguin. Londres.

© Mètode 2012 - 72. Botánica estimada - Invierno 2011/12
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Biólogo y escritor (Barcelona).