Mini-revolution: Half a Century of Nanotechnology.
Nanoscience has progressed over the last 50 years from a scattered set of basic but outstanding breakthroughs to hundreds of research groups world-wide, continuously announcing the discovery of novel nanomaterials and fascinating nanodevices. Nanotechnology is becoming real; in fact, many of these advances have become part of our daily life. This article describes the basic features characterizing current research in nanotechnology and its main application sectors. In addition, this study also covers other issues like funding or public perception of this multidisciplinary field.
El prefijo nano (que proviene de la palabra griega que significa “pequeño”) equivale a la milmillonésima parte de la unidad de medida a la que acompaña. De esta forma, un nanómetro (1 nm) es una longitud equivalente a la millonésima parte de un milímetro. De forma arbitraria se define la llamada nanoescala como el rango de longitudes o tamaños comprendido entre 1 nm y 100 nm. En la nanoescala nos encontramos con átomos, moléculas, proteínas, virus, cadenas de ácido desoxirribonucleico (ADN), nanotubos de carbono, nanopartículas… Todos ellos son los nanoobjetos de interés para la nanociencia y la nanotecnología.
El término nanociencia hace referencia a las investigaciones destinadas a comprender la estructura y propiedades de materiales y objetos que presentan tamaños característicos propios de la nanoescala. La nanotecnología parte de esos conocimientos para generar materiales, estructuras y dispositivos con nuevas propiedades debidas a su tamaño nanométrico. El prefijo nano también se usa con disciplinas ya existentes, cuando se quiere enfatizar que se orientan a estudiar fenómenos en la nanoescala. De esta forma se habla de nanoelectrónica, nanoquímica, nanofotónica, nanobiotecnología, etc.
La nanociencia y la nanotecnología se han desarrollado de una manera relativamente silenciosa hasta la década de los noventa. Ha transcurrido casi medio siglo desde el visionario discurso de R. Feynman, que permitió soñar con entender y dominar la materia a escala nanométrica. El propio término nanotecnología ya ha cumplido 35 años, desde que fue acuñado por N. Taniguchi en 1974. En las últimas dos décadas, los denominados microscopios de proximidad, inventados por H. Rohrer y G. Binnig, se han convertido en herramientas habituales para observar y mover nanoobjetos. Los nanotubos de carbono, grandes protagonistas de la nanociencia, los descubrió en 1991 el investigador japonés S. Iijima. Ahora, cuando finaliza la primera década del siglo xx, somos conscientes del largo camino recorrido.
El impulso dado a las nanotecnologías ha sido más evidente durante los últimos diez años, debido a los ingentes recursos financieros que los gobiernos y empresas de los países más desarrollados han invertido para fomentar la investigación en nanotecnología y para transferirla al sector productivo. Existe la convicción generalizada de que este nuevo saber permitirá asentar un nuevo modelo económico, que quizás sea la puerta al tan anhelado desarrollo sostenible. Tampoco hay que olvidar otro factor clave: la nanotecnología generará un negocio que previsiblemente alcanzará la cifra de dos billones de euros en 2015.
De arriba abajo, de abajo arriba
Uno de los mayores problemas de las nanotecnologías es la dificultad de transferirlas a una escala industrial. Esa incorporación a las industrias se puede hacer de dos maneras diferentes. Por un lado existen procesos de tipo descendente o top-down (de arriba hacia abajo), en los que se parte de sistemas grandes para, mediante técnicas de ataque, corte, pulido, litografía, etc, obtener sistemas con partes nanométricas. Esta aproximación, por ejemplo, es la que ha permitido un incremento incesante de la densidad de transistores que se integran en una oblea de silicio. Por otro lado, la nanotecnología ofrece otra alternativa, la denominada ascendente o bottom-up (de abajo hacia arriba), en la que se parte de pequeños elementos (átomos, moléculas, cadenas de ADN, nanoestructuras…) para construir complejos sistemas capaces de realizar diversas funciones. El único sistema que funciona completamente siguiendo este tipo de procedimientos ascendentes es la vida, siendo las estructuras biológicas y sus mecanismos de funcionamiento los ejemplos a imitar en el diseño de tecnologías bottom-up.
La nanotecnología es un espacio de convergencia multidisciplinar de químicos, biólogos, físicos e ingenieros. De dicha convergencia se esperan planteamientos antes insospechados que proporcionen nuevas soluciones a problemas formulados en un gran número de sectores de aplicación. A continuación se detallan algunas propuestas de base nanotecnológica para algunos de dichos sectores.
Biotecnología y medicina
En estas áreas se están desarrollando nuevas técnicas de observación de fenómenos biológicos gracias a equipos como los microscopios de fuerzas atómicas. Además se están implantando nuevas vías de diagnóstico basadas en el uso de nanopartículas funcionalizadas (es decir, recubiertas de un material que les confiere nuevas propiedades como la de detectar el foco de la enfermedad). Estas nanopartículas, que se usan como marcadores ópticos o magnéticos para la detección temprana de enfermedades, en algún caso también pueden actuar como elemento terapéutico, destruyendo los tejidos enfermos a los que se han adherido. La diagnosis de enfermedades se podrá beneficiar del desarrollo de sensores nanoelectrónicos que realizarán un preciso seguimiento de nuestro estado de salud. Diferentes dispositivos nanoelectrónicos también se usarán para restaurar capacidades ópticas y auditivas de pacientes con pérdida de vista o de audición. También existe una fuerte investigación destinada a desarrollar sistemas capaces de dosificar la liberación de fármacos en el momento y lugar adecuados. Finalmente, los nanomateriales biocompatibles ya se emplean en la fabricación de prótesis más resistentes.
Energía y medio ambiente
Sin duda alguna estos temas han cobrado importancia debido a las evidencias del cambio climático y a las medidas de contención de este que implican la disminución de las emisiones de dióxido de carbono, la necesidad de acudir a fuentes renovables de energía, y la optimización del uso de las fuentes convencionales de energía. Otros temas, como facilitar el acceso generalizado a recursos hídricos y el control y la remediación de la contaminación, también son prioritarios en el camino hacia el desarrollo sostenible global. En el ámbito de la energía, los catalizadores nanoporosos o nanoparticulados seguirán siendo piezas fundamentales en la obtención de derivados del petróleo y en un sinfín de procesos químicos industriales. Los materiales nanoestructurados serán aplicados en células de combustible, en producción de hidrógeno y en baterías alcalinas de nueva generación. Los paneles solares aumentarán su eficiencia mediante el uso de materiales nanoestructurados (ya estén basados en silicio o en otros semiconductores orgánicos o inorgánicos). La energía eólica podrá ser más eficiente gracias a los materiales nanocompuestos (nanocomposites), que permitirán fabricar aerogeneradores de mayores dimensiones. En cuanto a la gestión de recursos hídricos, las nanotecnologías mejorarán las técnicas actuales de desalación, depuración y potabilización de agua. La detección de la contaminación se podrá efectuar de forma más rápida y eficiente gracias al uso de redes de nanosensores.
Tecnologías de la información y las comunicaciones
Estas tecnologías han sido pioneras en todo lo relacionado con la miniaturización, de forma que tanto la densidad de transistores en un procesador como la de bits en un sistema de almacenamiento de datos han aumentado varios órdenes de magnitud en las cuatro últimas décadas. Se puede decir que hace aproximadamente diez años la fabricación de dispositivos electrónicos entró en el ámbito de la nanotecnología. Se espera que este ritmo siga manteniéndose en tanto en cuanto el silicio se pueda seguir utilizando. Sin embargo, cuando las propiedades del silicio no puedan exprimirse más, se necesitarán alternativas que proporcionen las mismas prestaciones y que tengan costes similares. Sea cual sea la alternativa que se lleve a la práctica, estamos razonablemente seguros de que estará basada en los desarrollos nanotecnológicos que ahora se plantean en los laboratorios. Entre ellos podemos destacar los basados en el uso de moléculas y nanotubos de carbono como elementos constitutivos de los procesadores y las memorias del futuro. Tampoco podemos olvidar el desarrollo de las técnicas nanofotónicas para el procesado de la información. En estos casos la nanotecnología se empleará para la fabricación, con precisión nanométrica, de estructuras capaces de manipular la luz.
Industrias tradicionales
Aquí nos referimos a las nanotecnologías que se están comenzando a aplicar en sectores como la construcción, la fabricación de productos textiles, la automoción, la industria cosmética, etc. En la mayor parte de ellos, la nanotecnología aparece como suministrador de nuevos materiales que conferirán un mayor valor añadido a los productos. Por ejemplo, los nanotubos de carbono ya se utilizan como refuerzo en materiales de construcción, en algunas piezas de vehículos o en material deportivo. Distintas nanopartículas hidrófobas ya se incorporan en materiales para lograr superficies que no se ensucien ni se empañen. Se incorporan nanopartículas de plata, con propiedades bactericidas, en productos textiles o en filtros para equipos de aire acondicionado. En la formulación de pinturas y barnices se incluyen nanopartículas para aumentar la resistencia a pequeñas ralladuras. Las industrias tradicionales se beneficiarán de los nanosensores, que, incluidos en distintos materiales, permitirán conocer variables tanto del entorno (temperatura, humedad, etc.) como del propio material (grado de fatiga, aparición de defectos, etc.). Finalmente hay que mencionar que diversos materiales nanoporosos ya se emplean en la industria cosmética para dispensar sustancias, y que en este sector también se utilizan nanopartículas como bloqueante de radiación ultravioleta tanto en maquillajes como en cremas protectoras.
Euforia, miedo, precaución y control del riesgo
Con tantas aplicaciones en marcha o en perspectiva, es lógico esperar suculentos beneficios para aquellas empresas que lideren la aplicación de las nanotecnologías. Sin embargo, la llegada de las aplicaciones está condicionada por la percepción de la población sobre la nanotecnología. A lo largo de la última década se ha pasado de tener una visión positiva y esperanzadora de la nanotecnología a una situación de cierta incertidumbre sobre los posibles impactos. Este cambio de percepción se debe a la actividad de diversos grupos y organizaciones que han dado la voz de alarma sobre la proliferación de nanoproductos en el mercado y al desconocimiento existente sobre el impacto de estos en la salud de trabajadores y consumidores o en el medio ambiente. En diversos foros se ha llegado a proponer una moratoria para la comercialización de nanoproductos.
El miedo a las nanotecnologías puede retraer las inversiones y retrasar la llegada de la tan prometida revolución industrial del siglo XXI. La reacción de los gobiernos y las empresas ha sido relativamente rápida, se han puesto en marcha proyectos para estudiar el impacto real de las nanotecnologías sobre el medio ambiente, los operarios que las utilicen y los usuarios finales. Todos estos estudios son el germen de una nueva disciplina: la nanoecotoxicología. Por otro lado, se está poniendo énfasis en la aplicación del principio de precaución para minimizar el posible riesgo existente en laboratorios o centros de producción. Sin embargo, es bastante complejo gestionar un riesgo que es de una magnitud y consecuencias desconocidas. Todos los aspectos relacionados con la toma de decisiones en este nuevo contexto están propiciando los estudios en nanoética. También hay que mencionar que se ha constatado la necesidad de mejorar la formación e información sobre este tema, de forma que muchos gobiernos plantean serias iniciativas para la elaboración de contenidos educativos y materiales divulgativos accesibles a la población en prensa, museos, televisión, etc.
Por todo lo dicho, es obvio que la transversalidad de las nanociencias y las nanotecnologías trasciende las disciplinas meramente experimentales y se engarza fuertemente con la seguridad laboral, el impacto ambiental, los aspectos sociológicos y culturales, los aspectos éticos, la aparición de nuevas cuestiones legales, etc.
Mirando hacia adelante
Nadie pone en duda el papel que tendrá la nanotecnología en nuestro futuro a medio y largo plazo, por lo que es imperativo estar suficientemente preparados para ayudar a construir este nuevo paradigma científico-técnico y coliderar la transferencia a los sectores productivos y a la sociedad. Se necesita una actitud decidida para seguir invirtiendo en ambiciosos proyectos y promover mecanismos de transferencia eficientes y profesionalizados. De lo contrario, continuaremos generando una nanociencia competitiva pero seguiremos aumentando nuestro déficit comercial en productos de base tecnológica. Es cierto que la actual coyuntura económica no invita al optimismo, pero es precisamente ahora cuando se debe mantener el impulso inversor en temas punteros, como la nanociencia y la nanotecnología, y cuando se debe llevar a cabo una optimización de los recursos existentes. Tampoco se debe descuidar la formación en nanotecnología en todos los niveles educativos, desde la primaria al postgrado, poniendo en marcha programas similares a los ya existentes en otros países. A fin de cuentas la sociedad debe ser beneficiaria y cómplice del desarrollo de la nanotecnología.
El caso de España: redes autogestionadas y acciones estratégicas
Los beneficios de las nanotecnologías serán para aquellos países que lideren la investigación en nanociencia y sean capaces de transferirla al sector productivo. Pero ¿en qué situación se encuentra España? Aquí la nanotecnología se ha desarrollado siguiendo un patrón similar, con sus pros y sus contras, al de las otras disciplinas científicas, y en la actualidad hay cerca de trescientos grupos de investigación que prácticamente cubren todas las temáticas de la nanociencia y la nanotecnología.
A partir del año 2000, y bajo el impacto global de la Iniciativa Nacional de Nanotecnología de los EE UU y las políticas de la Unión Europea, los investigadores españoles se organizaron alrededor de redes como la desaparecida Red Nanociencia o la red NanoSpain. Estas estructuras contribuyeron a ejercer presión sobre las administraciones y lograron la implantación de la Acción Estratégica de Nanociencia y Nanotecnología en los Planes Nacionales de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i) de los períodos 2004-2007 y 2008-2011. Además de estas acciones estratégicas, el Programa Ingenio 2010, cuya finalidad es acelerar la convergencia científico-técnica con la Unión Europea, ha promovido la investigación en nanociencia y nanotecnología a través de los programas CENIT y Consolider. A estos esfuerzos habría que añadir el efectuado por los gobiernos de las comunidades autónomas. Con la ayuda de todos estos nuevos instrumentos de planificación y financiación se ha generando una dinámica positiva en el ámbito de la nanotecnología, que se refleja en la puesta en marcha de casi una decena de nuevos centros de investigación. En conjunto, la inversión efectuada ha permitido mejorar las capacidades de investigación del país pero son insuficientes para lograr una posición de liderazgo internacional y, además, la actual situación económica puede truncar parte del camino recorrido hasta la fecha.
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