Los clínicos han visto características tóxicas en algunos enganches pasionales particularmente intensos y hablan, con asepsia, de adicciones al sexo o al amor romántico según predominen los aspectos gimnásticos o espirituales del asunto. Las memorias de placer interpretan un papel formidable en todas las recaídas anhelantes, tanto si el gusanillo de la tentación lo enciende una sustancia adictiva como un amante abrasivo y engullidor. Unos investigadores del Albert Einstein College of Medicine1, en el Bronx neoyorquino, decidieron averiguar cómo trabajaban los recuerdos en la secuencia que lleva de la tentación a la reanudación adictiva, investigándolo en animales. Primero consiguieron convertir unas cuantas ratas en adictas a la cocaína (se administraban infusiones intravenosas de 1 mg/kg, con regularidad, al pulsar una palanca dispensadora), y después las sometían a una abstinencia taxativa. Al cabo de veinte días de frustración penitencial (y de trabajo inútil) los animales abandonaban prácticamente todos los intentos por conseguir la droga. A partir de ese momento comenzaba el experimento de verdad: recibían estimulación eléctrica breve y muy suave, intracerebral, a través de unos microelectrodos que les habían implantado en diferentes regiones neurales antes que comenzaran el ciclo adicción/abstinencia. La cuestión por resolver era sencilla: ¿reaparecerá la búsqueda infructuosa de droga (volver a presionar, enfebrecidamente, la palanca inerte) a base de activar vías neuronales asociadas al procesamiento del placer? La estimulación directa con dosis “fisiológicas” o acentuadas en el haz medial del cerebro anterior (MFB, el sistema nodal de la gratificación íntima que usa la dopamina como un neurorregulador preferente) no precipitó la recaída. Y tampoco lo hizo la estimulación de áreas cerebelosas pertinentes. En cambio, la inducción externa de ritmos fisiológicos (theta, 8 Hz) en una zona del hipocampo (el subículo ventral), precipitó inútiles acometidas sobre la palanca que comenzaban poco después de haber alimentado la “tentación” con el hormigueo procedente de los electrodos. Podemos utilizar este lenguaje porque la reinstauración anhelante (los anglosajones han impuesto el término craving para las urgencias pasionales), apareció a base de activar uno de los rincones cerebrales de la memoria y no en las zonas dedicadas al placer directo. Sin embargo el subículo tiene conexiones anatómicas con el sistema dopaminérgico del MFB y así se cierra el círculo: cuando alguna señal (externa o interna) activa recuerdos de placer muy profundo, reciente o lejano, resurge la anticipación obsesiva y la apetencia incoercible mediante la activación (glutamatérgica, por cierto) de la vía subículo-MFB. De hecho, en estudios posteriores consiguieron bloquear la “recaída” pecadora, inducida eléctricamente, mediante el taponamiento selectivo de la neurorregulación glutamatérgica. Además de abrir una nueva vía farmacológica para la corrección de las desazones adictivas más recalcitrantes, estos datos apuntan hacia aplicaciones insospechadas. ¿Estamos más cerca, quizá, de ofrecer remedios a los amantes esclavizados por las trazas que las parejas irresistibles saben dejar durante las transacciones de pieles, mucosas y sábanas que componen el caldo del comercio sentimental? Habrá que estudiarlo, enseguida, en humanos porque hay reverberaciones inacabables, no siempre festivas, en la crónica literaria y cinematográfica de las seducciones fatales. Los cambios que esta clase de novedades tecnológicas pueden acabar introduciendo en las competiciones amorosas ordinarias se adivinan sensacionales. Pero al margen de los escollos para los estudiosos de los asuntos pasionales, ya podemos predecir que las letras de los boleros y las plasmaciones más sutiles de la poesía amorosa estarán llenas de referencias neuroquímicas. 1 S. R. Vorel et al., 2001. “Relapse to cocaine-seeking after hippocampal theta burst stimulation”. Science, 292, pp 1.175-78. (Volver al texto) Adolf Tobeña. Catedrático de Psicología Médica y Psiquiatría, Universitat Autònoma de Barcelona. |
© Jan van Eyck: Eva (Políptico de Gante). Gant, Catedral de Sint Baafs. (Detall). |
© Mètode 2013 - 30. Sexo para todos - Disponible solo en versión digital. Verano 2001