El jardín de Linneo

«La pedagogía quizás es sólo, y ya es mucho,
una cuestión de estímulos»

                                      Jorge Wagensberg

Seguro que alguna vez te has preguntado qué nombre reciben algunas plantas o árboles, y al observarlas debes de haber pensado cómo se llamarían. Por eso no es extraño que un día, cuando paseábamos por el Jardín Botánico, un niño llamado Lluís se parara ante un árbol y, abriendo mucho los ojos, impresionado, preguntara su nombre. Enseguida una niña contestó que era “el árbol candelabro”. Cuando le preguntamos por qué le había puesto aquel nombre, nos dijo que claramente le recordaba un candelabro, por la forma tan curiosa de las ramas. Vicent (que es un niño muy glotón) respondió que, en cambio, a él le recordaba un tenedor. Una niña, María, dijo que se parecía al rastrillo que utiliza su abuelo en la huerta. “Pues si cada uno decís un nombre, ¿cómo lo tengo que llamar?”, preguntó Lluís mirando a todo el mundo sorprendido. Lo que haremos es darle un nombre entre todos. Para discutirlo tranquilamente nos sentamos en el suelo en corro y pusimos el nombre al árbol que estábamos viendo.

Cuando nos levantábamos para irnos, María dijo que podía haber otros árboles que tuvieran el mismo nombre, igual como su vecina y ella, que se llaman María. Todos se quedaron en silencio y de pronto Lluís comentó que podíamos ponerle un apellido. Claro, seguro que si le damos un nombre y un apellido, como nosotros, será el único árbol que se llamará así. Por tanto, esto es lo que hicimos y todos estábamos muy contentos. Sin embargo, empezamos a andar y vimos una mujer con una niña que hablaban en inglés. Vicent las miró y después dijo que aquella niña no podría entender el nombre que le habíamos puesto al árbol porque no hablaba como nosotros. Tendremos que pensar en un idioma que todo el mundo pueda comprender y que se podría llamar “el idioma de las plantas”.

 El idioma de las plantas

Este idioma lo creó Carl Linneo. Antiguamente, las plantas se denominaban de una manera muy larga y compleja, los nombres eran interminables, y el descubrimiento de una nueva especie provocaba todo un problema para darle nombre. Para solucionarlo, Carl Linneo inventó un sistema de nomenclatura binomial (bi = “dos”, nomial = “nombre”), es decir con dos partes, seleccionando un nombre para el género y otro para la especie. En cierto modo, les puso nombre y apellido a las plantas, como habíamos dicho hace poco. Los escribió en latín, que era el lenguaje que se utilizaba en su época, pero después se tomó como norma universal para que fuera entendido en cualquier parte del mundo.

Pero primero hizo un ordenamiento y elaboró diferentes grupos; dio nombre a las partes de las flores y, basándose en ellas inventó la clasificación, tan exacta que hoy todavía se utiliza. Es necesario explicar a continuación las partes de las etiquetas del jardín, y el porqué de cada cosa.

    A: Número de referencia: Es el número de identificación de la planta, es como si fuera su DNI. Las últimas dos cifras, que van precedidas por un guión, corresponden al año en el que se plantó.

B: Familia: Siempre en mayúscula, corresponde al nombre de la familia a la que pertenece la especie. La categoría de familia es una forma de agrupamiento que nos informa de su origen común, es decir, que son parientes. Se escribe en latín.

C: Nombre científico: La primera palabra indica el género, con la primera letra siempre escrita en mayúscula, y la segunda, la especie, que debe estar en minúscula. Y siempre todo en latín. También es necesario poner al final del nombre científico el nombre del autor (o su abreviatura), quién describió la planta por primera vez de manera fiable, así, todas las plantas del Jardín que tienen al final una “L” son de Linneo, fíjate y verás que se encuentra en muchas etiquetas.

D: Nombre común: Es el nombre por el cual normalmente se conoce a la planta, puede variar mucho, y desde luego no es universal.

E: Procedencia: Es el lugar de origen de la especie, aunque después se puede encontrar en muchas otras partes del mundo.

 Actividad de etiquetaje

– Nombre: Etiquetar el jardín.
– Materiales: Una cartulina, rotuladores, pegatina, un palito de apoyo y papel para plastificar.
– Destinatarios: A partir de siete años.
– Grado de dificultad: Fácil.

Una actividad muy instructiva es que los niños hagan una etiqueta científica de una planta inventada. Tienen que ponerle el nombre científico en latín, el nombre común e, incluso, pueden dibujar la planta. Esta experiencia es muy divertida porque ponen en práctica toda su imaginación y se pueden introducir algunos significados de los nombres científicos de las plantas. Cuando lo hemos hecho en el Jardín Botánico el resultado ha sido sorprendente, porque los dibujos eran muy ingeniosos y los nombres científicos aclaratorios, puesto que ponían nombres que tenían un significado basado en las características de la planta. Por ejemplo, dibujaban una planta carnívora y le ponían el nombre de “Glotonus maximus P”. Y el lugar de origen: “Cocina Grande”, y el nombre de la familia “carnivoraceae”. En cuanto al nombre común… ¡“cometodo europeo”!

Tras encontrar las respuestas a todas las preguntas planteadas, es hora de hacer la actividad: etiquetar las plantas del centro, de manera que se parezca a un jardín botánico. En primer lugar hay que tener toda la información necesaria de las plantas del centro y hacer un pequeño inventario, es decir, el nombre de la familia, el nombre científico, el nombre común, el lugar de origen, e incluso podemos darle un número de referencia. Para hacer las etiquetas recortaremos cartulinas, escribiremos lo que haga falta y le pondremos un palo para poder plantarlo en el suelo, hasta tener todas las plantas etiquetadas. En la imagen se muestra una etiqueta del Jardín Botánico de la Universitat de València.

Mª José Carrau, Olga Ibáñez, Pepa Rey, Mª Jesús Romero y Àngel Sanchis. Gabinet de Didàctica. Jardí Botànic de la Universitat de València.
© Mètode 37, Primavera 2003.

  

Una actividad muy instructiva es que los niños hagan una etiqueta científica de una planta inventada. Tienen que ponerle el nombre científico en latín. el nombre común e, incluso, pueden dibujar la planta.

© Mètode 2013 - 37. Fondo y forma - Disponible solo en versión digital. Primavera 2003
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El Gabinet de Didàctica del Jardí Botànic de la Universitat de València el componen Mª José Carrau, Pepa Rey i Olga Ibáñez.