El realismo que apreciamos en la animación de películas o videojuegos se basa en recursos sofisticados basados en la mecánica teórica y resolviendo, en tiempo real, las ecuaciones físicas del movimiento.
Laura Bassi, física mentora de Galvani, o Benjamin Franklin ya sabían que los rayos que antes fueron de Zeus eran iguales a las chispas del lomo de sus gatos.