«Belleza y verdad», de Ian Stewart

Ian Stewart Traducción de Javier García Sanz. / Crítica. / Barcelona, 2008. 368 páginas.

¿Cuántas verdades puede inventarse el intelecto humano? Infinitas. Tantas como seres humanos han existido, existen y existirán, multiplicado por el número de verdades que cada uno de nosotros somos capaces de imaginar. Mitos, religiones, ciencias, ideologías, artes, moda, literatura… En este apasionante ensayo, el profesor Ian Stewart nos relata la historia de una verdad, la de la simetría matemática, que fue cambiando de mano en mano y de mente en mente a medida que iba siendo pensada, imaginada y reinventada por los matemáticos babilónicos, egipcios, griegos y europeos. Se trata de un viaje histórico que nos retrata el lado humano de unos personajes apasionados por la resolución de ecuaciones. Sus amores, sus miedos, sus experiencias políticas, todos estos elementos llevan en volandas al lector hacia un lugar, imaginado, donde sólo existen estructuras matemáticas y en donde la abstracción llega a grados impensables. La vívida recreación de cada uno de los personajes de esta historia nos acerca de manera muy elocuente a la persona que hay tras la idea. La erudita prosa de Stewart nos acerca al ejercicio matemático de los escribas de la antigua Babilonia o al incalculable legado de Euclides y a las aventuras y desventuras de matemáticos consagrados y de personajes menos conocidos que dedicaron parte de sus vidas a desentrañar verdades de las simetrías matemáticas.

Especialmente interesante es la vida del joven Galois, revolucionario de todo el aparato matemático moderno y, a la vez, envuelto en un torbellino de activismo político contra el absolutismo borbónico de la Francia de principios del siglo xix. Aprendemos cómo su aportación fundamental, poco reconocida en vida, fue convertir la resolución de ecuaciones en un sistema más abstracto, menos ligado a los números y a los objetos con los que había nacido la matemática antigua y más relacionado con procesos de resolución y con las estructuras (grupos) de simetría. Con Galois, aprendemos, la noción de simetría comienza a tener un significado real (aunque sea, en realidad, imaginado). Y empezamos a vislumbrar las razones por las cuales dicha abstracción en forma de estructuras y grupos matemáticos supone algo bello: es la elegancia, la economía de conceptos y la posibilidad de aplicar las relaciones de simetría a multitud de problemas. Esto se hará evidente cuando Stewart pasa a explicar el modo en que la nueva matemática se ha ido integrando en la física contemporánea, en especial en la teoría de la relatividad o la física cuántica, gracias a los descubrimientos fundamentales de Lie y Killing, así como al posterior trabajo de gigantes como Planck, Dirac, Schrödinger o Einstein.

Cierran este excelente libro unos capítulos más especulativos acerca de la posibilidad de acceder a la teoría de todo, aquel sueño de Einstein que todavía aguarda, hoy en día, su desarrollo matemático. ¿Debe el mundo natural responder a una teoría unificada? Según Stewart la respuesta es positiva, si bien más desde una posición estética que científica. En realidad, no hay nada nuevo bajo el sol. La reducción de la multiplicidad del mundo a principios generales supone una dosis de belleza intelectual para la mente humana: la posibilidad de que exista un arjé común que unifique la fisis griega nos llena de satisfacción y, en esa felicidad, reconocemos la belleza. Galois, el héroe de la fantástica historia de la simetría, encontró una temprana muerte a manos de un amigo con quien se batió en duelo por el amor de una mujer. Atravesó el espejo de su realidad para encontrar una simetría trágica. La asimetría humana, esa sí que no tiene límites.

 

 

© Mètode 2011 - 65. Nano - Número 65. Primavera 2010

Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva, UV.