«El hombre que calculaba», de Malba Tahan

93-74

Tras el pseudónimo exótico, se esconde el escritor brasileño Júlio César de Mello y Souza, un enamorado de las matemáticas y del mundo árabe –aunque nunca, sin embargo, pisó ningún desierto ni palacio como los que describe en sus libros–. Se trata, ni más ni menos, del divulgador en matemáticas más conocido de todos los tiempos, con una obra fundamental, que es precisamente El hombre que calculaba (1938), editada de nuevo en castellano por la editorial RBA y en catalán por La Magrana.

Este libro es una recopilación de anécdotas, protagonizadas por Berenize Samir, un calculista persa que, de la mano del personaje que en primera persona nos narra sus peripecias, recorre caminos y palacios ayudando a todo el mundo con su prodigiosa habilidad matemática. Aunque el narrador queda reducido a un simple testigo de los maravillosos cálculos hechos por Berenize, y aunque la historia es poco más que una excusa muy simple para ir engranando los problemas que Berenize va resolviendo, el libro se aguanta, lo ha hecho desde hace tres cuartos de siglo, gracias al ingenio del autor, a su capacidad para despertar el interés del lector y motivarlo a meterse de cabeza en un campo que la mayoría encontramos más bien arduo. La manera como están redactadas cada una de las situaciones es, quizá, una de las principales claves del éxito de esta obra. El profesor Tahan –suponemos que le hubiese gustado hacerse llamar así– consigue que la chispa del misterio y el suspenso prenda cuando entendemos el problema; nos sorprendamos con la solución propuesta, que casi siempre desafía al sentido común; y finalmente nos deleitemos con la explicación del proceso deductivo que ha llevado a Berenize a repartir los beneficios de la venta de unos melones, hacer operaciones aritméticas complejas o repartir los camellos de una herencia. Y hablando de camellos, esta historia memorable narrada en el capítulo tres es la esencia del libro y, sin duda, la anécdota que ha trascendido de esta obra y de su autor, hasta erigirse en el ejemplo perfecto del placer por la resolución de problemas. No me puedo resistir a plantearlo aquí: tres hermanos reciben 35 camellos en herencia. Según la voluntad de su difunto padre, el reparto se tiene que hacer de manera que uno de ellos reciba su mitad, el otro una tercera parte y el tercer hermano, una novena parte. ¿Cómo hacer la partición si ninguna de estas divisiones es exacta?

Es un buen momento para acercarse a esta nueva edición de este libro. Me pregunto si, de acuerdo con la que es la posición bien conocida del autor, no tendría sentido revolucionar la enseñanza de las matemáticas. En Europa, en el Estado español y en nuestro país, el conocimiento de las matemáticas es deficiente. No pasa lo mismo en Asia, por ejemplo, quizá fruto de una cultura de sacrificio y repetición que nos es –nos guste o no– ajena en gran medida. Más que imponer este modelo de éxito oriental, podríamos plantearnos otro, también oriental, pero mucho más poético y sensual, basado en el misterio y el placer de las matemáticas. No lo digo yo, lo dice el propio Berenize, alter ego del profesor de Mello: sin los sueños o la fantasía, la ciencia se corrompe. Es ciencia muerta.

Manel Porcar. Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, UV.
© Mètode 74, Verano 2012.

 

 

93-74El hombre que calculaba
Un cuento oriental para descubrir las matemáticas.
Malba Tahan
Traducción de Carlos W. Villazón. RBA. Madrid, 2012. 304 páginas.

© Mètode 2012 - 74. La cala encantada - Verano 2012

Investigador de la Universitat de València (España) en el grupo de Biotecnología y Biología Sintética del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas I2SysBio (Universitat de València – CSIC) y presidente de Darwin Bioprospecting Excellence SL (Parque Científico de la Universitat de València). Entre los campos que investiga está la bioprospección en ambientes hostiles a la búsqueda de microorganismos de interés industrial, así como varios aspectos del desarrollo de la biología sintética como disciplina emergente. Actualmente es el coordinador del proyecto europeo H2020 BioRobooST que agrupa veintisiete instituciones públicas y privadas de Europa y seis socios de Asia y América con el objetivo de impulsar un proceso internacional de estandarización en biología sintética.