«Tomorrow’s table», de Pamela C. Ronald, Raoul W. Adamchak

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Tomorrow’s table. Organic farming, genetics and the future of food
Pamela C. Ronald y Raoul W. Adamchak
Oxford University Press. Oxford, 2008. 232 páginas.

A los autores de este libro les gustan los cuchillos de bolsillo, ir en bicicleta y ensuciarse las manos. También son vegetarianos y comparten dos hijos: hasta aquí llegan las coincidencias. Puestos a imaginar parejas improbables, no hay muchas que puedan superar a esta. Ronald es una experta en crear modificaciones genéticas de variedades de arroz y Adamchak es agricultor ecológico. Teniendo en cuenta lo que suele calentarse el ambiente cuando se discuten estos temas, hay que reconocer el mérito de este matrimonio.

Aquí nos presentan su punto de vista sobre cómo es posible –y recomendable– aprovechar lo mejor de ambas aproximaciones para garantizar que la humanidad podrá comer adecuadamente dentro de un par de generaciones. Como hilo conductor explican un año de su vida, mezclando información técnica con información personal y recetas. Un libro que incluya una receta de arroz mutante pegajoso con papaya transgénica tiene todo mi apoyo.

Por otro lado, algunos platos rotos le hacen perder puntos. Apenas empezar, una tabla de tres páginas resume los momentos clave de la historia de la biotecnología, desde los chinos (que empezaron a cultivar arroz hacia el 4000 antes de Cristo) hasta el premio Nobel que ganaron Fire y Mello en 2006 por el descubrimiento de la interferencia por RNA. Una lista siempre es injusta, por lo que deja fuera, pero en este caso también sorprenden las inclusiones. Por una parte, aparece Rudolf Steiner por el desarrollo de la biodinámica, una variante de la agricultura ecológica basada en elementos místicos. La inclusión de este personaje en la lista advierte al lector racionalista de que se encontrará con un libro irregular. También sorprende que los autores destaquen la fecha de 1951, cuando Rosalind Franklin obtuvo una fotografía que ayudó a Watson y Crick a determinar la estructura del DNA en 1953, y en 1953 no incluye ningún acontecimiento digno de mención.

«Cada uno de los autores destaca lo que le interesa y calla prudentemente sobre las faltas del otro»

La metáfora del matrimonio funciona, entre otras cosas, porque cada capítulo está escrito en primera persona por uno de los autores, que lo firma por separado. El único capítulo que firman juntos tiene muy poca sustancia. Así, cada uno destaca lo que le interesa y calla prudentemente sobre las faltas del otro. A parte de coincidir en que la agricultura convencional tiene demasiados inconvenientes para que sea sostenible, me quedo con las ganas de saber qué piensa cada uno sobre las limitaciones y las promesas del otro. Ambos hablan en algún momento sobre las limitaciones de la manipulación genética, pero lo único que leemos como problema de la agricultura ecológica es que, en algunos casos, el rendimiento es bajo.

En este sentido, los capítulos escritos por Ronald suenan más honrados: reconoce dificultades y admite que muchos beneficios aún deben llegar. Uno de los ejemplos que menciona hacia el final, sobre una variedad de ciruela modificada genéticamente para resistir una infección vírica muy extendida en Europa, ha progresado desde la publicación del libro, y actualmente se están terminando los trámites antes de recibir el permiso de la Agencia de Protección del Medio Ambiente americana.

En definitiva, la lectura de Tomorrow’s Table refuerza mi impresión de que hay mejores argumentos a un lado de la mesa que al otro.

© Mètode 2011 - 66. Onda verde - Número 66. Verano 2010
Biólogo y escritor (Barcelona).