¿Qué pasa con la energía?

Hacia la sociedad de la abundancia frugal

El control de la energía ha permitido a la humanidad progresar hasta llegar a la actual modernización de la sociedad. No obstante, nuestro consumo energético actual, y nuestra dependencia de los combustibles fósiles, hace más necesaria que nunca una reflexión sobre nuestro modelo para caminar hacia una eficiencia y una utilización más justa de las materias primas.

El bienestar del que goza la sociedad moderna es fruto de su historia, pero sobre todo de los incrementos obtenidos en la productividad. La humanidad ha ido haciendo el camino de mejora a base de saltos. Desde el descubrimiento del fuego hasta la implantación masiva de Internet se suceden descubrimientos que han posibilitado mejoras sustanciales en la productividad que finalmente se han convertido en más riqueza y más bienestar. Los grandes saltos a lo largo de la historia han sido el descubrimiento del fuego, el uso de la rueda, el dominio de la energía y la masificación de la información.

El precio de la energía

Para observar la importancia de la energía en esta ganancia de productividad imaginemos ahora que queremos subir un peso de veinte kilos a una altura de 500 metros. Si el peso lo cargamos en la mochila de una persona, esta tardará una hora en hacer el trabajo. Si lo medimos a precio de salario mínimo, el coste será de 5,85 €. Si ahora ponemos un mecanismo de polea con un cable y un torno, accionados por un motor eléctrico, el coste de la energía será de 0,0065 €. La ganancia obtenida será de 660 veces y aquella persona podrá destinar su tiempo a hacer otra tarea. El mismo ejemplo lo podemos poner en los desplazamientos a pie o en vehículo y así sucesivamente. Cada salto es una ganancia de productividad, cada revolución tecnológica obliga a la organización social a rehacer las relaciones de trabajo, olvidando tareas que se resuelven gracias a los logros tecnológicos y que permiten buscar otras nuevas.

El carbón fue la clave de la revolución industrial, permitió mecanizar toda la industria, mayoritariamente la textil. A partir de aquí la transformación de la sociedad desde el punto de vista organizativo fue profunda. Pero fue sobre todo el descubrimiento del petróleo y su difusión a partir de los años 1970 cuando las transformaciones fueron definitivas. El dominio del petróleo posibilitó el uso de una energía en estado líquido, fácil de transportar y aplicar, con una elevada densidad energética. Además era un compuesto que facilitaba el nacimiento de nuevos componentes químicos y farmacéuticos, como los plásticos.

«Si la rueda permitió traspasar parte del trabajo humano a los animales, la energía permitió transferir este esfuerzo a una máquina»

Gracias a la mecanización, en aumento durante años, los descubrimientos de nuevos pozos de petróleo superaban con creces los incrementos de la demanda de la sociedad, hasta que eso dejó de ser así fruto de una demanda que no ha frenado. La globalización como nueva forma de relaciones económicas entre países (proceso que arranca en la década de los años noventa) abre la puerta al consumo a nuevos consumidores, que aumentan la cifra desde los 1.200 millones que había entonces hasta los 3.000 millones actuales. La demanda de materias primas excede en gran cantidad las posibilidades de extracción y, si bien en el siglo xx los precios de las materias primas habían tenido caídas del 48%, la llegada de nuevos consumidores ha cambiado drásticamente esta tendencia y la ha invertido.

En los últimos cinco años hemos asistido a una falta de materias primas que afecta a todos los ámbitos: desde pasta de papel hasta petróleo, pasando por todos los minerales. Eso ha hecho que la elasticidad de precios de las materias primas crezca, y ha tenido como resultado movimientos de precios en forma de montaña rusa. Por lo que respecta al petróleo, las dificultades de aumento de extracción de los pozos convencionales han desplazado la producción, que tiene que satisfacer la nueva demanda mediante fuentes más difíciles, como los pozos en aguas profundas o las tierras bituminosas de Canadá, todas ellas con costes de extracción muy superiores. El resultado es un precio del petróleo que difícilmente puede bajar de
100 dólares por barril ($/b) porque el último petróleo para satisfacer la demanda, el marginal, tiene costes próximos a este precio.

La incidencia de este cambio tendencial sobre la economía no se ha hecho esperar. El hecho de que esta se haya acostumbrado a obtener ganancias de productividad gracias a un precio de las materias primas en tendencia a la baja les otorgaba el papel de gran palanca, básica en el crecimiento económico. Tan solo hay que echar un vistazo a la última recaída de la actividad mundial, cuando el petróleo pasó de un precio de 85 $/b en el 2010 hasta los 123 $/b el mes de abril 2011, para ver que la producción de las grandes economías sufrió una bajada cuando el petróleo atravesó un umbral de precio.

La energía representa en la actualidad el 10% de la economía mundial. Cualquier aumento hará muy difícil que se pueda continuar creciendo. En España el peso de la compra de energía fósil al exterior supone en la actualidad más de un 5%, mientras que durante el año 2010 era del 3,5%. La pérdida de un 1,5% de PIB hace imposible cualquier recuperación económica.

Si a eso añadimos los efectos derivados de la pérdida de riqueza de los países occidentales, por la transferencia hacia países emergentes debido a la globalización de la economía, no podremos sino reconocer que la revolución que se nos viene encima es importante.

 La dependencia respecto a los combustibles fósiles es actualmente muy elevada. La falta de materias primas en los últimos años, como es el caso del petróleo, destinado principalmente a los vehículos de transporte, hace necesario un cambio en favor del uso de energías renovables y un transporte más sostenible.

Lee el artículo completo en: La fuerza del mundo. La energía en la era postindustrial. Mètode, 73. Primavera 2012.

© Mètode 2012 - 73. La fuerza del mundo - Primavera 2012

Ingeniero industrial. Gerente de la empresa CEO L.C. Paper 1881 (Besalú, Gerona).