Mujeres investigadoras

En las últimas décadas, la integración de la mujer en elmundo universitario se ha producido de manera progresiva pero desigual. La superioridad numérica masculina ha cambiado de signo en el nivel de licenciadas universitarias(59,5% en España en el curso 2002-2003; 64,1% en la Universitat de València en el curso 2004-2005); sin embargo, la desigualdad a favor de los hombres se mantiene en otros niveles, sobre todo en los más altos. Es muy significativoque las mujeres sean un 37,3%del PDI en la Universitat de Va -lèn cia (las diferencias son más marcadas en las carreras técnicas)y que sólo haya un 19% de catedráticas, cifra que baja a un13% en las universidades españolasen conjunto. De hecho, la Universitat de València tiene una situación buena si se comparacon otras universidades, como la Politécnica de Valencia,con un 24% de plazas de PDI yun 10,6% de cátedras ocupadas por mujeres.

Un informe elaborado recientemente por FECyT (Mujer y ciencia. La situación de las mujeres investigadoras en el sistema español de ciencia y tecnología, 2005, <www.fecyt.es>)apunta que no hay diferenciassignificativas en la producción científica entre hombresy mujeres del mismo nivel profesional. Esta mismaconclusión se extrae del análisis de los datos de laCNEAI (Comisión Nacional Evaluadora de la Activitat Investigadora):las mujeres superan a los hombres en porcentaje deéxito en la franja de uno y dos sexenios y, en cambio,los profesores superan a las profesoras a partir del tercer sexenio.

«Es muy significativo que las mujeres sean un 37,3% del PDI en la Universitat de València (las diferencias son más marcadas en las carreras técnicas) y que sólo haya un 19% de catedráticas»

Curiosamente, e invirtiendo la tendencia tradicional,en España hay más mujeres que investigan que en otros países. Este hecho, que se podría considerar positivo,se trastoca al comprobar que esta diferencia puede estar motivada por la falta de una carrera investigadora y por unas condiciones salariales poco favorables.

A pesar de todo, muchas investigadoras encuestadas manifiestan que la universidad no es sexista, especialmente comparada con otros ámbitos. Atribuyen la diferenciaque se observa en cuanto al profesorado y los cargos directivos a elecciones personales, influidas sinduda por un entorno que hace que la mujer se dediquea la vida familiar más que el hombre, y se manifiestan confiadas en una mejora futura de la sociedad.

El futuro puede modificar desequilibrios, pero el pasado muestra un testimonio triste: las mujeres tienden a ser «invisibles», especialmente en el ámbito de la ciencia. Son bien conocidos –y recientemente recordados por la exposición «Científicas invisibles»– los casos de mujeres como Ellen Swallow Richards, la primera mujer que usó el término ecología; Lise Meitner, física nuclear a quien se atribuye gran parte del mérito de un trabajo conjunto que dio el Nobel al químico Otto Hahn o, igualmente, el caso de Jocelyn Bell, descubridora de los púlsares,razón por la que recibió el Nobel su director de tesis, Anthony Hewish, por citar sólo algunos casos.

La incorporación de las mujeres a la primera línea de la investigación pasa por un reconocimiento real desus méritos, por un apoyo que les permita tener una dedicación investigadora mayor y más estable, y por la promoción de modelos y políticas que puedan animar e incorporar más jóvenes investigadoras. Ciertamente, la coincidencia temporal de la saturación de las plantillas docentes en las universidades con la incorporación masiva de mujeres a los niveles superiores de enseñanza ha tenido un efecto perverso en una normalidad que no puede más que beneficiar a todo el mundo. No se trata, evidentemente, de sustituir investigadores por investigadoras, sino de sumarlas y de deshacer el prejuicio que Linda Shepherd denuncia en su libro Lifting the Veil: «Until recently, a woman scientist was an oxymoron, a contradiction in terms». Ya no es una paradoja, pero continúa siendo un ejemplo de desequilibrio.

© Mètode 2014 - 49. El árbol eviterno - Disponible solo en versión digital. Primavera 2006

Vicerectora de Investigación y Política Científica, Uni­ver­sitat de València.
Actualmente Maria Josep Cuenca no ostenta este cargo.