A la ciencia le sobra competitividad y le falta cooperación, creatividad y riesgo.
Susana Eva Martínez. Blog Mujeres con ciencia, 2014
La Declaración y Plataforma de Acción de Pequín fue aprobada de manera unánime por casi doscientos países tras la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Pequín, 1995). En este manifiesto, y resumidos en doce «esferas de especial preocupación», se establecían una serie de objetivos estratégicos para conseguir la igualdad de género; una de estas áreas era la de «educación y capacitación de la mujer».
A pesar de los esfuerzos y avances realizados, en 2015 –veinte años después de la conferencia de Pequín– ningún país había conseguido completar el programa marcado. La campaña Pequín+20 se lanzó para promover la creación de nuevas redes, fortalecer la voluntad política y movilizar a la población para alcanzar, en 2030, ese planeta 50-50.
La desigualdad de género en el ámbito de la ciencia podría percibirse como un problema anecdótico ante la gravedad de la situación en otras esferas, como la violencia contra las mujeres, la pobreza o la salud. Sin embargo, ese planeta 50-50 en 2030 guarda una estrecha relación con la ciencia. ¿Por qué?
Las mujeres tienen derecho a elegir con libertad sus estudios y su futura profesión, ignorando aquellos estereotipos que las alejan de algunos campos del saber, en particular en la ciencia y la tecnología.
Vivimos en un mundo con recursos naturales cada vez más escasos. Es preciso educar a la población en el consumo responsable y el respeto hacia nuestro planeta. Pero también es imperioso, por ejemplo, descubrir la manera de llevar agua potable a lugares con sequías prolongadas, encontrar medicamentos que traten viejas y nuevas dolencias o idear sistemas eficaces de localización de seres vivos en situaciones de catástrofes naturales. Estos avances solo pueden conseguirse invirtiendo en ciencia y no dejando a nadie de lado, en particular a las mujeres, con su creatividad, sus ideas innovadoras, su manera de trabajar y, por supuesto, sus derechos.
«En los espacios en los que se determinan las políticas científicas, las subvenciones y los contratos, tiene que haber mujeres»
Para «dar el paso» también en ciencia no solo es necesario animar a las jóvenes a emprender –si así lo desean– estudios en ciencia o tecnología; también es preciso convencer a la sociedad de la importancia de la ciencia en nuestra vida y de la necesidad de que las mujeres participen, en igualdad de condiciones, en todos los aspectos relacionados con la investigación científica y tecnológica.
Las mujeres que liderarán la ciencia en 2030 están ahora formándose en diferentes niveles. Por un lado, están las mujeres que comienzan su período de investigación científica; algunas de ellas deberían alcanzar puestos de decisión y de liderazgo en sus respectivas áreas al 50-50 en 2030. En los espacios en los que se determinan las políticas científicas, las subvenciones y los contratos, tiene que haber mujeres. Por otro lado, están las mujeres más jóvenes, aquellas que aún no han decidido qué estudios desean cursar. Es esencial dejar de lado los prejuicios y estereotipos de género para no frustrarlas. Todas aquellas que tengan deseos de aprender e ideas que proponer son imprescindibles para la investigación científica. Entre estas mujeres podría encontrarse la futura científica que descubra la manera de curar el cáncer o aquella que consiga mitigar el cambio climático…