Calidad de la imagen III

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Las aberraciones ópticas suelen incrementarse con la apertura y con la separación del rayo de luz considerado respecto del eje óptico. Así pues, podemos establecer que la mejor opción sería evitar que el sujeto principal llegué a los bordes del campo, así como cerrar tanto como se pueda el diafragma. ¿Eso quiere decir que deberemos seleccionar el número fmás alto? No, tampoco es eso… entonces ¿qué hacemos?

Pues bien, no hay una solución única. Si la hubiese, se podría programar directamente. Y el hecho es que ninguno de los programas que llevan las cámaras proporciona las mejores imágenes. De hecho, es del todo desaconsejable utilizar estos programas, ya que no sirven ni para mejorar los resultados ni –claro– para aprender a hacer fotos.

La combinación óptima de los diferentes controles de una cámara siempre tiene un margen para jugar y es una solución de compromiso que dependerá de cada situación, del elemento principal, de si se mueve o se está quieto, de la escena, etc.

Distancia al eje óptico

Empecemos considerando que a veces se puede evitar que la escena principal se acerqué a los bordes del campo y otras no. Por ejemplo, en caza fotográfica suele ser fácil, ya que el sujeto raramente llega a ellos; para entendernos, podemos decir que es una toma «central», que no significa que el animal o vegetal tenga que estar centrado (tampoco sería recomendable por razones estéticas y de composición, pero eso ya es harina de otro costal). El caso es que la zona de peor calidad –los bordes del campo– es poco importante, ya que incluso suele estar desenfocada.

En macro, la «foto central» también es frecuente cuando fotografiamos un elemento pequeño, pero no cuando captamos una parte de algo más grande; o sea, que si se trata de una flor, un insecto, etc. suele ser fácil eludir los alrededores. Sin embargo, si queremos captar un trozo de corteza, de una hoja, de lo que sea, entonces ocuparemos todo el campo fotográfico; y lo mismo suele pasar en un paisaje. Hablamos en estos casos de «fotografía a sangre».

Conclusión: las fotos de un elemento más o menos central tienen más calidad con una misma combinación óptica y mismos parámetros, que si tenemos que hacer una toma «a sangre».

DIFRACCIÓn

Es el fenómeno óptico que se produce cuando la luz pasa rozando un obstáculo opaco. Consiste en la desviación que experimentan los rayos de luz próximos al perfil del obstáculo, desviación que será especialmente notable si el borde es agudo. Ahora fijémonos en como son las laminillas de un diafragma fotográfico: ¡precisamente opacas y afiladas! Por lo tanto, producirán difracción.

¿Y por qué es perjudicial la difracción? Pensemos en una sombra: los bordes de la silueta pueden ser más o menos nítidos. Si hacemos un agujero grande en una cartulina, observaremos que queda bien definido en la proyección sobre una pared, pero si lo vamos haciendo más pequeño, veremos que llega un momento en que los bordes se difuminan: es cuando ha crecido la difracción y afecta a la imagen. Esto pasa porque, cuanto más pequeño es el agujero, más importancia relativa tienen los rayos que pasan cerca del borde. Y por eso mismo tendremos el problema con los diafragmas más cerrados.

EL DIAFRAGMA

Ya comentamos en la pasada entrega que, a medida que cerramos el diafragma, la magnitud de las aberraciones disminuye. Ahora añadimos que, en los diafragmas más cerrados, la difracción aumenta y lo hace bruscamente en los dos últimos, sobre todo en el último, en el que adquiere mucha más importancia que las aberraciones. De hecho, puede llegar a estropear totalmente la foto.

En fotografía, lo que nos interesa es que, en aperturas muy pequeñas (grandes números f), paralelamente a lo que pasaba con la sombra, se produce una difracción notable que hace disminuir la definición de la imagen. En la práctica, lo que debemos hacer siempre es eludir el más cerrado y, si no necesitamos mucha profundidad de campo, eludiremos también el segundo más cerrado.

Por tanto, la respuesta a la pregunta que nos hacíamos es que no debemos cerrar el diafragma del todo porque perderíamos mucha definición. Vale la pena tener un poco menos de profundidad de campo, pero más nitidez en las líneas.

Albert Masó, Biólogo y fotógrafo de naturaleza.
© Mètode, Anuario 2008.

 

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© A. Masó i E. Gallo
En esta macro «de motivo central» nos aprovechamos de la máxima calidad de la luz próxima al eje óptico; y por eso mismo no hay que preocuparse por la calidad en los bordes del campo. Por otra parte, tendremos que cerrar bastante el diafragma para que la profundidad de campo cubra todo el relieve… pero eludiendo los dos diafragmas más cerrados para evitar la difracción. De esta manera, el diafragma f/16 resulta óptimo porque no proporciona la máxima profundidad de campo (queda patente en algunas patas, arriba), pero sí la suficiente para dar una buena sensación de volumen, y garantiza más calidad al desaparecer la difracción.
En la imagen, araña de la cruz, Larinioides cornutus.

«Conviene cerrar el diafragma para disminuir las aberraciones ópticas pero sin llegar al más cerrado porque la difracción nos arruinaría la nitidez»

 

 

153b-53© A. Masó i E. Gallo
En esta macro «a sangre» (abajo) nos conviene mantener una buena calidad en todo el campo, de manera que, a parte de disminuir las aberraciones, podremos evitar del todo la difracción porque, como no necesitamos demasiada profundidad de campo, podremos poner tranquilamente un f/8, con el que conseguimos más poder de resolución.
En la imagen, escarabajo, Stephanorrhina guttata.

© Mètode 2011 - 53. Cartografía - Contenido disponible solo en versión digital. Primavera 2007

Doctor en Ecología y Evolución, escritor, profesor y fotógrafo de naturaleza (Barcelona).