La cuenca mediterránea es un verdadero receptor de avifauna durante los meses de otoño e invierno. Entre las aves de todo el norte de Europa que pasan estos meses en los países del sur del continente y del norte de África hay un grupo de características bastante peculiares: los anátidos. Uno de estos anátidos es el porrón (Aythya ferina, boix o morell cap-roig en catalán). El porrón es un anátido de medida mediana (unos 42-49 cm de la punta del pico al extremo de la cola y unos 67-75 cm de punta a punta de ala). En el agua presenta aspecto rechoncho, el macho de un inconfundible color marrón rojizo en la cabeza con pecho y cola casi negros y el cuerpo gris claro. La hembra tiene, como en casi todos los anátidos, coloración bastante más discreta, marrón grisáceo en el cuerpo con pecho y cola más oscuros. Los dos sexos muestran una franja azul en el pico que ayuda a diferenciarlos de cualquier otro anátido. Las parejas que eligen hacer la cría en los humedales del País Valenciano lo hacen sobre todo en las comarcas del sur, el Fondo y Santa Pola parecen ser los lugares de cría más habitual [alrededor de las 500 y las 70-100 parejas respectivamente en 1985(3)]. En la Albufera los porrones vuelven a criar después de décadas sin hacerlo, aunque el número de parejas reproductoras es aún muy pequeño [3-4 parejas en el Racó de l’Olla en 1996(2)]. Para criar, esta especie sitúa el nido bien a la orilla del agua, entre la vegetación inundada de carrizo y anea. Las eclosiones se reparten a lo largo de toda la primavera y se concentran mayoritariamente hacia junio. Con todo, esta especie es, para nuestras tierras, un visitante de otoño e invierno. Mayoritariamente se van con los primeros indicios de primavera. Los porrones que han anidado en Europa central y del norte llegan a partir de finales de agosto, aunque hasta octubre no vienen los contingentes más numerosos de invernantes. En cuanto a su estancia aquí, los porrones se reparten igualmente por aguas dulces, salobres o incluso por estuarios y bahías. El principal núcleo de invernada es la Albufera de Valencia. En el Parque Natural se reúnen cada año máximos de 1.000 o 2.000 individuos (en enero de 1987 se contaron 4.800 ejemplares). A pesar de eso se aprecia un ligero descenso del número de porrones que inviernan en la Albufera durante el periodo 1988-1999. Las causas de la migración son aún hoy motivo de investigación para muchos ornitólogos. Hay varias hipótesis que tratan de explicar qué mueve a las aves a migrar. Sin duda la mayor o menor facilidad para conseguir el alimento en relación con las condiciones climáticas representa un papel muy importante(1), pero también puede haber otras causas, como presiones entre los individuos de una especie o de especies con que comparten medio y recursos que siempre son tróficos. El lugar donde instalar un nido o un buen refugio lejos del alcance de los depredadores también pueden ser recursos escasos y limitados. El caso es que de las 589 especies de aves (excluyendo las marinas) que crían en el Paleártico, el 40% pasa el invierno en otro lugar(4). En la década de los 90 ha tomado fuerza una hipótesis sobre la que se trabaja actualmente. Según esta hipótesis la migración de una determinada especie no sería un movimiento lineal de ejemplares del norte hacia el sur sino que seguiría un modelo que han querido llamar “salto de la rana”. Según este modelo los individuos de la zona más meridional del área de cría tendrían que moverse menos para llegar a las zonas de invernada, eso obligaría a los que crían más septentrionalmente a hacer desplazamientos más prolongados hasta superar a los primeros para llegar a sus cuarteles de invierno, en la franja de más al sur(1). Sea por los motivos que sea, los porrones, como muchísimas aves más, necesitan hacer las migraciones que les traen aquí otoño tras otoño, y para hacerlo les resulta esencial que conservemos las lagunas donde pasan la época fría, lejos del norte helado. Bibliografía |
El porrón (boix o morell cap-roig) encuentra su principal núcleo de invernada en la Albufera de Valencia. |
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