IPhones para medir la capacidad de leer

El catedrático de Metodología de les Ciencias del Comportamiento de la UV, Manuel Perea

Es la primera vez que hago una entrevista por Skype. El motivo no es, ni mucho menos, la experimentación. Más bien se trata de adaptarse a la limitación geográfica que representa que los entrevistados estén a miles de kilómetros de distancia, concretamente en Japón. Manuel Perea y Carmen Moret-Tatay, ambos investigadores de la Universitat de València, forman parte de un extenso grupo de investigación internacional que ha decidido emplear las nuevas tecnologías de uso común para recoger datos científicos. La aplicación para iPhone «Science XL» permite medir la capacidad de leer de los usuarios mediante un mecanismo muy sencillo. De esta nueva herramienta de investigación hablamos en la «(e)Conversa».

«Science XL: ¡prueba tu conocimiento de las palabras y ayuda a la ciencia!». ¿Podéis concretar el lema?
Manuel Perea: Es un proyecto en el que participamos investigadores de diferentes países, con el objetivo de aprovechar la tecnología de los smartphones, los teléfonos inteligentes. En nuestro caso, pedimos a la gente que responda si algo es o no palabra, y medimos el tiempo de reacción. La idea es poder tener muchísimos datos del tiempo de reacción para cada palabra, y por eso necesitamos la colaboración de la gente, claro.
Carmen Moret: En definitiva, «colaborar con la ciencia jugando». Presentar la tarea como un juego puede resultar atractivo para los participantes, que al final del ejercicio reciben información sobre sus resultados y por tanto pueden valorar cómo lo han realizado. Además se informa de que su esfuerzo proporcionará datos para estudiar el proceso de reconocimiento visual de palabras.

Manuel Perea: «La realidad es que la gente continúa leyendo, pero ahora va más a los “muros” de Facebook que a los libros de Cervantes. Eso provoca que se empobrezca el vocabulario»

¿Qué información se extrae de medir el tiempo de reacción ante una palabra?
M. Perea: Es un índice de lo rápido que se accede al «diccionario léxico» que tenemos en el cerebro. Gracias a las pruebas realizadas mediante resonancia magnética, sabemos que hay un área del cerebro que reacciona ante la presentación de series de letras, y que el tiempo de reacción puede variar. Por ejemplo: si se presenta la palabra dehesa [la escribe en la pantalla de la conversación por Skype], el tiempo de reacción será alto. Hay diferentes variables que influyen, y una es la frecuencia de uso de la palabra.
C. Moret: Los datos de los participantes pueden aportar información muy útil sobre factores, léxicos y subléxicos, implicados en el reconocimiento visual de palabras. Y por tanto, ayudarnos a mejorar la presentación de este tipo de informaciones.

Entonces, ¿cuanto más empleamos una palabra antes la reconocemos?
M. Perea: Sí, digamos que las vías de acceso son más rápidas. Es como un efecto de repetición, a la larga. Si yo ahora mismo escribo dehesa [la vuelve a escribir] la reconocerás más rápidamente que hace un momento.

De hecho, sí. ¿Cómo surgió la idea de utilizar el iPhone como herramienta para medir la capacidad de leer?
M. Perea: Fue idea del informático Stéphane Dufau, del CNRS (Centro National de la Recherche Scientifique) de Marsella. El iPhone tiene dispositivos muy precisos para la presentación de estímulos y para la toma de tiempo de reacción. Además es un objeto estandarizado.
C. Moret: Gracias a Stéphane Dufau, centros de América del Norte, Asia y Europa han trabajado juntos para el desarrollo de esta aplicación en varios idiomas.

¿Qué es la «decisión léxica», a parte de la base de la aplicación?
M. Perea: Se trata de distinguir palabras de series de letras que no forman palabras. Es una tarea en la que se presenta una posible palabra y hay que distinguir si es una palabra real (casino) o una palabra inventada (rotico). La tarea de decisión léxica es particularmente útil y sencilla, además de un buen pronosticador de capacidad lectora. A veces es interesante no solamente tener datos de las palabras sino también de las «pseudopalabras». Piensa en el caso de privamera [lo escribe]. Lee…

Vaya…
M. Perea:
¿Ves? Lees primavera… eso es porque el cerebro primero codifica la identidad de las letras y después su posición. 

La investigadora Carmen Moret-Tatay

La investigadora Carmen Moret-Tatay.

He leído que se necesita la participación de unas 40.000 personas para que la aplicación sea efectiva.
M. Perea: Cierto. Cuantos más datos de más personas tengamos por palabra, las estimaciones serán mejores. Las medidas son más estables cuando la muestra es mayor.


Es decir: la aplicación para iPhone es en realidad un mecanismo masivo de recogida de datos.
M. Perea: En una primera instancia, sí; ahora lo que queremos es replicar experimentos que se han hecho en el laboratorio, con pocas personas pero con muchos ensayos. Estamos observando que con los experimentos hechos con iPhone se obtienen resultados muy semejantes.

Si todo va bien, se abre una puerta muy interesante en cuanto a la utilización de los smartphones, tan presentes en nuestra sociedad, como herramienta de investigación… 
M. Perea: Así es. Los smartphones pueden ser empleados en diferentes disciplinas más allá de las «palabras». Desde economía a psicología social, podemos obtener datos culturalmente diversos, y todo con la misma máquina.

Carmen Moret-Tatay: «Se trata de colaborar con la ciencia jugando. Presentar la tarea como un juego puede resultar atractivo para los participantes, que proporcionan datos para estudiar el proceso de reconocimiento visual de palabras»

El hecho de que la máquina sea la misma, sea cual sea la cultura y el idioma, ¿es una de las grandes ventajas?
M. Perea: Está claro. Es difícil comparar experimentos con diferentes procedimientos. Aquí, en cambio, las rutinas de presentación son las mismas para todos los usuarios. Se trata de un acceso a grandes muestras de población, heterogéneas, con una misma herramienta. Eso abre nuevas perspectivas.

Cuando se habla del descenso en el hábito de lectura suele culparse a las nuevas tecnologías como uno de los principales causantes. Sin embargo, su investigación utiliza las nuevas tecnologías para medir la capacidad de leer. Resulta paradójico.
M. Perea: La realidad es que la gente continúa leyendo, pero ahora va más a los «muros» de Facebook que a los libros de Cervantes. Eso sí, este hecho provoca que se empobrezca el vocabulario.

¿Por tanto si leyéramos más libros reconoceríamos antes la palabra dehesa?
M. Perea: [Risas.] …Sí, ciertamente. Dehesa y cualquier otra palabra.
C. Moret: Si acudimos a textos escritos en los «muros» seguramente encontraremos muchos errores ortográficos, gramaticales… Con todo, si se utilizan bien, las nuevas tecnologías son muy beneficiosas.

¿Se debería promover el uso de las nuevas tecnologías, en este caso los smartphones, como herramientas de investigación para que su uso no fuera exclusivamente de entretenimiento y comunicación?
M. Perea: Por supuesto, programas que sean educativos, que sean un reto y que además contribuyan a la generación de conocimiento son ideales. Hay tiempo para todo… Además, esto es tan solo el inicio, veremos mucho más y en diferentes ámbitos.
C. Moret: Es cuestión de tiempo…
M. Perea: Sí, es fácil saber dónde se empieza pero no dónde se acaba.

© Mètode 2011 - 70. Cuando se quema el bosque - Número 70. Verano 2011

Licenciado en Periodismo (Valencia).

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