Niles Eldredge

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© T. Poschman

Niles Eldredge, de espíritu inquieto, paleontólogo accidental, se ha visto en el difícil compromiso de poner peros a la teoría de Darwin. Como él explica, todo ha sido producto de un error: querer estudiar la evolución a través del registro fósil, de sus trilobites, que desde un principio se resistieron a exhibir lo que todo el mundo esperaba. Enamorado de la naturaleza y de la música, aprovecha ahora su espléndida colección de cornetas para indagar en otra evolución, la de la cultura material. Algunos de sus libros más interesantes son: Time Frames: The Rethinking of Darwinian Evolution and the Theory of Punctuated Equilibria (1985), Reinventing Darwin. The Great Debate at the High Table of Evolutionary Theory (1995) y The Triumph of Evolution… And the Failure of Creationism (2000). su último libro acaba de salir al mercado con un título prometedor: Why We Do It. Rethinking Sex and the Selfish Gene.

Niles Eldredge trabaja en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. Es conservador de la Sección de Paleontología y especialista en trilobites, un grupo extinto de artrópodos que vivieron entre 543 y 245 millones de años atrás. Nada más acabar los estudios de doctorado en la Universidad de Columbia se incorporó a la plantilla del Museo, el año 1969, pero muchos de sus compañeros ya le conocían de un proyecto de investigación del Museo en el que Eldredge había participado mientras estudiaba la carrera y que después continuó mientras hacía el doctorado. Lo más curioso es que Eldredge recuerda haber visitado el Museo cuando era un muchacho. Una vez con la escuela y unas cuantas con su tía de Nueva York. Él cogía el tren desde Westchester County y su tía le esperaba en la Estación Central, lo recogía e iban juntos hacia el Museo, donde pasaban toda la tarde.

Pero así y todo las aventuras neoyorquinas de la infancia nunca le decepcionaron; de adolescente lo que de verdad le gustaba era tocar la trompeta y las clases de lengua. Y latín era lo que tenía pensado estudiar en la universidad si no fuese porque comenzó a salir con una chica que tenía muchos amigos antropólogos. Así que dejó el latín y se puso a estudiar antropología, y de ahí al estudio de los fósiles se conjugaron las clases extraordinarias del profesor de Paleontología y su rechazo a hacer entrevistas.

La pregunta que ha obsesionado a Eldredge y a la que ha dedicado prácticamente toda su vida profesional es: ¿por qué el registro fósil no responde a la premisa de Darwin que dice que la evolución ocurre de una manera imparable y gradual?

Para resolver la cuestión, él y Stephen Jay Gould, quien más tarde se convirtió en uno de los más célebres profesores de Harvard, introdujeron en 1972 la teoría llamada de «equilibrios puntuados», también conocida bajo el nombre de jerky evolution («evolución abrupta o a saltos»), rebautizada por uno de sus acérrimos contrarios, Richard Dawkins, con la expresión evolution by jerks («evolución según los estúpidos»).

Eldredge parece relajado y contento cuando nos recibe en el mostrador de información del Museo. La barba espesa y gris le da un aspecto bonachón y amable. Antes de conducirnos a su oficina, en el inmenso pasillo de la quinta planta de la Sección de Paleontología, nos da una vuelta por el Museo y nos muestra la «Sala de la biodiversidad», una exposición que él mismo ha organizado y que recuerda al visitante la belleza y variedad de la vida sobre la Tierra.

¿En qué consistía la teoría de los «equilibrios puntuados» cuando Gould y usted la presentaron en los años setenta?
Bien, al final de la década de los sesenta Gould y yo trabajábamos en el Museo y hacíamos el doctorado en la Universidad de Columbia. Yo ya le conocía desde hacía tiempo, de cuando hacía la carrera, él iba dos años por delante en la Universidad. Yo quería investigar sobre la evolución con fósiles de invertebrados. Bien, en aquel tiempo todos queríamos hacer este tipo de investigación, porque estos fósiles son mucho más nu­me­rosos que los de vertebrados. Era fácil salir al campo y coger muestras de población y observar cómo variaban. Podíamos recoger muestras correspondientes a largos períodos de tiempo y, sobre todo, de diferentes territorios o ambientes, y mirar los cambios. Eso último gracias a la biología de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, que se había percatado de la importancia de la variación geográfica y del aislamiento en la evolución. Pues bien, allí estábamos nosotros, tratando de documentar los patrones de cambio, y lo que encontramos, lo que encontré, al menos con mis trilobites al final de los años sesenta, es que no cambiaban a medida que pasaba el tiempo… Yo estaba asustado. Los fósiles permanecían prácticamente iguales, y le juro que tuve miedo, porque yo escribía entonces la tesis doctoral…

Y pensó que se quedaba sin tesis…
¡Claro! ¡Para la tesis necesitaba resultados positivos! Se supone que la evolución ofrece algún tipo de cambio a lo largo del tiempo. Y yo trabajaba con millones de años y no encontraba ningún cambio fundamental, o muy poco cambio. ¡Daba miedo!
En concreto, yo estudiaba los ojos, y me percaté de que sí que había cambios a medida que pasaba el tiempo, pero que lo que pasaba era que los trilobites continuaban estables y que, de pronto, se producían cambios rápidos relacionados con la geografía. ¡La geografía es crucial! Me refiero al concepto de especiación geográfica. Darwin ya jugó con este concepto, pero de alguna manera se apartó de él. Es un concepto que se resucitó en los años treinta en EUA. Sin aislamiento tienes pocas probabilidades de lograr cambios, pero pueden surgir especies nuevas si se producen separaciones dentro las poblaciones, y eso normalmente se consigue geográficamente. Y esta idea sí que se ajustaba a mis datos. La única novedad que yo introducía era que después de producirse la separación y la evolución de las nuevas especies, éstas no cambiaban demasiado. Es decir, se producía un equilibrio.

¿Y cómo ha evolucionado esta teoría durante los últimos treinta años?
Han pasado muchas cosas. Hubo grandes discusiones en los años ochenta. Pero pienso que lo más emocionante está pasando ahora. Yo ya lo vi en los ochenta, pero tuve miedo de abrir la boca. Porque no solamente eran mis trilobites, sino todo lo que estaba dentro de la misma fauna lo que continuaba prácticamente estable con el paso del tiempo. Y cuando las cosas cambiaban, todo parecía cambiar al mismo tiempo. O sea, era un cambio que afectaba a todo un ecosistema. Y ahora comenzamos a ver que hay una sucesión de faunas a medida que uno avanza en el tiempo, y que en la historia de la vida hay una tremenda estabilidad, pero que de vez en cuando, normalmente por causas medioambientales, se consigue una especie de umbral, y entonces hay una gran extinción y en seguida una rápida evolución, que después se para, y entonces una nueva fauna hace acto de presencia.

¿Y cómo se ajusta eso a la evolución de los seres humanos?
Muy bien al principio, y no tan bien más adelante. Y le explico por qué. Hace 2,5 millones de años se produjo un enfriamiento del planeta. África, durante un período de trescientos mil años, empezando hace 2,8 millones de años, se volvió algo más fría y, sobre todo, más seca y, posteriormente, alrededor de 2,5 millones de años atrás, se rozó el límite. Los bosques húmedos comenzaron a transformarse en praderas, en sabanas abiertas. Con la repentina –hablo en términos geológicos– transformación del medio ambiente, algunos de los animales fueron capaces de sobrevivir, pero otros se extinguieron y aparecieron otros nuevos. Los seres humanos formamos parte de este último escenario, porque antes de esto estaba el Australo­pithecus africanus, pero el australopitecus desapareció y lo que hay al otro lado es una forma avanzada que dará lugar a nosotros, y también otro tipo de protohumano, que vivió hace cerca de un millón de años, que comía solamente vegetales y superficialmente se parecía más a un gorila, pero que se extinguió. Aquí hay un buen ejemplo de cómo le va la teoría. Porque el próximo escalón fue Homo erectus, que comenzó en África alrededor de la época de la primera glaciación. Y esta especie permaneció bastante estable alrededor de casi un millón de años, y entonces fue cuando los humanos comenzaron a extenderse por Europa y Asia. Esta especie tuvo mucho éxito y construyó herramientas bellísimas.
Pero la cultura ha pasado a dominar. La cultura domina la vida humana desde las herramientas de piedra. Nuestros patrones de desarrollo se han disociado, diría yo, del medio ambiente. Con la invención de la agricultura hace diez mil años, las personas ya no vivimos dentro de ecosistemas, al menos no como acostumbrábamos a hacerlo antes.

 

«La cultura ha pasado a dominar. La cultura domina la vida humana desde las herramientas de piedra. Nuestros patrones de desarrollo se han disociado, diría yo, del medio ambiente»

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En su libro Reinventing Darwin he leído sobre el conflicto entre ultradarwinistas y naturalistas a la hora de interpretar la evolución de la vida sobre la Tierra. ¿Continúa existiendo este conflicto?
Sí, ¡la polémica continúa!

¿Cuáles son los principales puntos de desacuerdo entre las dos comunidades científicas?

El principal punto de desacuerdo es que los ultradarwinistas –gente del tipo de Richard Dawkins– creen que la evolución consiste exclusivamente en la transmisión de los genes de una generación a la otra, y que el único objetivo de vivir es sobrevivir a fin de hacer más hijos que el vecino. Y lo que nosotros decimos es que eso no es cierto. La reproducción es importante. Sin ella la vida se habría acabado hace miles de millones de años, está claro. Pero la vida consiste también en vivir, y nosotros vivimos la mayor parte de nuestra vida sin tener en cuenta la cuestión de la reproducción. Decir que la base del comportamiento sexual humano es hacer criaturas es ridículo, porque en el caso de los humanos el sexo ha quedado desligado de la reproducción. Desde luego que necesitas el sexo para tener niños, pero la actividad sexual tiene sentido por sí misma y está estrechamente vinculada a los diferentes papeles o funciones económicas de los individuos. El sexo toma otro significado en la vida humana que va más allá de la reproducción, mientras que si miras un arce o un león el sexo es solamente reproducción. Yo creo que los sociobiólogos y los psicólogos de la evolución han adoptado un modelo equivocado cuando dicen que, en última instancia, toda la actividad sexual humana se puede entender desde el punto de vista de la reproducción. ¡Está claro que no!

Entonces, ¿usted está de acuerdo con los ultradarwinistas cuando hablan sobre el resto de seres vivos, pero no cuando hacen referencia a los seres humanos?
Sí, en el caso de los animales estoy de acuerdo. Aunque hay un tipo de chimpancé, el bonobo, que presenta un comportamiento sexual que parece que tiene mucho que ver con el proceso de socialización y no solamente con la reproducción. O sea, que tenemos un pariente próximo en el que esto parece ser tan cierto como lo es para nosotros.

En una entrevista que E. O. Wilson concedió recientemente a Métode, el padre de la sociobiología y también célebre profesor en Harvard comentó que Stephen Jay Gould nunca había hecho ninguna contribución científica original y sustentada en pruebas. ¿Qué opina usted, de estas declaraciones?
Estoy totalmente en desacuerdo con Ed Wilson. Ed Wilson es uno de esos tipos que está obsesionado por los genes. Y es una lástima, porque sabe mucho sobre especies y ha hecho un buen trabajo con las hormigas. Pero si opina eso de Steve, y por extensión de mí, entonces yo opino lo mismo de él… ¡Odio esta cara de la ciencia!

Pero me imagino que hay algo que los naturalistas, como usted y Gould, y los ultradarwinistas comparten: la lucha contra el creacionismo…
¡Rotundamente!

Durante los últimos meses he leído en el diario que algunos pueblos y ciudades de EUA han decidido prescindir del concepto de evolución y optar por el creacionismo en las clases de biología. ¿Quiere decir eso que un municipio puede decidir el contenido de lo que se enseña en la escuela?
Cada estado es diferente. Sin embargo, en general, hay mucha flexibilidad a la hora de decidir qué se enseña en la escuela. Hay mucha presión política a escala local. La mayoría de los profesores de biología de secundaria hacen un buen trabajo y explican el concepto de evolución a los alumnos. Pero están los consejos escolares, que son gente votada por el pueblo. La mayoría de los miembros de los consejos no son educadores, y la mayoría son gente políticamente activa, con opiniones muy fijas, y de derechas. Eso del creacionismo es una cuestión política. No es ni tan sólo sobre religión. Tiene que ver con los valores conservadores, en general. Y mientras se mezcla con el concepto de evolución, porque la gente tiene tendencia a pensar –los cristianos conservadores, sobre todo los protestantes, pero también algunos católicos y algunos judíos ortodoxos–, que la evolución de alguna manera va en contra de la Biblia, y que si hay alguna cosa de la Biblia que puedes poner aparte, eso significa que no crees en la Biblia, que cuestionas la verdad de la Biblia, de todo el documento entero. Por lo tanto, ellos, como cristianos conservadores que son, no quieren que eso pase. Sin embargo, sobre todo, lo que ellos quieren es conservar el derecho a decidir qué se enseña a los niños, y aquí es cuando entramos en el ámbito político.

¿Y cuándo comenzó usted a interesarse por el creacionismo?
En los años ochenta. Ronald Reagan era presidente de los EUA. Un presidente muy conservador. Otro estilo de conservadurismo que el de esta gente que tenemos ahora. Reagan era anti big business. Bush no es anti big business [y ríe ruidosamente]. Reagan era más del estilo de «poder para el pueblo», pero desde la derecha. O sea que la lucha contra la enseñanza de la evolución tomó un tono muy político. Se convirtió en una cuestión de «es necesario que la gente sea capaz de decidir localmente qué deben aprender sus hijos». Pero es un problema que aparece y desaparece en los EUA probablemente desde finales del siglo xix. Nunca se va del todo. A veces irrumpe a escala nacional, y todos se enteran, y después desaparece una temporada. Ohio es un estado que ha tenido muchos problemas, creo que Wisconsin también, y hace un par de años hubo conflictos en Kansas. Estalla en todas partes.

He leído que en su opinión estamos cerca de una sexta extinción. Otros científicos son más optimistas, como Wilson…

Wilson fue quien dijo que cada año desaparecen 30.000 especies, y yo no veo que estemos parando eso. ¡No sé por qué se ha vuelto tan optimista! Fue uno de los primeros que identificó el problema y creo que tiene razón.
Mira, tenemos un presidente que no quiere firmar ningún tratado de protección del medio ambiente. Los ecologistas lo están pasando peor que nunca. Yo no he escuchado que se hayan dejado de talar los bosques tropicales. África tiene problemas muy graves. El planeta está superpoblado, el crecimiento de la población se tiene que frenar, pero ni mucho menos se estabiliza. Tenemos pobreza, enfermedades… Todo esto perjudica terriblemente el medio ambiente. Tenemos una serie de empresas que se dedican a la tala indiscriminada de bosques, pero también tenemos gente que se va al bosque a recoger leña para poder hacerse la cena y tener un poco de luz de noche. El sistema biológico recibe presión humana de todos los lados. Una tercera parte de los habitantes del planeta no disponen de agua potable. ¡Son cosas horribles! El río Misisipi pierde caudal, y está contaminado con fertilizantes. Hace un par de años leí que buena parte de las pesqueras están agotadas. Y no he oído nada de que ninguna de estas cosas haya cambiado en los últimos años. ¡No entiendo por qué Wilson es optimista!

En cualquier caso, si estamos cerca de una sexta extinción, ésta es muy diferente a las anteriores…
Sí, es muy diferente porque la provoca una especie, la nuestra, mientras que todas las anteriores fueron físicas.

¿La palabra «físico» incluye los bólidos que menciona la literatura?
Sí, físico en contraposición a algo que tiene lugar en el interior de los sistemas biológicos. Pero ahora somos nosotros. Nosotros somos una especie biológica y estamos transformando el planeta.

¿Y sabemos mucho de estas extinciones?
¡Sí! Eso es de lo que más saben los paleontólogos de invertebrados. La peor de todas fue hace 245 millones de años, cuando alrededor del 96% de las especies desaparecieron en un período de tiempo relativamente corto. La causa aún se discute. Al principio se pensó en el impacto de un bólido, pero hace diez años se comenzaron a apuntar otras razones. Los últimos descubrimientos, sin embargo, indican que quizá la Tierra recibió un gran impacto.

¿Y no puede ser que las extinciones ocurran por causas dinámicas internas de la Tierra, que la Tierra necesita reordenarse ella misma?
Yo creo que la Tierra no necesita nada. Hay procesos internos, como las celdas de convección causadas por el flujo del calor del centro de la Tierra, que es un mecanismo que tiene unos efectos muy importantes en la distribución de las corrientes, los cuales, a su vez, tienen unas consecuencias enormes sobre el clima. Pero más allá de esto, no hay ningún mecanismo que la Tierra necesite. En la Tierra hay vida, y si no se la molesta, estará más o menos como nos la encontramos. Pasarán millones de años y habrá algunos cambios, pero nada semejante a los cambios provocados por el impacto de los bólidos.

¿Y qué hay de la radiación cambriana? ¿Realmente existió o es un artefacto del registro fósil?
¡Está claro que existió! Antes de la radiación cambriana todo lo que había eran organismos microscópicos. Hubo una fase preliminar donde había seres de cuerpos blandos, una especie de esponjas. Pero los organismos que conocemos hoy, la versión primitiva de estos organismos, como mis trilobites, desaparecieron entonces. Hablo de vida multicelular, de lo que es tan grande que lo puedes distinguir a simple vista. La vida comenzó hace unos 3.600 millones de años y durante tres millones de años fue microscópica, no había organismos en el sentido en que hoy pensamos en los organismos. De pronto, más o menos hace 500 millones de años, comienzan a surgir organismos con esqueleto. Hubo un cambio radical en la química de los océanos, la cantidad de oxígeno subió hasta el nivel suficiente para mantener este nuevo tipo de vida. Y la vida reaccionó instantáneamente. No hay ninguna prueba que demuestre que hubo una extinción. Pero hubo un cambio físico fundamental en el medio ambiente y una cosa que ocurre con la evolución es que tan pronto como las oportunidades se dan, la vida se aprovecha. Pero no cuando el mundo está repleto de organismos vivos, entonces no hay muchas oportunidades para que pase algo, no hasta que no se reorganice la partida, se expulsen muchos de los jugadores y cambien las condiciones –como en África hace 2,5 millones de años– y entonces algunos de los organismos sobreviven y otros no. La evolución se pone en marcha, y ocurre muy, muy rápidamente. ¡Es impresionante!

   «Creo que los sociobiólogos y los psicólogos de la evolución han adoptado un modelo equivocado cuando dicen que, en última instancia, toda la actividad sexual humana se puede entender desde el punto de vista de la reproducción»
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«Wilson fue quien dijo que cada año desaparecen 30.000 especies, y yo no veo que estemos parando eso»
Nada que ver con un cambio gradual…
¡No! El modelo antiguo que tenemos, el modelo que gusta a los tipos como Dawkins, y como Wilson debo decir [y sonríe], es que a medida que pasa el tiempo, y poco a poco, las cosas cambian. Las fantasías de Wilson y Dawkins sobre la manera como los organismos evolucionan no tienen nada que ver con estos acontecimientos que acabo de explicar. Pero los sistemas de Wilson y Dawkins no habrían evolucionado si no fuera por estos grandes cambios medioambientales. Pero ellos no lo quieren ver.

¿No será que hay un problema de comunicación?
Sí, es un problema de comunicación. Porque la diversidad del conocimiento nos ha conducido al descubrimiento de cosas maravillosas, pero hoy en día está impidiendo el progreso. Ya hace unas cuantas generaciones que los cursos de biología y geología están completamente separados, todos se especializan, y si uno estudia genética, ¿cómo puede al mismo tiempo aprender de fósiles? Y ahora tienes toda clase de divisiones dentro la biología, que se corresponden con diferentes edificios en el campus, todos compitiendo por los fondos, por el dinero, no les gusta hablar unos con otros, y no se cono­cen.
Y creo que muchas de las cosas que Dawkins y Wilson dijeron eran el resultado de una especie de celos, no de gente como yo, sino de científicos de la rama de la biología molecular, para que de pronto los genéticos dejaran de ser el centro de atención y los biólogos moleculares pasaran a serlo. Y entonces urdieron esta versión genética «dura» de la evolución. Sencillamente para compensar el hecho de que todo el dinero, todos los recursos y todo el prestigio fuesen a parar a estos nuevos científicos, que tenían todas estas máquinas nuevas y que descubrían cosas maravillosas sobre la biología molecular de los genes.

A mí me parece que, además, los genéticos no hablan con los paleontólogos de igual a igual.
Es verdad. Pero yo he montado un grupo de trabajo con genéticos –somos diez, cinco genéticos y cinco paleontólogos–, cuyas premisas son, en general, lo que sabemos sobre genética y su relación con el mundo natural y la evolución es básicamente cierto, no es una verdad perfecta, pero no hay nada que lo sea; y que lo mismo se puede decir de la paleontología. No obstante, hay muchas inconsistencias, muchas paradojas y contradicciones. Y debemos averiguar por qué. Ya hace una buena temporada que trabajamos y ya tenemos conclusiones. Hemos escrito un artículo que se publicará en el número de Paleobiology que va dedicado a la memoria de Stephen Jay Gould, y genéticos y paleontólogos nos hemos puesto de acuerdo. Estoy muy contento. Podemos explicar la presencia de mucha variedad genética potencial y como es que ésta no llega a traducirse.

¿Y qué nos queda de Darwin?
Ahora mismo preparo una exposición sobre Darwin. Todos estos libros que ves abiertos sobre la mesa son cuadernos de anotaciones de Darwin. Estoy impresionado. Me he percatado de que Darwin, de alguna manera, comprendía el concepto de equilibrios puntuados.

¿Dijo alguna cosa sobre el concepto de estabilidad?
Darwin destruyó el concepto de especie como entidad estable para desarrollar la teoría de la evolución. Él había estudiado fósiles de mamíferos de América del Sur y había encontrado, por ejemplo, un animal enorme con una gran coraza y había hecho la siguiente reflexión: aquí tengo un fósil gigante de armadillo y aquí tengo un armadillo moderno. ¿Qué pasa aquí? Solamente los puedo encontrar aquí y esto es una especie de secuencia. También observó los patrones de cambio de una isla a otra de las Galápagos, y captó correctamente lo que pasaba con los pinzones. Darwin ya vio la importancia del aislamiento geográfico. También estaba muy interesado en dos especies que él llamaba avestruces, que tenían una distribución geográfica que se solapaba ligeramente aunque, en general, se sustituían la una a la otra. Darwin iba atando cabos. habían patrones recurrentes en la naturaleza que sugerían que, a medida que viajas en el tiempo y en el espacio, especies diferentes tienen conexiones entre ellas. Y él se preguntaba cómo podían explicarse estas conexiones.
Pero la gente que observaba la naturaleza fiándose de su sentido común, sin tener en cuenta sus ideas religiosas –al fin y al cabo en aquella época todos eran creacionistas–, y los verdaderos científicos estaban convencidos de la aparente estabilidad de las especies. ¡Porque son muy estables! Aquí está el truco. Así mismo, Darwin decidió apartarse de eso y hablar de una gradación de series entre variaciones dentro de las poblaciones, entre las poblaciones dentro de las especies, y entre las especies. Lo que Gould y yo dijimos es que si miras la naturaleza, los antiguos naturalistas tenían razón. Los organismos son increíblemente estables, aunque sí que evolucionan. Lo que pasa es que cuando lo hacen, lo hacen rápidamente.
Pero Darwin, de alguna manera, debía ir más allá de las cosas que veía para poder establecer una verdad más grande, que era que la vida había evolucionado. Creo que eso es lo que le pasó. Pero cuando lees sus primeros cuadernos, encuentras muchas cosas sobre la estabilidad de las especies, especialmente en el espacio.

¿Y qué hay de la evolución cultural? ¿Qué opinión le merecen los «memes» de Dawkins?
Dawkins tiene los «memes» como algo que puede ser seleccionado. Estos hombres, de verdad, no piensan en nada que no sea la selección natural. Evolución, para ellos, es solamente selección natural. Pero yo defino la evolución como el destino de la información transmisible en un contexto económico. ¿Necesitamos el concepto de «memes»? Yo creo que es irrelevante.

Antes de despedirnos me comenta que le sorprende que Wilson haya dicho eso de Gould, que Gould era un buen científico, y que él nunca habría hablado de esta manera de Wilson. «Y Wilson ya está muy mayor… Espero que cuando yo me haga mayor, no empiece a hacer cosas de ese estilo. Porque, en definitiva, lo único que pasa es que Wilson no está de acuerdo con las ideas de Gould y mías. Hay desacuerdo, pero eso no significa que una de las partes no haga ciencia de calidad. Esta gente de Harvard –Gould, Wilson, Lewontin–, de verdad, ¡se dan demasiada importancia!»

Carme Pastor Gradolí. Departamento de las Ciencies de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias, Instituto Tecnológico de Massachussets, MIT (Boston).
© Mètode 42, Verano 2004.

 

«Pero Darwin, de alguna manera, tenía que ir más allá de las cosas que veía para poder establecer una verdad más grande, que era que la vida había evolucionado»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© Mètode 2012 - 42. Noticias de otros tiempos - Disponible solo en versión digital. Verano 2004

Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y planetarias, Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT (Boston).