«Defensar la ciència dintre de la raó», de Susan Haack

92-74

Defensar la ciència dintre de la raó es el libro más interesante y completo que he leído sobre filosofía de la ciencia en mucho de tiempo. Forma parte, con Els secrets del que és viu de Michel Moranges, de una nueva colección de Publicacions de la Universitat de València llamada «Pensament científic» que, con estos inicios, arranca con muy buen pie.

Y sin más preámbulos pasemos al libro, que no se limita solo a las cuestiones de epistemología de la ciencia, sino que trata cuestiones de sociología, con lo cual sitúa a la ciencia en su contexto social, da respuesta a los sociólogos críticos de la ciencia y completa las propuestas de los filósofos de la ciencia. Y todo esto lo hace con un estilo directo y claro («la claridad es la cortesía del filósofo», como decía Ortega), con pinceladas de humor y con muchos ejemplos de historia de la ciencia, que ilustran su análisis. El resultado es un libro estimulante y accesible y, a la vez, riguroso (32 páginas de bibliografía son una muestra) y de gran alcance temático y físico.

Repasemos lo que el lector puede encontrarse en el libro. En el prólogo la autora se sitúa entre el cientificismo y el cinismo. En el primer capítulo muestra la ciencia como un refinamiento de la experiencia cotidiana (posición defendida antes por autores como Bernal o Ziman, que no menciona), que hace conjeturas, comprueba si resisten las evidencias y las juzga antes de aceptarlas. Utiliza la metáfora del crucigrama, donde las pistas son como las evidencias experimentales y las entradas que se cruzan, como las razones. En el segundo revisa sistemáticamente lo que ella, irónicamente, llama «viejo deferencialismo», es decir, Popper, Reichenbach, Kuhn, Lakatos, Feyerabend y tutti quanti. En el capítulo tercero aborda el tema crucial de la evidencia científica, más amplia que los datos, y lo ejemplifica con las evidencias para la doble hélice. Muestra cómo la comunidad científica extiende el alcance de la evidencia más allá de cualquier individuo. En el cuarto habla de la ciencia como investigación empírica sistemática, con muchos rasgos en común con la cotidiana, y destaca la importancia de las ayudas científicas, que no son solo los instrumentos de observación. En el capítulo quinto argumenta que la ciencia tan solo puede tener éxito si hay un mundo real susceptible de ser conocido, posición que llama «realismo modesto» y que contrapone con aquellos que dicen que la naturaleza es una construcción. En el sexto afirma que las ciencias sociales también son investigación empírica sistemática, pero con un contenido diferente y teniendo en cuenta la intención (las creencias y metas de la gente para explicar sus comportamientos).

En los siguientes capítulos se adentra en temas no habituales de la filosofía de la ciencia. Así, en el séptimo cuestiona el programa fuerte de Barnes, el radical de Collins y el etnometodológico de Latour, por su relativismo, que socava sus aspiraciones de verdad, al mismo tiempo que acepta que la ciencia es una institución social dentro de una sociedad con la que interactúa. En el capítulo octavo nos habla de la retórica de la ciencia, diferenciándola de la literatura, y muestra que la terminología es otra ayuda de la investigación que varía cuando esta avanza. En el noveno aborda el tema de qué testimonio científico es aceptable en un juicio y el problema que se plantea cuando, como es usual, hay testigos expertos contradictorios. En el capítulo diez aborda el tema de la ciencia y la religión, hace referencia a los conflictos históricos entre ellas, así como a los más recientes (creacionismo y diseño inteligente) y cuestiona los intentos de reconciliación entre las dos. En el capítulo undécimo muestra los valores de la ciencia: epistemológicos (amplifica nuestra capacidad intelectual), éticos (la integridad científica) y estéticos. Muestra que las evidencias tienen poco que ver con la raza, el género o la civilización, cuestiona una ciencia con adjetivos (ya sean estos nazisoviéticafeminista o progresista). Pero deja sin responder la cuestión que plantea sobre si la ciencia nos puede decir algo sobre los valores. En el último capítulo, el decimosegundo, cuestiona el final de la ciencia profetizado por autores como Spengler o, más recientemente, por Horgan, al tiempo que recuerda que regímenes totalitarios o teocráticos pueden suprimirla, como ya pasó con la ciencia árabe o la china.

En resumen, un libro de lectura muy recomendable para científicos y profesores de ciencia (el premio Nobel Weinberg recomienda leerlo), para investigadores de la educación científica y, también, evidentemente, para filósofos y sociólogos de la ciencia. Además, esta edición presenta una muy buena relación entre calidad, cantidad de páginas y precio.

 

Jordi Solbes. Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales, UV.
© Mètode 74, Verano 2012.

 

 

92-74Defensar la ciència dintre de la raó
Entre el cientisme i el cinisme
Susan Haack
Traducción de Neus Andreu.
Publicacions Universitat de Valencia. València, 2011. 488 págines.

 

 

 

 

 

«El libro no se limita solo a las cuestiones de epistemología 
de la ciencia, sino que sitúa la ciencia en su contexto social, da respuesta a los sociólogos críticos de la ciencia y completa las propuestas de los filósofos de la ciencia»

© Mètode 2012 - 74. La cala encantada - Verano 2012
Doctor en Física y catedrático de universidad de Didáctica de las Ciencias Experimentales de la Universitat de València (España). Investiga en didáctica de la física, en formación del profesorado de ciencias y en pensamiento crítico y cuestiones sociocientíficas en la educación científica.