La medición del mundo (Die Vermessung der Welt) es el título de la traducción castellana de la reciente novela del joven escritor Daniel Kehlmann (Múnich, 1975), que se ha convertido en un notorio éxito de ventas en Alemania. La narración, aliñada de inteligencia, ironía y mucha ficción, reconstruye las vidas y trayectorias científicas del naturalista Alexander von Humboldt y del matemático Karl F. Gauss, obsesionados por medir el mundo. El autor, a pesar de los antagonismos vitales existentes entre un viajero impenitente y un sedentario de gabinete, los asocia en la narración, manufacturando una peculiar historia de vidas paralelas a partir de un encuentro esporádico en Berlín en 1828. Este encuentro, lleno de extravagancias, permite a Kehlmann entrelazar un relato en el que va alternando capítulos referidos a la respectiva carrera científica de dos de los más caracterizados representantes del volk alemán. Al mismo tiempo, va componiendo un retrato irónico de los personajes que muestran sus grandezas y sus debilidades, sus obsesiones e, incluso, sus alucinaciones. Kehlmann enmarca los dos personajes en el contexto intelectual de la Ilustración (Kant, Goethe, W. von Humboldt, Daguerre, Franklin, Werner, Jefferson, Mutis, etc.), cuando la ciencia se enfrentaba con renovadas perspectivas a un ingente campo de investigación. Obviamente, la medición del mundo era una empresa admirable de la razón y de las luces que arrinconaría el desorden y la ignorancia. El autor sorprende al lector con una entretenida historia sobre la medición física y matemática del mundo en la que va mezclando los hitos más destacados de estas dos personalidades de la ciencia. Kehlmann quiere desmitificar las sacralizadas figuras de los dos mundimensores, humanizar las complejas relaciones de los sabios con sus entornos o reseñar los contrastes entre los rigores temerarios de juventud y sus provectas decadencias. Más allá de las etapas de los viajes de Humboldt o de las explicaciones matemáticas de Gauss, Kehlmann profundiza en la peripecia humana de los dos genios y en su distancia y aislamiento de la sociedad. A lo largo de la narración, encontramos un particular interés por novelar las actitudes psicológicas de los sabios, incluso cuando Gauss empezó a ser superado por sus interlocutores o cuando los ayudantes de Humboldt ya medían con mayor precisión el Volga. Un argumento central del libro es que ambos eran genios raros y extraños, casi incapaces para relacionarse con el entorno, razón por la que las personas con las que convivían manifestaban continuamente su perplejidad ante su comportamiento; buena parte del humor y de la ironía del libro nace precisamente de este contraste. No obstante, a medida que avanza la novela, esta primera impresión va siendo matizada, y al fin parece que Gauss y Humbolt eran más humanos que sus interlocutores. La asociación novelada de Gauss y Humboldt permite a Kehlmann mostrar el antagonismo entre los dos científicos y las complementariedades de los resultados de la libertad de movimiento y la libertad de pensamiento. Mientras Alexander von Humboldt fue el viajero por antonomasia (recorrió España, atravesó la América hispana, escaló el Chimborazo o exploró Rusia), Gauss –sin moverse del Observatorio de Göttingen– desarrolló valiosas herramientas de análisis matemático y geometría diferencial, así como en el campo del magnetismo y de la óptica. Sin embargo, mientras que las mujeres no existían para Humboldt, Gauss era un donjuán empedernido. Cuando Humboldt estaba viajando por Rusia (una salida fallida y de resultados tristes e inciertos, según Kehlmann), Gauss estudiaba ruso como un ejercicio mental y leía a Pushkin. Por otro lado, también Humboldt va desplegar una muy meritoria tarea teórica, mientras que Gauss ejercía de agrimensor. La novela ha generado una cierta polémica en Alemania por el tratamiento desmitificador de los personajes, singularmente por el retrato de Humboldt. Ciertas invenciones y atrevimientos de Khelmann han incomodado a algunos miembros de sociedades humboldtianas. Hay que insistir en que se trata de una ficción. Kehlmann no pretende hacer una novela de historia de la ciencia, pero ha movilizado una excelente documentación sobre la tarea científica de los personajes y, a veces, estimula al lector a la comparación con las biografías más solventes. El autor escribe una novela bien escrita con un ritmo idóneo donde va mezclando la biografía con la narración de viajes, el ensayo, el relato intelectual y el realismo mágico incorporando diálogos enormemente cómicos, entretenidos, irónicos y desmitificadores. El libro, de lectura deliciosa, amena e irónica, indaga sobre la vida íntima de unas personalidades complejas y solitarias y se convierte simultáneamente en una tragicomedia y una exaltación de los científicos. Bienvenida esta traducción que, además de las consideraciones anteriores, como geógrafo me ha permitido gozar de una entretenida interpretación del viaje exitoso de Humboldt por España y la América hispánica y de la destacada campaña de Rusia. Joan F. Mateu, Catedràtico de Geografía, Universitat de València. |
El mesurament del món |
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