Representación gráfica

Ceci n’est pas Newton

Representación gráfica de Einstein

De la lectura del libro de Mary Beard sobre los «doce césares» de Suetonio me he quedado con dos ideas que no esperaba. Una es que no tenemos ni idea de la cara que tenían Julio César, Calígula, Nerón y todas esas figuras históricas que han llegado hasta nosotros en todo tipo de formatos gráficos, de las esculturas clásicas hasta el cine y el cómic. Para mí, Julio César tiene la nariz grande y la barbilla retraída del personaje que dibujó Uderzo, pero Beard argumenta que la atribución de estatuas a personajes históricos concretos es altamente especulativa, y, cada pocas décadas, los expertos designan un nuevo objeto como «la auténtica cara de Julio César». Los pedestales no son fiables porque los escultores trabajaban sin modelo.

Otra idea sorprendente es que, hasta hace como quien dice cuatro días, la representación gráfica del poder era un hombre togado o con vestimenta militar romana. Más de mil quinientos años después de que las togas dejaran de ser una prenda de uso diario, todavía era corriente representar mandatarios «a la romana», aunque fuera a costa de la verosimilitud histórica. Hoy es raro ver a un hombre con toga si no es en un acto oficial (judicial o académico) o un contexto lúdico, y solo vemos soldados romanos en las procesiones y en el Carnaval.

Esto me hizo pensar en la representación gráfica de los científicos, que posiblemente tiene el cenit en la foto de Einstein enseñando la lengua. Pero si escribo científico en el buscador de imágenes, en lugar de devolverme fotos de personas concretas a las que se les pueda aplicar esta etiqueta, veo imágenes de mujeres anónimas trabajando en laboratorios de biología molecular o de química, mientras que si pongo futbolista veo imágenes de jugadores famosos. Parece que existe un vacío en la conexión entre el concepto y el referente, y ni siquiera Einstein se ha podido colar en la primera página de Google.

Otro tema de reflexión es que, si no sabemos qué cara tenían los poderosos del mundo antiguo, menos aún sabemos qué cara tenían los científicos (o los filósofos, como se decía entonces) de aquellos tiempos. Habría que hacer un estudio sobre el paso de la representación simbólica a la representación realista. Los bustos de Sócrates que conocemos son muy posteriores a su muerte y el único retrato atribuido a Copérnico es discutible, según los expertos. Solo a partir del siglo XVI podemos fiarnos de la verosimilitud de los retratos de Tycho Brahe y de Galileo Galilei.

Por eso, cuando William Blake representa a Newton de forma no realista, sentado en el fondo del mar mientras dibuja una redonda con un compás, hace una elección de estilo ligada a su rechazo de los «molinos satánicos» de la Revolución Industrial que Newton facilitó. No muestra a un presidente de la Royal Society con peluca blanca, sino a un hombre absorto en la abstracción matemática, indiferente a las maravillas de la naturaleza.

En una sociedad donde los memes han arrinconado a los epigramas, la representación gráfica es el mensaje, y vale la pena tomárselo en serio, tanto en la vertiente realista como en la simbólica.

Referencias

Beard, M. (2021). Doce césares. Crítica.

© Mètode 2023 - 117. El legado de los dinosaurios - Volumen 2 (2023)
Biólogo y escritor (Barcelona).