Estudios y sondeos realizados en varios países europeos y en Es-tados Unidos muestran una preocupante incultura científica en la mayoría de la población que, desgraciadamente, también alcanza a titulados superiores e intelectuales humanistas. En nuestra sociedad la falta de conocimiento científico se acepta fácilmente, basta con definirse como «de letras» para excusarse de no haber aprendido los conceptos científicos más elementales. La errónea creencia de que los científicos hemos inventado una realidad paralela que, aunque resulta útil para aplicaciones técnicas, no proporciona conocimiento, se acentúa especialmente en el caso de la física. Acercar esta ciencia al gran público sigue siendo un reto para científicos y divulgadores, que deben salvar dos importantes obstáculos: de un lado, la idea de que los fenómenos físicos poco tienen que ver con nuestra realidad cotidiana y que están reservados a científicos y tecnólogos, y por otro, las dificultades para entender el lenguaje matemático de un porcentaje importante de la población. La dificultad estriba, pues, en describir las leyes físicas de manera comprensible para cualquier persona, simplificando al máximo las fórmulas y los desarrollos matemáticos, y aplicándolas a problemas presentes en nuestra vida cotidiana. Varios autores han afrontado esta difícil tarea. En Estados Unidos, donde la física se incluye en el plan de estudios de los títulos universitarios de humanidades, existe una mayor tradición en libros de texto para no-científicos. Por poner dos ejemplos conocidos y que han sido traducidos al castellano: Física para poetas, de Robert H. March, editado por primera vez en 1970, o el más efectista, pero no por ello menos riguroso, Física para futuros presidentes, del profesor Richard A. Muller, de la Universidad de California Berkeley, que presenta la física que subyace tras algunos temas de actualidad, como la energía atómica o el calentamiento global. En esta misma línea, en La ciencia de todas las mañanas, Roberto Vacca, profesor de la Facultad de Ingeniería de Roma, se apoya en su larga experiencia como docente y divulgador (http://www.robertovacca.com/inglese.html), para escribir un tratado de física general dirigido a los que no saben nada de física. La clave que apunta para entender los mecanismos que rigen los fenómenos físicos es abordarlos de forma metódica y con los instrumentos intelectuales necesarios. La gran diferencia con los dos títulos citados anteriormente es que, mientras que los primeros se escribieron como manuales para estudios universitarios, este libro va dirigido al lector/estudioso individual. La propuesta del profesor Vacca es muy ambiciosa. En cuanto a los contenidos, el libro trata todos los temas que se incluyen en un curso de física general típico –mecánica de sólidos y fluidos, termodinámica, electromagnetismo, óptica, relatividad especial– y va más allá, dedicando varios capítulos finales a materias que solo algunos físicos estudian durante el postgrado, como la electrodinámica cuántica o la teoría de cuerdas. La razón esgrimida para introducir estos temas, algunos de ellos todavía controvertidos, es la de, en palabras textuales, «impresionar a los profanos» pagando el precio de dar una visión muy simplificada que, incluso así, puede resultar excesivamente abstracta e irreal para muchos lectores. Y en lo referente a la metodología, el autor no renuncia a la formulación matemática de algunas leyes físicas que, para aproximarlas al lector, se emplean para resolver problemas numéricos que dan cuenta del carácter predictivo de los modelos científicos. En este sentido, el libro contiene algunos ejemplos curiosos y de lo más variopinto, como el cálculo de la potencia consumida cuando hacemos flexiones, o el de la sección de la parte tubular de la próstata al orinar y valiéndose de un metro, por poner un par de ejemplos. Finalmente, cabe valorar si este libro consigue su objetivo inicial: ¿puede un neófito aprender física leyendo este texto? En mi opinión, sí. Especialmente en los primeros capítulos, en los que se sienta la base del método científico, se discute el papel de las matemáticas y se diferencia entre ciencia y técnica. También los capítulos dedicados a la mecánica y al electromagnetismo son fáciles para un lector no especialista pues están escritos de manera concreta y contienen muchos ejemplos de la vida cotidiana. No obstante, si nos preguntamos si es posible comprender todos los contenidos del libro, el propio autor responde honestamente afirmando que no para todo el mundo es posible. Seguir el capítulo dedicado al segundo principio de la termodinámica puede resultar muy difícil sin explicaciones adicionales. También los capítulos finales pueden resultar demasiado abstractos e ir en contra del espíritu original del libro, aunque su inclusión transmite la idea de que la física es una ciencia que sigue avanzando y que los progresos científicos también hoy pueden ser controvertidos. Hay que decir a favor del libro que sus páginas son fieles a la evolución histórica de la física, que los descubrimientos y teorías están muy bien contextualizados, y que el autor ha hecho un esfuerzo por llegar a la ciencia de nuestros días. Definitivamente una lectura muy recomendable para mentes inquietas. Núria Garro. Instituto de Ciencia de los Materiales, Universitat de València. |
La ciencia de todas «Acercar la física al gran público continúa siendo un reto para científicos y divulgadores que deben salvar importantes obstáculos»
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© Mètode 2011 - 68. Después de la crisis - Número 68. Invierno 2010/11