Carl Sagan y la vida extraterrestre

Carl Sagan and Extraterrestrial Life. The life and scientific work of Carl Sagan are examined in the light of the SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) endeavour. His flamboyant personality is presented, and the successes and failures of his contribution to SETI. Also, his career as a media star described in connection with his SETI activities.

Los orígenes terrestres de Carl Sagan comienzan el 9 de noviembre de 1934 en Brooklyn. Su padre, Samuel, era un emigrante ucraniano. De su madre, Rachel, neoyorquina de padres austrohúngaros, afirmaría luego su primera mujer, la conocida bióloga Lynn Margulis: “no hay forma de entender a Carl sin entenderla a ella”. Ambos pertenecían a una rama moderada del judaísmo. Alumno brillante, se doctoró en astrofísica en Chicago. Ambicioso y carrerista, supo establecer excelentes contactos profesionales que, junto a sus grandes cualidades intelectuales, le llevaron hasta Harvard en 1963. Las actitudes de sus colegas se alinean ya en dos bandos definidos que no dejarían de acompañarle a lo largo de su carrera: quienes lo juzgan audaz, imaginativo, brillante y creador; o quienes lo ven oportunista, poco serio e inconstante. En 1968 se trasladó a la Universidad de Cornell, donde trabajó hasta su muerte en 1996.

Igual que Flemming se asocia a la penicilina, inevitablemente el nombre de Sagan evoca su gran pasión: SETI (las siglas en inglés de la “búsqueda de inteligencia extraterrestre”). Esta teoría asume que la vida se explica mediante procesos físicos y químicos válidos en todo el cosmos, sin que la Tierra sea un lugar privilegiado, y goza de una venerable tradición, pues, ya en la antigüedad, Lucrecio sostuvo que “en el espacio existen otras tierras, pobladas por gentes y animales”; Giordano Bruno volvió a insistir: “existen innumerables soles… Tierras… seres vivos que habitan esos mundos”, lo que ayudó a su quema en la hoguera en 1600. Sin embargo, la Ilustración fue más benevolente con estas ideas, y Bernard de Fontenelle publicó en 1657 el primer best-seller de divulgación sobre cosmología, Entretiens sur la Pluralités des Mondes, en el que defendía la existencia de vida en el Sistema Solar basándose en la física cartesiana. De este modo, inauguraba una tradición cuyo mejor exponente sería el astrónomo francés Camille Flammarion, “el Sagan del siglo XIX”, autor de Sur la Pluralité des Mondes Habités.

«Carl Sagan inauguró una nueva forma de presentar la ciencia a los espectadores: directa, viva, apasionada, vibrante, fuera del frío discurso académico»

En 1959 SETI deja de ser sólo especulativa y se dota de credibilidad científica. La era espacial ha comenzado: el primer Sputnik se lanza el 4 de octubre de 1957. El cosmos se presenta como una inmensa aventura física e intelectual, aguijoneando los espíritus. En este momento, dos físicos, Morrison y Cocconi publican un artículo en la revista Nature, en el que exploran la comunicación entre civilizaciones interestelares. Su conclusión es célebre: “La probabilidad de éxito es difícil de estimar; pero si nunca buscamos, será cero”.

Sagan, que ya está haciéndose un nombre en estos temas, es invitado en 1961 a la primera conferencia sobre SETI en el observatorio de Green Bank (Virginia Occidental), de la que surge la ecuación de Drake, que permite estimar el número de civilizaciones avanzadas que hay en nuestra galaxia y de la que Sagan se convertirá en el más ardiente propagandista. Esta ecuación contiene siete factores que abarcan desde la astrofísica (tasa anual de formación de estrellas) hasta la sociología (duración media de una civilización tecnológica). Según los valores que demos a cada uno, estaremos o bien con la escuela de los optimistas, como es el caso de Sagan, quien pensaba que había millones de civilizaciones como la nuestra, o bien con la de los pesimistas, que afirman que somos la única.

Carl Sagan acompanyat per membres de la seua família durant el simposi en el seu honor.

Carl Sagan acompañado por miembros de su familia durante el simposio en su honor.

Pero, ¿cómo llegó Sagan a SETI? “Cuando tenía diez años decidí… que el universo estaba lleno. Había demasiados lugares para que éste fuese el único planeta habitado”. Su mejor biógrafo, Keay Davidson añade: “La pérdida de fe de Sagan coincidió con su progresiva fascinación por la vida extraterrestre”. Poco a poco, SETI se convirtió en el tema central y unificador de su actividad científica. A finales de los 60 trabajaba en campos tan dispares como son los microclimas de Marte, la síntesis del vector de energía ATP, la materia orgánica en meteoritos o la emigración interestelar de microbios, cuyo único punto común era abordar SETI desde diferentes perspectivas.

Impresionado por la obra Universo, vida y mente, del astrofísico soviético I. S. Shklovskii, logró que se tradujese al inglés. Además, añadió notas suyas; tantas, que doblaron la extensión inicial, por lo que apareció como coautor del libro, publicado en 1966 como Vida inteligente en el Universo. En el prólogo se puede leer: “Hay un enorme interés del público en la posibilidad de vida extraterrestre. El propósito de este libro es informar al lector interesado del estado actual de nuestro conocimiento”. Había nacido la Biblia de SETI.

En la década de los sesenta se inició la exploración del Sistema Solar. Primero Venus, con la nave rusa (Venera 1) y la estadounidense (Mariner 2), y luego Marte, con las sondas Mariner. El resultado fue decepcionante. Ni rastros de vida y peor todavía: Venus empezaba a perfilarse como un lugar infernal y Marte carecía de agua líquida. El New York Times titulaba así: “Marte aparece como un mundo desolado de una extrañeza inimaginable”. Sin embargo, no todos parecían decepcionados. El presidente de Estados Unidos Johnson declaraba “como miembro de la generación que Orson Welles asustó mortalmente, confieso estar aliviado de que las fotos no muestren signos de vida”.

Siguen luego las misiones Pioneer al cinturón de asteroides y Júpiter. A Carl Sagan, ya conocido, se le encarga concebir un mensaje para hipotéticos extraterrestres, que realiza en colaboración con su segunda mujer, Linda, y su amigo Drake, y que a su vez, le permite conocer la diversidad de opiniones del público. Las feministas lo acusan de haber dibujado a la mujer en actitud sumisa. Los integristas, por el contrario, califican de “pornográfica” la placa al mostrar a dos seres desnudos.

En septiembre de 1971 se celebra la Conferencia de Byruakan (Armenia), que reúne a astrofísicos, biólogos, lingüistas, antropólogos y filósofos. Al optimismo de Sagan sobre SETI, el codescubridor del DNA, Francis Crick, opone una visión más pesimista, inaugurando una línea de fractura entre físicos y biólogos que se mantiene en nuestros días. Poco importa, ya que Sagan saldrá de la conferencia convertido en el científico más representativo de SETI.

Composició d'imatges planetàries obtingudes per les missions nord-americanes. En sentit horari i de dalt a baix, Mercuri, Venus, la Terra i la seua lluna, Mart, Júpiter, Saturn, Urà i Neptú. Imatge cortesia de NASA/JPL

Composición de imágenes planetarias obtenidas por las misiones norteamericanas. En sentido horario y de arriba abajo, Mercurio, Venus, la Tierra i su luna, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Imagen cortesía de NASA/JPL.

El científico más famoso del mundo

El escritor Gore Vidal afirmó que la raya de los cuarenta años hay que pasarla “con estilo o lo que sea”. Sagan lo hizo… ¡mediante una catapulta a la fama! Con motivo de la campaña de prensa de su obra La cebolla cósmica, el 30 de noviembre de 1973 intervino en el programa televisivo The Tonight Show de Johnny Carson. El impacto es tal que vende más de 500.000 ejemplares del libro, en el que se encuentran afirmaciones como ésta: “Hay momentos en que lo que hago me parece un sueño agradable […] la exploración de Venus, Marte, Júpiter y Saturno […] Si hubiese nacido hace cincuenta años no habría podido hacer nada de eso […] Creo que soy muy afortunado por vivir en un momento histórico cuando tales aventuras se están llevando a cabo […]”. Si hasta entonces su popularidad se limitaba a los círculos científicos, Sagan se vuelve más cuidadoso en cuestiones de imagen, con incluso algunas apariciones en los medios. La apuesta es muy distinta, pues ahora se trata de conquistar al gran público. El científico comprendió la enorme fuerza y alcance de la TV e inauguró una nueva forma de presentar la ciencia a los espectadores: directa, viva, apasionada, vibrante, fuera del frío discurso académico. La química con Carson funcionó enseguida y Carl Sagan se convierte en el científico más conocido de su país. En los 13 años siguientes realizó 36 intervenciones porque, según explicó, “le daba la mayor aula imaginable del país”.

Paradójicamente, a medida que se realizaba el irresistible ascenso al estrellato mediático, llegaban malas noticias del lado de SETI. Con su amigo Drake examinó varias galaxias desde el observatorio de Arecibo (Puerto Rico). Pero, tras varios días analizando posibles señales extraterrestres, no encontraron nada. “Me sentí deprimido […] no había nadie en esas estrellas intentando conectar con nosotros”, afirmaría posteriormente.

El programa Viking, que busca vida en Marte, no mejora las cosas. En 1976, tanto la Viking 1 como la 2 no hallaron “traza de vida [] arbusto, árbol, cactus, jirafa, antílope o conejo”, como tampoco de material orgánico. Norman Horowitz resumió la decepción en su libro To Utopia and Back: “Viking no encontró vida en Marte […] esto fue una decepción y una revelación […] Es casi cierto que la Tierra es el único planeta con vida en nuestra galaxia […] Nos hemos despertado de un sueño”. El despertar fue duro sobre todo para Sagan, que veía esfumarse sus ilusiones más profundas. Pero lo peor estaba por llegar: la defección de Shklovskii, pues persuadido de que todas las civilizaciones desarrolladas acaban destruyéndose, abandonó la comunidad SETI.

«Igual que Flemming se asocia a la penicilina, inevitablemente el nombre de Sagan evoca su gran pasión: SETI»

Pero el camino a la fama de Sagan no sufrió menoscabo. Al contrario, durante las misiones se convirtió en el interlocutor privilegiado de los medios de comunicación, monopolizando su atención hasta tal punto, que su protagonismo excesivo llegó a irritar a muchos de sus colegas que, al mismo tiempo, reconocían su habilidad para atraer el interés del público. La imparable ascensión mediática continuó con su libro Los dragones del Edén, premio Pulitzer en 1978. “Estoy interesado en la evolución de la inteligencia porque […] algunas sugerencias […] en la búsqueda de inteligencia extraterrestre pueden deducirse de una investigación de la evolución de la inteligencia terrestre”. Sin embargo, una mirada a su vida personal arrojaría otros motivos. Su matrimonio con Linda Saltzman se hallaba en crisis. Davidson sostiene que en el libro, “obviamente escrito bajo la inspiración de la marihuana”, Sagan se propuso también entender las grandes dicotomías que siempre le preocuparon, racional/irracional, ciencia/fe, deseo/objetividad. Y de paso, quizá hallar respuesta a la desintegración de su matrimonio.

El 28 de septiembre de 1980, tras dos años de rodaje, comienza la emisión de la serie televisiva Cosmos con Carl Sagan como presentador. En trece capítulos, comenzando por “Las orillas del océano cósmico” hasta “¿Quién habla en nombre de la Tierra?”, emitido el 20 de diciembre, se presentaba una visión unitaria de la vida, la ciencia y la sociedad. Ganadora de un Emmy, vista por más de 600 millones de espectadores y con el libro del mismo título en las listas de los más vendidos durante más de 70 semanas, la serie televisiva situó a Sagan, definitivamente, como el científico más popular del planeta.

El enorme éxito de Cosmos relanzó las viejas polémicas dicotómicas en torno a Sagan, desde quienes vieron sólo el lado de showman y le negaron seriedad científica hasta los que apreciaron su contribución a la popularidad de la ciencia, bastante alicaída en los ochenta, y lo aclamaron como un héroe.

Socialmente implicado

En 1977 se lanzaron las dos sondas Voyager, con la misión de explorar Júpiter (1979) y Saturno (1980-1981), y portadoras de un mensaje para seres inteligentes diseñado por Sagan. Aunque ampliaron nuestro conocimiento del Sistema Solar, puesto que se hallaron indicios de agua en el satélite de Júpiter llamado Europa, así como una posible química prebiótica en el mayor de Saturno –Titán–, las perspectivas de SETI se encogieron aún más. Esta situación ocasionó que la incipiente oposición anti-SETI ganase una fuerza que Sagan, desde la presencia pública que le otorgaba su fama, combatió en todos los frentes.

«En 1994 la Academia Nacional de Ciencias le concedió la Public Welfare Medal por «sus contribuciones distinguidas en la aplicación de la ciencia al bienestar público»»

En 1980 cofundó la Sociedad Planetaria, organización privada para la exploración planetaria y programas SETI y usó su influencia para que el Congreso Norteamericano no cortara los fondos para el programa SETI de la NASA. Asimismo, en 1982 logró que se publicase en la revista Science una petición a favor de SETI firmada por setenta científicos eminentes, entre ellos siete premios Nobel. En 1985 escribió una novela de ciencia-ficción, Contacto, luego llevada al cine –con éxito muy inferior a sus expectativas–. Aunque el personaje principal sea una heroína, encarnada en la pantalla por Jodie Foster, la obra es en buena medida autobiográfica y resume el “optimista credo saganiano” sobre SETI.

No obstante, los argumentos anti-SETI resistieron el choque. Sagan necesitaba otros nuevos y convincentes. Los encontró como portavoz de la tesis del invierno nuclear: en caso de guerra nuclear a gran escala ambos contendientes perderían. Esta creencia le enfrentó con los sectores más conservadores que sostenían que tal guerra se podía ganar. De hecho, quedará en el recuerdo un áspero debate en la televisión entre Sagan y el padre de la bomba H y principal instigador científico de la guerra de las galaxias, Teller. La tesis, con la ayuda de la caída de la URSS, se impuso y las dos superpotencias llegaron a un control sobre armas nucleares. Fue su respuesta al pesimismo de Shklovskii sobre la autodestrucción de civilizaciones avanzadas: SETI merecía la pena el esfuerzo.

Antena de 25 metres totalment dedicada a SETI a temps complet, a Harvard.

Antena de 25 metres totalment dedicada a SETI a temps complet, a Harvard.

Al mismo tiempo, consecuente con su optimismo histórico, tecnológico y científico, y su marcado ateísmo, Carl Sagan veía en la ciencia un remedio a lo que consideraba un aumento creciente de la irracionalidad y el sinsentido de las teorías seudocientíficas. En varios libros, bien solo, bien en colaboración con su tercera esposa, Ann Druyan, intentó articular de manera coherente su visión de la ciencia y del futuro de la humanidad.

La actitud ambivalente en torno a su persona le persiguió hasta el final. Su candidatura a la Academia Nacional de Ciencias (NAS), el organismo científico más prestigioso de su país, fue rechazada en 1992. Para compensarlo, en 1994 la NAS le concedió su más alta recompensa, la Public Welfare Medal, por “sus contribuciones distinguidas en la aplicación de la ciencia al bienestar público”.

La vida terrestre de Carl Sagan concluyó el 20 de diciembre de 1996. ¿Fue la de un visionario? A la vista de los descubrimientos más recientes, lo parece. Ya llevamos encontrados 130 planetas extrasolares, moléculas en el espacio interestelar de hasta 13 átomos y aminoácidos en meteoritos. Los ladrillos básicos de la vida se muestran más y más abundantes en el cosmos a medida que nuestras exploraciones progresan. Estas noticias le habrían encantado. Sin embargo, seguimos sin escuchar voces, sin recibir señales inteligentes, sin saber si estamos completamente solos en este universo en expansión cada vez más inmenso y misterioso… ¿Debemos por ello llamarlo mistificador? Yo retengo la opinión de otro “monstruo” de la divulgación, S. J. Gould: “Con la muerte de Carl Sagan hemos perdido un gran científico y el mejor divulgador del siglo xx, si no de todos los tiempos.”

© Mètode 2004 - 44. ¿Científicos o visionarios? - Disponible solo en versión digital. Invierno 2004/05

Físico de partículas. Director del Instituto de Física Corpuscular (IFIC, Centro Mixto CSIC-UV) entre 1991 y 2000. Delegado del CSIC ante las instituciones europeas en Bruselas entre 2003 y 2019. Como investigador, ha participado en los experimentos WA-47, UA4, DELPHI, UA4/2 y TOTEM en los aceleradores del CERN.