Raza y tierra

Geografía, etnología y nazismo

DOI: 10.7203/metode.10.13560

cafetar Caballo Blanco de Guatemala

Franz Termer (1894-1968) fue durante décadas profesor de etnología en la Universidad de Hamburgo. Su área de investigación era Centroamérica. Entre 1935 y 1962 también fue director del Museo de Etnología de Hamburgo. Su carrera académica coincide con una de las etapas más decisivas de la historia alemana, el nacionalsocialismo. Fue miembro fundador de la famosa revista Zeitschrift für Geopolitik y admirador de Friedrich Ratzel y de su «geografía política». El concepto de «sangre y tierra» como determinante de la historia se encuentra en la obra de Termer unos diez años antes de que los nazis lo utilizaran como ideología oficial del Estado. Después de la caída del nazismo se declaró «adversario» y «víctima» de esa política. Sin embargo, una lectura atenta de sus escritos revela que defendió el nacionalismo, el colonialismo, el antisemitismo y el racismo durante cinco décadas.

Palabras clave: etnografía, nazismo, colonialismo, Franz Termer, geografía política.

Un día de noviembre de 1966 conocí a Franz Termer, que por entonces ya estaba jubilado de su cargo de director del Museo de Etnología y de su cátedra en la Universidad de Hamburgo. Se me había ocurrido, siendo un alumno de catorce años ilusionado por conocer los enigmas de las antiguas culturas de Mesoamérica, escribirle una carta pidiéndole ingenuamente que contestara una serie de preguntas. La respuesta fue una invitación a su casa. Después de una tarde inolvidable con quien yo consideraba entonces un auténtico investigador, me regaló un pequeño libro: su bibliografía, publicada por uno de sus colaboradores universitarios (Haberland, 1964).

«Casi el 40 % de la obra de Franz Termer se publicó entre 1933 y 1945, lo que sin duda suponía el beneplácito del régimen nacionalsocialista»

Más de dos décadas después, volví a leerla. Esta vez llegué a dos constataciones: Termer no solamente había publicado antes y después del nazismo, sino que el meollo de su obra (casi el 40 % de todas sus publicaciones) apareció entre 1933 y 1945, lo que sin duda suponía el beneplácito de sus superiores y, en definitiva, del régimen nacionalsocialista; y, en segundo lugar, la ausencia de acercamientos biográficos a su figura. Sorprendentemente, no se hicieron con ocasión de su 65 cumpleaños, cuando se publicó una miscelánea conmemorativa en su homenaje (Bierhenke, Haberland, Johansen y Zimmerman, 1959), ni con motivo de su jubilación en el año 1963, que motivó la aparición de la «fría» lista de sus publicaciones en forma de librito (Haberland, 1964). En ninguno de estos homenajes se encuentra ni un dato biográfico, de manera que nadie lo relacionaba con el nazismo. Más aún, hasta 2017 el Museo de Etnología de Hamburgo lo calificaba en su página como «adversario inequívoco» u «opositor» a la dictadura nazi. Un estudio de Hans Fischer, alumno de Termer y sucesor en su cátedra, llegó a una conclusión parecida (Fischer, 1990; veáse también Krause, Huber y Fischer, 1991). Hasta la década de los noventa solo existía el obituario que, a su muerte, le dedicó el geógrafo guatemalteco Francis Gall (1969).

La importancia de Franz Termer y su obra

Franz Termer nació en Berlín en 1894. Estudió en las universidades de Berlín y Wurzburgo entre 1913 y 1921, con una interrupción a causa del servicio militar entre 1915 y 1917 durante la Primera Guerra Mundial. Leyó su tesis doctoral en 1920 e hizo el posgrado (Habilitation) en 1923 con Karl Sapper, del que fue asistente desde 1922 hasta 1925. En 1923 fue uno de los fundadores de la Zeitschrift für Geopolitik [“Revista de Geopolítica”], famosa por ser una fuente inspiradora de la política exterior nazi. Su director, Karl Haushofer, mantenía contactos con Hitler desde 1923.

Franz Termer fue profesor de etnología de la Universidad de Hamburgo y director del Museo de Etnología de esta ciudad entre 1935 y 1962. Su carrera académica se desarrolló en gran parte durante el régimen nazi, y de su obra se deduce que coincidía con los principios del nacionalsocialismo. En la imagen, Termer en su casa, en una fotografía tomada por el autor el 11 de noviembre de 1966. / Colección personal de Wolfgang Kophamel

Termer realizó su primer viaje por Centroamérica entre 1925 y 1929. A su vuelta obtuvo una cátedra extraordinaria de Geografía en Wurzburgo, y en 1932 consiguió la cátedra de Geografía que hasta entonces había ocupado Karl Sapper. El cambio más decisivo fue su paso a la cátedra de Etnología en Hamburgo (1935), en la cual permaneció hasta 1962 y que estaba relacionada con el puesto de director del Museo de Etnología. Entre 1938 y 1939 emprendió otro viaje a Guatemala y, tras la Segunda Guerra Mundial, realizó cuatro viajes más a Centroamérica. Se retiró en 1963 y murió en 1968. Publicó alrededor de 350 títulos. Como geógrafo, etnólogo, arqueólogo, Franz Termer se centró en las culturas de Guatemala y sus países limítrofes.

Esa continuidad en su carrera plantea preguntas sobre la relación entre ciencia y política. Su permanencia y, más aún, su promoción académica hasta ocupar cátedras de prestigio durante los doce años de la dictadura alemana suscitan inevitablemente interrogantes. También los plantea, sin duda, el hecho de permanecer en su puesto, sin contratiempo alguno, después de 1945. Sorprendentemente, Franz Termer es un claro ejemplo de profesor alemán que mantuvo las mismas ideas científicas durante cuatro periodos de la historia alemana: el Kaiserreich y la Primera Guerra Mundial, la República de Weimar, la dictadura nazi y la República Federal de Alemania.

Su principal maestro y apoyo profesional fue Karl Sapper (1866-1945), geólogo y cultivador de café en Guatemala, quien a su vez propugnaba las ideas de Friedrich Ratzel (1844-1904), el artífice de la «antropogeografía», con quien Sapper había hecho su tesis doctoral. La ideología subyacente, que Termer defendió encarecidamente, era una combinación de nacionalismo, colonialismo, antisemitismo y racismo. Después de 1945, Termer intentó presentarse como «víctima de la dictadura» alegando que nunca había compartido las ideas racistas de los nazis. No obstante, entre 1933 y 1945 había defendido una y otra vez la necesidad de una «etnología colonial», que era la línea oficial del nazismo. Entre 1936 y 1949 ocupó, además, la presidencia de la Sociedad Alemana de Etnología (Deutsche Gesellschaft für Völkerkunde).

Termer también es un ejemplo de cómo estas posturas intelectuales fomentaron una doctrina tan nefasta como el nazismo, con unas consecuencias profundamente negativas para la política alemana y, a la postre, europea. En la obra de Franz Termer se observa una continuidad inquebrantable de estas «tradiciones» intelectuales durante medio siglo (1920-1970), décadas clave en la historia alemana. Desde el comienzo de los años 1920 –sin coacción dictatorial– participó en la producción de ideas que diez años más tarde se convertirían en la política oficial de la dictadura de Hitler. Después de 1945 mantuvo la mayoría de sus principios, como el nacionalismo en términos raciales. Nunca renunció a sus supuestos científicos, si bien procuró evitar cualquier discusión acerca de la relación entre etnología y nazismo.

Franz Termer realizó su tesis doctoral con Karl Sapper, de quien fue asistente entre 1922 y 1925. Sapper fue el principal maestro y apoyo profesional de Termer. Arriba, carnet de estudiante de Termer de la Universidad de Wurzburgo fechado en 1925. / Colección personal de Wolfgang Kophamel

El lugar geográfico y el «destino» colectivo

Tanto para Termer como para Sapper, su mentor, la antropogeografía de Ratzel proporcionaba el denominador común de su ideología (Ratzel, 1897, 1901, 1940). Establecía una relación directa entre tierra, raza, clima e historia. Según ese postulado, todos los cambios históricos se deben a factores naturales. Raza, tierra y clima actúan de forma inmediata, sin instancias intermedias. Este pensamiento «geodeterminista» sería pocos años después uno de los pilares de la ideología nazi. Los actores principales eran los pueblos, que con su base biológica (la sangre) formaban grandes organismos jerárquicos, llamados estados. Hasta tal punto eran considerados tales estados como auténticos organismos vivos, que se hablaba de «biología estatal» (Uexküll, 1920). Esta concepción determinista reflejaba el predominio de la ideología en el discurso científico, lo que llevó a dar explicaciones biológicas a fenómenos sociales en vez de recurrir al pensamiento sociológico. Desde esa perspectiva todos los procesos históricos estarían definidos por las diferencias raciales. En combinación con el lugar y el clima cada pueblo alcanzaría su «destino».

La nación racial

La antropogeografía (Anthropogeographie) abrió el camino a una política racial activa de eugenesia que imponía la segregación por etnias. Según esta concepción, una vez que los pueblos se hubiesen concienciado del «potencial de su sangre» y vinculado con ello su «destino», debían imponerse en la historia. La violencia en este proceso se consideraba un hecho inevitable y necesario. La fusión de los factores biofísicos (tierra-raza-clima) y la conciencia racial colectiva constituiría lo que en alemán era conocido con la expresión «das Völkische». El proceso de la imposición suponía la creación de la «nación racial» (Volkstumspolitik). Aquí la teoría de la antropogeografía salió de su recinto académico y se convirtió en programa político, coincidiendo con las ideas de Adolf Hitler, es decir, expansión de la «raza superior» en Centroeuropa: «Blut und Boden / Lebensraum» (“tierra y sangre” y “espacio vital”).

Los defectos evidentes de esta visión eran dos: el menosprecio abierto hacia la sociología y la ciencia política (por la supuesta superioridad de las ciencias naturales), y un determinismo geográfico (por la falta de análisis de los procesos históricos, sociales, económicos y políticos). Pero los defensores de la antropogeografía como Franz Termer ignoraban o despreciaban todas las críticas contemporáneas al respecto (por ejemplo, Köhler, 1925; Lütgens, 1925; Sieger, 1923; Wittfogel, 1929/1970).

Racismo y colonialismo

Durante toda su vida, Termer basó sus investigaciones en las teorías raciales del siglo XIX. Así, postulaba que el objetivo principal de una nación tiene que consistir en preservar la «pureza de sangre». No obstante, las «razas» no tienen el mismo valor en estos postulados y por lo tanto cada pueblo (entendido como nación racial) tiene que evitar las «mezclas». Cada mezcla llevaría a una degeneración de la «raza superior» y, como la cultura se veía como un hecho hereditario, las consecuencias serían la degeneración de la misma. La «mezcla de razas» para él significaba un ataque a la cultura auténtica con el fin (y el resultado) de la «descomposición». Para evitarlo, Termer defendía para Centroamérica la segregación racial para proteger a los indios mayas contra el mestizaje, que para él era el factor más importante en la degeneración cultural. Además, Termer, que era experto en la historia colonial de Centroamérica (su tesis versaba sobre ese tema), alababa el sistema colonial de las llamadas «reducciones».

Estas «reducciones» (Termer, 1941a) eran asentamientos creados por los colonizadores españoles en el siglo XVI para los pueblos indígenas americanos, entre ellos los mayas. Con el fin de controlarlos mejor, los indios estaban obligados (por coacción militar) a vivir en tales asentamientos, lo que a menudo suponía desplazamientos forzosos y concentraciones de población en lugares designados ex professo. La idea paralela de los guetos para los judíos no estaba lejos. Encontramos aquí la paradoja de pretender «salvar» a un «pueblo colonial» de unos daños causados por los colonizadores con el método colonial de las «reducciones». Termer subrayó en muchas de sus publicaciones su importancia, mostrando una gran admiración hacia los colonizadores. En una publicación de 1942 calificaba las «reducciones» como «uno de los regalos más valiosos que hizo Europa a Centromérica» (Termer, 1942, p. 8).

«Termer postulaba que el objetivo principal de una nación tiene que consistir en preservar la “pureza de sangre”»

A ninguno de sus colegas, colaboradores o sucesores les ha parecido importante mencionar o comentar esta afirmación hasta hoy. En 1950, cinco años después de la caída de la dictadura de Hitler, Termer seguía propugnando la segregación racial para el presente, insistiendo en la «modernidad» de aquella idea del siglo XVI (Termer, 1950, p. 327). Aunque sus investigaciones eran históricas y se enfocaban a Centroamérica, sin duda habría observado, durante la dictadura nacionalsocialista, las consecuencias de la segregación delante de su casa en Hamburgo al ver el trato que recibían los judíos en Alemania, basado en las leyes raciales de Núremberg de 1935.

A todo esto hay que añadir que muchos geógrafos y etnólogos en Alemania apoyaban el colonialismo. Uno de los resultados de la Primera Guerra Mundial fue que Alemania tuvo que ceder todas sus colonias. Así, los geógrafos y los etnólogos habían perdido «su» objeto de estudio. Por ello consideraban esa pérdida de colonias como un «robo» y reivindicaban su devolución (Sapper, 1939, p. 52).

Además, muchos alemanes se habían convertido en Guatemala a finales del siglo XIX en terratenientes a causa de la política de atracción de empresas extranjeras para la exportación del café. La consecuencia fue la expropiación de las tierras a los campesinos, que incluso fueron obligados a trabajar para los nuevos dueños. Estos habían convertido las tierras en cafetales y necesitaban mucha mano de obra. La familia del mentor de Termer, el referido Karl Sapper, fue una de las «afortunadas» por esa política.

Termer y Sapper –y otros geógrafos y etnólogos– coincidían «científicamente» al afirmar, en varios estudios, que para este trabajo servía mejor la población indígena que los colonizadores blancos, y que hacían falta investigaciones sobre la capacidad de trabajo de «la gente de color» bajo las condiciones del clima tropical. Con este cambio de perspectiva daban a la «cuestión social» del siglo XIX un nuevo sentido. Termer escribió en el periódico Hamburger Tageblatt que en vez de exterminar a las poblaciones indígenas se las debería proteger con el fin de disponer de abundante mano de obra en las colonias (Termer, 1941b, p. 8).

A partir de 1929, una de las preocupaciones de Termer en sus publicaciones era la «pureza racial» de los mayas. Sin embargo, aunque en todas sus argumentaciones Termer utilizaba términos «raciales», en ninguna obra explica sus fundamentos teóricos. El mestizaje, aseguraba él muchos años después sin aportar ninguna prueba, solo puede acabar en la degeneración física y moral:

En todos los territorios de Iberoamérica donde el indígena vive en estrecha relación con los mestizos, se puede observar que el carácter degenera […]. La perdición principal del indígena, en función de sus cualidades morales, es el propio ladino, de quien también dependerá la futura desintegración de la raza indígena, física y espiritualmente hablando. (Termer, 1957, p. 254)

El título de un ensayo de 1941 resumía su programa: «Factores de conservación y descomposición en la raza maya» (Termer, 1941c). Todos los términos relacionados con Volk (“pueblo” / “nación”), como völkisch o Volkstum, arraigaban en la idea previamente mencionada de la identidad entre pueblo y raza. Por ende, la cultura reflejaba la cualidad «racial». La mayor «amenaza» para la sustancia racial sería, por lo tanto, el mestizaje. La base del Estado, pues, ya no es –como en las teorías políticas de la Edad Moderna– ni un contrato, ni la economía, ni la tradición, sino la «raza». La segregación racial se presenta como única solución para conservar la cultura. Esta era, según él, una «política indígena moderna». Por eso, propuso su aplicación también a los problemas africanos de aquellos años.

Las posturas científicas de Termer coincidían plenamente con las exigencias de las autoridades del Tercer Reich. Sintonizaban con las directrices de Rudolf Karlowa (Karlowa, 1939), el responsable de la política colonial del Ministerio de Asuntos Exteriores (Auswärtiges Amt). Lo que distingue a Termer de otros autores es que él utilizaba esas ideas ya una década antes de que los nazis llegasen al poder.

Franz Termer destacó por su visión positiva del colonialismo, arraigada en la antropogeografía de Ratzel. Defendió sus ideas «raciales» que sirvieron de base para una «geopolítica» colonialista. En las imágenes, trabajadores en los cafetales alemanes en Guatemala en 1925. / Colección personal de Wolfgang Kophamel

Colaboración con la dictadura nacionalsocialista

Una muestra de su complicidad con el nazismo es la actitud que adoptó ante los judíos, antes y después de 1933. Las consecuencias del antisemitismo durante la dictadura de Hitler son bien conocidas (pérdida de profesión y posesiones, exclusión social, exilio, campos de concentración y de exterminio, etc.). En una carta privada (Termer, 1941d) plantea a su mentor Karl Sapper el dilema de escribir una necrología sobre Erwin Paul Dieseldorff (1868-1940), un conocido suyo dueño de cafetales en Guatemala e investigador privado de la cultura maya, que era de ascendencia judía. Pero el problema de Termer no era de carácter ético: temía represalias en caso de escribirla sin permiso oficial. Por otro lado, sabía que la familia tenía vasos antiguos mayas. Así, cumpliendo el deseo de la familia de redactar una necrología, esperaba la donación de estos vasos. Fue un cálculo frío. En la carta se lee: «Aunque la familia Dieseldorff se hizo bautizar en 1820, siguen adoleciendo del defecto de ser judíos». El término defecto (Makel en alemán) no está puesto entre comillas o marcado de alguna forma que pudiese indicar un distanciamiento.

Otro episodio está relacionado con Franz Boas (1858-1942), famoso antropólogo de origen alemán y también judío, emigrado a los EE UU en 1886 e impulsor de la etnología. Termer admiraba a Boas hasta el punto de que en 1931 le dedicó un artículo de homenaje académico. Ocho años más tarde, en 1939, Termer tuvo que contestar a una carta de Max Planck (presidente de la prestigiosa Academia Prusiana de las Ciencias), en la que acusó a Franz Boas de ser «uno de los peores enemigos del Tercer Reich en América del Norte, que no deja pasar ni una ocasión para dirigir sus difamaciones judías contra nosotros» (Termer, 1939). El trasfondo era que Boas había recibido una circular firmada por Termer con un saludo nazi («Heil Hitler!»), y Boas la devolvió negándose a aceptar cartas firmadas de tal manera.El viaje de Termer a Centroamérica en los años 1938 y 1939 demuestra de forma contundente la colaboración con la dictadura. Una vez en Guatemala, la «Sección Exterior» del partido de Hitler, la NSDAP-AO,proporcionó a Termer alojamiento, transporte y contactos. En estos términos se expresó en una carta a su mujer:

Es muy amable que la Sección Exterior en Berlín me haya allanado el camino. Lo que a mí más me importa es el hecho de que las oficinas me tratan de una forma encantadora y complaciente. (Termer, 1938)

En otras palabras, viajaba como invitado del «partido», esto es, del Gobierno alemán. De haber existido la menor duda sobre su actitud política, no habría ocurrido así.

Tanto para Franz Termer como para su mentor, Karl Sapper, la antropogeografía de Friedrich Ratzel (en la imagen) constituía el denominador común de su ideología. Esta teoría establecía una relación directa entre tierra, raza, clima e historia, y todos los cambios históricos tenían su causa en factores naturales. Este pensamiento geodeterminista sería uno de los pilares de la ideología nazi. / Fuente: Ratzel (1940)

Nacionalismo

El nacionalismo es un tema permanente en las publicaciones de Termer. De manera especial, los alemanes en el extranjero eran, según el etnólogo, un espejo de los valores patrios bajo la fórmula «trabajo y espíritu alemán». Una manifestación positiva de Alemania fuera de sus fronteras eran los colegios en el extranjero, abiertos también para los «nacionales». Pero estos alumnos nunca alcanzarían el nivel de conocimiento alemán. En esa línea, Termer advertía a los alemanes no mezclarse con la población en aquellos países por sus efectos degenerativos.

Es sabido que en Centroamérica los alemanes competían con los norteamericanos, que eran recibidos con gran admiración por sus logros. En 1958, Termer no dudó en volver a publicar un ensayo de 1936 sobre las investigaciones de norteamericanos y alemanes con la misma terminología.

Conclusiones

Aunque Termer es hoy bastante desconocido, esto no significa que no desempeñara un papel importante por su cargo y sus funciones. Disponía de mucha información, especialmente internacional, a la que otros no podían acceder, y participó en muchas decisiones administrativas, como por ejemplo en contrataciones de personal. En sí misma, su cátedra era un privilegio, mientras otros perdían sus puestos académicos por la política de Hitler. Además, él podía viajar y publicar, algo que no hubiese sido posible sin la conformidad del Estado.

Encontramos en su figura y en su obra un interés profundo por la historia colonial y un vínculo fuerte, personal e institucional con su mentor, Karl Sapper. Termer destacó por una visión positiva del colonialismo, arraigada en la antropogeografía de Ratzel. Defendió ideas «raciales» que sirvieron de base para una «geopolítica» colonialista. Su conformidad con los supuestos de Ratzel (teoría orgánica del Estado) desembocó en una actitud política antiliberal que le proporcionó una base sólida para la cooperación con los nazis. La «geografía política» no solo fomentó una concepción determinista («geodeterminismo») del Estado, sino también impulsó un concepto de etnología basado en el pensamiento racial. Uno de sus objetivos principales fue una política racial activa y colonialista, basada en las ideas de segregación y de pureza de sangre.

«La “geografía política” fomentó una concepción determinista del Estado e impulsó un concepto de etnología basado en el pensamiento racial»

La radicalización del discurso de los geógrafos y los etnólogos forma parte de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, cuyos resultados fueron devastadores para Alemania. Fue sobre todo la pérdida de las colonias, estipulada por el Tratado de Versalles, lo que causó entre los geógrafos y etnólogos alemanes un irredentismo insuperable, que dio alas a un nacionalismo cada vez más totalitario y excluyente. Esas tendencias radicales precedieron la política nazi de «sangre y tierra» sin ser una imposición de la dictadura.

El recurso a la visión «orgánica» del Estado llevó metodológicamente al determinismo geográfico, que ignoró los resultados de la sociología y de las Staatswissenschaften (“ciencias políticas”).

Termer representó con su pensamiento, sus actitudes y sus publicaciones una síntesis de la geografía política al estilo ratzeliano y la etnología racial en connivencia con las directrices de las autoridades nazis. Esto pone de relieve la difícil y, en ocasiones, nefasta relación entre ciencia y política.

Un científico internacional como Richard Hartshorne (1899-1992) reconoció a la «geografía política» alemana el haber conseguido un avance notable respecto a las demás ciencias sociales y expresó su respeto por estos logros. Pero no cabe duda de que, por su apoyo al colonialismo, el racismo y el nacionalismo, la geografía política (o «geopolítica») fue precursora del nazismo.

«No cabe duda que, por su apoyo al colonialismo, el racismo y el nacionalismo, la geografía política fue precursora del nazismo»

Hasta el despuntar del nazismo se debatieron enfoques diferentes, críticos y alternativos también en todas las áreas académicas mencionadas (geografía, etnología, sociología, ciencias políticas), mientras que en la obra de Termer se observa una restricción teórica. El problema no fue una falta de diversidad y pluralidad académica, sino la decisión de ignorar esa pluralidad.


1. Siglas de Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei – Auslandsorgani­sation (“Sección Exterior del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán”, conocido popularmente como partido nazi). (Vuelve al texto)


Referencias
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© Mètode 2019 - 102. Ciencia y nazismo - Volumen 3 (2019)
Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Libre de Berlín. Especializado en temas de política internacional. Ha realizado varias estancias de investigación en Israel y ha publicado el libro Franz Termer (1894-1968): Politische Geographie und Völkerkunde (Hamburgo, 2017). Actualmente es profesor en el Colegio Alemán de Valencia (España). [email protected]