La actual situación económica es motivo de una honda preocupación social. El devenir de la crisis económica está cuestionando las mismas bases del estado del bienestar y está generando una situación de desconcierto cuyas consecuencias se están proyectando en el devenir cotidiano de los ciudadanos. Las universidades no están exentas de esta crisis. Las medidas aplicadas por los países europeos para disminuir su déficit público incidirán de forma inevitable sobre las universidades; la situación es de dificultad para todos y nosotros no somos la excepción.
En el momento actual nos encontramos en una crisis socioeconómica de dimensiones incalculables que está afectando a la Universidad de una forma casi paradójica. Por una parte se la ve como una oportunidad de cara a la preparación de profesionales y del desarrollo de políticas de I+D+i que ayuden al desarrollo tecnológico y, por tanto, supongan una oportunidad frente a la crisis. Por otro lado, la Universidad puede ver recortados sus recursos tanto en forma de presupuestos de funcionamiento como posiblemente de un descenso en las subvenciones a la investigación durante los próximos años.
«La propia universidad debe dar respuesta a la crisis, especialmente en cuanto a investigación se refiere»
En cierta forma, la Universidad ha de luchar contra su propia imagen. Es un hecho que las universidades son empresas rentables que, generando conocimiento y desarrollo tecnológico, multiplican las inversiones que reciben. Sin embargo no es esta la imagen que se tiene de la universidad. En más de una ocasión se la considera un organismo de carácter predominantemente docente, apartado e independiente del entorno socioeconómico. Esta imagen no resistiría un análisis de la evolución de la universidad española durante los últimos veinte años. Esta imagen puede poner en entredicho la oportunidad de la inversión en investigación y de la financiación de la propia universidad, sería un grave error caer en este tipo de razonamiento. En un discurso en la Universidad de Navarra, Emilio Botín dijo que el futuro de la economía yace en «la economía basada en el conocimiento y la investigación», algo en lo que las universidades desempeñan un papel protagonista. Así mismo, resaltó que «los recursos públicos y privados destinados a la educación no deben considerarse como un gasto, o sea, sujetos a ajustes presupuestarios». De hecho, en lo que a la universidad se refiere, la respuesta frente a la crisis económica no debe limitarse a aspectos presupuestarios.
Por otra parte, la propia universidad debe dar respuesta a la crisis, especialmente en cuanto a investigación se refiere. En primer lugar es necesaria una optimización en el uso de los recursos. Haciendo algo de autocrítica podemos aceptar que faltan medidas encaminadas a mejorar los costes de la investigación y a coordinar la adquisición y la utilización de los recursos, especialmente en lo que a infraestructuras se refiere. En segundo lugar, se hace necesaria una valoración de la propia investigación que permita definir una serie de líneas cuyo desarrollo puede de hecho ayudar a afrontar el proceso de salida de la crisis. Posiblemente la definición de dichas líneas actuaría también como un mecanismo de captación de recursos procedentes del sector privado, una de las asignaturas pendientes de la financiación de la universidad en el sistema universitario español.
Por todo ello, es necesario que las universidades públicas demuestren día a día su rentabilidad y alto nivel de generación de recursos para la sociedad. En este marco, debe también reincidir el esfuerzo de los investigadores en el momento de divulgar su investigación, desde el rigor y la excelencia. La revista Mètode es un buen ejemplo de cómo la popularización de la ciencia puede llevarse a cabo con exigencia y calidad. Y en estos tiempos tan complicados, creo sinceramente que la comunidad universitaria debe reflexionar profundamente sobre su compromiso social y sobre la necesidad, cada vez más acuciante, de potenciar todos sus recursos para hacer llegar su investigación a todos los ciudadanos.