Jane Goodall y el Espíritu de los Tiempos

Valerie Jane Morris Goodall ha ganado este año el XXVII Premio Internacional de Cataluña. Es una buena ocasión para recordar una historia larga pero breve de contar. En 1958 Jane Goodall viajó a Kenia con una idea muy clara: sumergirse en la naturaleza de África para estudiar y escribir sobre su fauna salvaje. Allí conoció al gran paleoantropólogo Louis Leakey,  pionero de una saga de científicos (prehistoriadores, antropólogos y conservacionistas) apasionados por rastrear los orígenes de la humanidad. ¿De la humanidad? ¿De la hominidad? ¿De la homidad? ¿Por qué no retroceder incluso hasta los primates? En esta atmósfera, la propuesta de Leakey a Jane Goodall fue: ¿Por qué no vas a Gombe (Tanzania) y estudias el comportamiento de los chimpancés salvajes? Jane se pasó meses en el bosque observando a estos grandes simios. Pero un día se quedó atónita con lo que estaba ocurriendo ante sus ojos: un chimpancé adulto se había fabricado un palito cortando primorosamente las ramitas perpendiculares y todas las hojas. A continuación introdujo la herramienta por el agujero de un termitero y, cuando estuvo lleno de insectos, se lo llevó a la boca a modo de cuchara. Jane Goodall acababa de ser testigo de un suceso que obligaba a repensar la esencia misma de lo humano. La reacción de Louis Leakey está en los anales del anecdotario de la historia de la ciencia: «Jane, esto nos obliga a cambiar la definición de ser humano.»

En efecto, en los años setenta había un consenso general de que las herramientas (fabricarlas y usarlas) marcaban la presunta línea roja que separa el ser humano de cualquier otro animal. Desde 1949 la definición comúnmente aceptada era la de Kenneth Page Oakley: «El humano es un animal capaz de fabricar herramientas.» El trabajo de Jane Goodall fulminó la verdad científica vigente. Curiosamente, uno de los científicos más universales de la Universidad de Barcelona, Jordi Sabater Pi, llegó a la misma conclusión de manera independiente. Este descubrimiento encendió un intenso debate que Jordi Serrallonga divide en siete puntos:

«La obra de Jane Goodall está en las raíces del conocimiento que buscamos sobre nosotros mismos»

— Uso de útiles. Algunos pájaros también lo hacen, pero se trata de útiles que ya existen espontáneamente en la naturaleza, como piedras.

— Fabricación de útiles. Las herramientas no solo se usan sino que también se fabrican, esto es, no se encuentran espontáneamente en la naturaleza.

— Fabricación de útiles que solo sirven para fabricar otros útiles. Esta prestación refleja ya un alto grado de anticipación y de sofisticación.

— Mantenimiento de los útiles. No son útiles improvisados de usar y tirar sino que se poseen y se reparan si es necesario.

— Estandarización del útil. Se afina el diseño, es decir, no todo vale: se prueban diferentes diseños y se elige y estabiliza el más idóneo.

— Selección y transporte de la materia prima. No se eligen los materiales que están más a mano sino que se buscan los materiales más idóneos con lo que esto implica: explorar, encontrar, memorizar y transportar aunque sea desde grandes distancias.

— Cultura. Todo lo anterior no es instintivo: ¡se aprende! Esto significa que una misma especie de animales en diferentes zonas no exhibe las mismas prácticas y que las buenas soluciones se convierten en buenas costumbres.

¿Tan importante es la mano? ¿Tan importante es su extensión con una herramienta? Pues significa nada menos que la fase intermedia para pasar de la teoría a la práctica. Y esto es, a su vez, la condición necesaria para el desarrollo del cerebro.

La obra de Jane Goodall está, pues, en las raíces del conocimiento que buscamos sobre nosotros mismos. Ha contribuido también a lo que el filósofo alemán Georg F. Hegel llamó Zeitgeist, es decir, el «Espíritu del Tiempo». Se trata de la atmósfera cultural que impregna toda una época gracias sobre todo a la creación de conocimiento racional, es decir, algo que se consigue más con el método dialéctico que con las creencias y tradiciones. Así ha evolucionado, por ejemplo, el progreso moral y tantas conquistas de la condición humana, aún no del todo consolidadas en el planeta, como la abolición de la esclavitud, la democracia, la liberación de la mujer, la superación del maltrato de género, la libertad de expresión… Empieza una nueva era, la del fin del maltrato a nuestro planeta con toda su naturaleza y su diversidad incluidas.

© Mètode 2015 - 87. El origen de la vida - Otoño 2015

Profesor titular del Departamento de Física Fundamental. Universitat de Barcelona.