En la ventana de una casa de campo encontré dos coleópteros ejecutando una danza incomprensible para mí: la hembra lamía el ápice de los élitros del macho (la foto muestra este instante) mientras que el macho se ponía detrás de ella con la aparente intención de copular. Creo que la diminuta pareja son Ebaeus collaris. ¿Cómo es la vida sexual de estos maláquidos? ¿Cómo se explica su comportamiento, que cualquier humano ignorante de su porqué llamaría sexo oral?
Pregunta enviada por CONSUELO VENTO MARTÍ (València). SERGIO MONTAGUD responde:
En primer lugar, felicitar a Consuelo por su gran pericia entomológica. Conocer que los animales que observaba eran maláquidos y reconocer en ellos a la especie Ebaeus collaris Erichson, 1840, no está al alcance de cualquiera. Estos pequeños escarabajos apenas miden 5 mm de longitud y existen muchas especies similares, de la suya y de otras familias. Es muy interesante el comportamiento que ha observado en estos escarabajos porque precisamente el grupo al que pertenecen –la familia de los maláquidos– son los únicos que lo ejecutan.
El comportamiento que tanto le ha sorprendido forma parte del ritual precopulatorio habitual de muchos maláquidos, algunos pirocroidos y varios antícidos (todos ellos escarabajos). A lo largo del cuerpo, los machos presentan una serie de glándulas integumentarias bien inervadas que los especialistas han denominado «excitadores». Durante el cortejo, el macho los expone a la hembra y segrega unas sustancias que son lamidas por aquella. Parece ser que estas sustancias, compuestas por feromonas, actúan de diversos modos, por un lado, estimulan al macho para proceder con la cópula y por otro aumentan la receptividad de las hembras.
Los excitadores pueden estar ubicados en varias partes del cuerpo, según la especie. En el género Ebaeus se encuentran situados en el ápice de los élitros. Se trata de unos repliegues del tegumento con una forma característica, donde desembocan las glándulas que antes hemos comentado. Así pues, lamentablemente, no es acertado llamarlo «sexo oral» tal y como indicaba Consuelo. Pero tampoco está tan lejos de nuestras fantasías mundanas. Podemos equipararlo a una especie de poción mágica, que el macho elabora con sumo cuidado, gran precisión y mucho cariño para, llegado el gran momento, rendir honores a su dama.
Sergio Montagud. Biólogo. Valencia.