Carrizales de Elche: el rescate ecologista

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© Carlos Martín
 

«El fenómeno ocurrido en los Carrizales constituye una muestra de que disciplinas como la etnobotánica no tienen por qué ser puramente teóricas, sinó que pueden desembocar en acciones directas sobre el territorio»

De un tiempo a esta parte, un colectivo de regantes del sur de la provincia de Alicante se está movilizando para conseguir que las tierras donde cultivan, cerca del parque natural de El Hondo, gocen de un mayor grado de protección ambiental. Sin embargo, esto no siempre fue así, como recuerda Carlos Martín, miembro del Instituto Multidisciplinar para el Estudio del Medio «Ramón Margalef», dependiente de la Universidad de Alicante: «Hace unos años, la organización y la movilización de todo este grupo de personas nos hubiera parecido impensable, pues hasta hace relativamente poco tiempo había un conflicto abierto entre la administración y los regantes, a causa de las restricciones ambientales que imponía el gobierno y la reclamación de los regantes de cimentar las acequias, porque la poda del carrizo cada cierto tiempo les llevaba mucho trabajo», explica Martín. Pero la actitud de los regantes cambió radicalmente, en parte, gracias a la intervención del equipo promotor del proyecto WADI, un programa impulsado por la Unión Europea en 2006 para estudiar los aspectos ecológicos, culturales y socioeconómicos de diferentes sistemas hídricos mediterráneos y norteafricanos. Este proyecto contó con una antena en Elche, donde fue dirigido por Carlos Martín, quien analizó el paraje de los Carrizales, formado por una antigua marjal y un saladar que se habían deteriorado en muy poco tiempo a causa del abandono de las tierras y las pocas perspectivas de futuro de la actividad agraria, que ponían en riesgo la supervivencia del paraje.

El programa WADI, que se desarrolló entre 2006 y 2008, propició el entendimiento entre los regantes y la administración, que comprendió que sin el apoyo de los usuarios de las tierras, el mantenimiento de éstas era impensable. La investigación del proyecto europeo fue la primera todo un conjunto de iniciativas ecologistas que se han emprendido en los Carrizales durante estos últimos años. La diferencia principal estriba en que, mientras que el proyecto WADI fue promovido y ejectuado por personas «ajenas» al saladar –profesionales de la Universidad de Alicante– las últimas acciones han sido idea de la gente de la zona. Según Carlos Martín, el fenómeno ocurrido en los Carrizales constituye una muestra de que disciplinas como la etnobotánica (la ciencia que estudia la relación de los pueblos con las plantas de su entorno) no tienen por qué ser puramente teóricas, sino que pueden servir (y mucho) a la sociedad, y desembocar en acciones directas sobre el territorio. «Con el proyecto WADI nos planteamos si la etnobotánica podía tener un papel real para promover la sostenibilidad de sistemas naturales», explica Martín, quien seis años después se muestra satisfecho con el trabajo realizado. Los estudios etnobotánicos iniciados en los Carrizales han servido, cuanto menos, para «visibilizar» la realidad de una zona y a «poner en valor unos conocimientos agrarios que ya se tenían y que corrían el riesgo de caer en el olvido», enfatiza.

 
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© Carlos Martín
 

«Hasta el momento, han sido varios los logros conseguidos por los regantes, quienes han llegado a solicitar a la Generalitat que pase a considerar el parque de los Carrizales como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA)»

Un corredor ecológico con más de 170 especies de aves

A partir de los estudios realizados en el marco del programa europeo, los regantes del sur de Elche comenzaron a comprender la importancia del espacio que utilizaban para el cultivo y el gran interés que suponía para ellos, y para los habitantes de la zona, la promoción de actividades que garanticen la sostenibilidad del parque. «Normalmente, el agricultor tiende a despreciar cualquier planta que no dé fruto», explica Carlos Martín, «por lo que el interés que sentían por el carrizo era nulo». Con el paso de los meses, esta percepción cambió y a día de hoy la Comunidad de regantes de Carrizales trabaja activamente con otras organizaciones locales para conseguir que se declare oficialmente la zona como Parque Natural Agrario. No obstante, esta denominación resulta complicada en la actualidad, pues no existe esa figura en ninguna normativa agrícola ni ambiental. Con todo, la comunidad sí que cuenta con el beneplácito de todas las administraciones implicadas, y ha establecido contacto con los regantes del Parque Natural Agrario del Baix Llobregat, una zona de agricultura periurbana cerca de Barcelona.

Además, la acción de recuperación del parque no se ha limitado únicamente a las demandas administrativas, sino que han sido los propios regantes quienes han diseñado máquinas de siega respetuosas con el medio y quienes encargaron al biólogo de la Universidad de Alicante Antonio Belda la confección de un inventario etnobotánico de la flora del parque, una herramienta que se ha revelado muy útil para recuperar prácticas que se estaban extinguiendo, como la utilización de vegetales para obtener sosa.

Hasta el momento, han sido varios los logros conseguidos por los regantes, quienes han llegado a solicitar a la Generalitat Valenciana que pase a considerar el parque de los Carrizales como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), con el fin de mantener al máximo la biodiversidad de este enclave natural, un «corredor ecológico» situado entre los Parques Naturales del Hondo y las Salinas de Santa Pola. Más de 170 especies de aves habitan en el parque, como la cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris), la canastera (Glareola pratincola) o la grulla común (Grus grus), así como especies subacuáticas como el emblemático mújol (Mugil) o mamíferos como el erizo (Erinaceus) o la liebre (Lepus sp.). Entre los saladares, las tierras de cultivo, los azarbes de herencia musulmana y las lagunas pueden encontrarse especies como el limonio (Limonium), los juncos (Juncus sp.), la sosa (Sarcocornia) o la camarroja (Cichorium). Y, por supuesto, el carrizo (Phragmites australis). El carrizo, esa especie antaño tan despreciada y que, después de todo, ha acabado siendo el revulsivo para que un paraje olvidado y descuidado se esté recuperando, dando cobijo a decenas de especies cuya supervivencia era cada día más vulnerable, a causa de un modelo de crecimiento que la sociedad se empeña en llevar a cabo de espaldas a la naturaleza. 

José Vicente Bernabeu. Estudiante de Periodismo de la Universitat de València.
© Mètode 2012.

© Mètode 2012

Estudiante de periodismo de la Universitat de València.