¿Qué hizo de la DANA de Valencia tan extraordinaria?

Claves de un comportamiento histórico

La DANA del 29 de octubre ha supuesto un antes y un después en la vida de miles de personas. Un acontecimiento sin precedentes en el este de España que ha dejado a su paso en la provincia de Valencia más de 200 víctimas mortales, calles destrozadas y casas totalmente perdidas. Pero, ¿cuáles fueron las causas que provocaron toda esta devastación? ¿Se podría haber evitado este nivel de catástrofe?

Tanto los factores humanos como ambientales son claves para responder a estas preguntas. La costa mediterránea es propicia (especialmente en esta época del año) a generar este tipo de precipitaciones intensas. La DANA, depresión aislada en niveles altos en la atmósfera, se produce cuando una masa de aire polar frío se queda embolsada en alturas muy altas y, al entrar en contacto con el aire cálido y húmedo del mar Mediterráneo, provoca una descarga de agua abundante y fuertes tormentas. «Esta DANA en concreto fue tan devastadora porque estuvo muchos días anclada, dando vueltas por la zona sur de España y en el Mediterráneo», explica María José Estrela, catedrática de Geografía en la Universidad de València. «Tenía el combustible perfecto: grandes dimensiones, embolsamientos de aire muy frío y un Mediterráneo especialmente caliente».

Estas precipitaciones fueron especialmente masivas el día 29 de octubre, dejando en localidades como Chiva más de 490 l/m2 o en Cheste más de 390 l/m2, cantidades que equivalen a lo que llueve en un año en estas zonas, pero que cayeron en menos de 24 horas. Precisamente es alrededor de este lugar donde se encuentra la cabecera de la rambla de Poyo, que se desbordó a las pocas horas de comenzar las precipitaciones. La distribución de la precipitación en la zona fue clave a la hora de explicar esta circunstancia. Al llover de forma masiva en el inicio, las poblaciones que se situaban a mitad o final del barranco –y donde no llovió apenas– no tuvieron la percepción de que una enorme masa de agua se dirigía hacia ellos.

Por otra parte, la red de drenaje de pequeños ríos y barrancos de la zona fue incapaz de soportar tal cantidad de precipitación en tan poco tiempo. El caudal del mismo barranco de Poyo se multiplicó por seis en apenas dos horas y llegó a alcanzar el equivalente a cuatro veces el caudal del río Ebro, algo que superó por completo a toda el conjunto de ríos de la zona y que provocó que una cantidad torrencial de agua inundara todas las carreteras y pueblo por los que pasaba.

Además, existe el factor del cambio climático. Esto influye cada vez más a que eventos naturales extremos tengan lugar de una manera más frecuente. «La violencia de esta DANA no es del todo casualidad. Las lluvias torrenciales son características del clima mediterráneo», comenta María José Estrela. «El cambio climático potencia esta circunstancia. El mar Mediterráneo se calienta y genera una mayor energía que al entrar en contacto con la DANA genera una inestabilidad más virulenta», explica la profesora.

Más allá de estos factores naturales, se encuentra la acción humana. La ocupación del suelo de la zona inundada también resulta clave para comprender la magnitud de lo ocurrido. Alrededor del barranco de Poyo, se sitúan muchos municipios del área metropolitana de Valencia. Estas zonas densamente pobladas se vieron totalmente superadas por el desbordamiento de agua que, al encontrarse con calles llenas de edificios y coches que se fueron amontonando, provocaron que se estancara y que el nivel del agua alcanzara hasta los tres metros en algunas zonas.

No podemos olvidar, sin embargo, un último factor. La alerta tardía por parte de los responsables políticos condujo a generar una situación de caos total en los pueblos afectados. Pese a los avisos de la AEMET los días previos, la respuesta llegó cuando muchas de esas localidades ya estaban totalmente superadas por el agua. El resultado de esta DANA, con más de 200 fallecidos, la necesidad de mejorar los mecanismos de alerta existentes ante unos fenómenos meteorológicos que, según los expertos, no harán sino aumentar en frecuencia y en gravedad como consecuencia del cambio climático.

© Mètode 2024
Estudiante de Periodismo de la Universitat de València.