Jorge Cruz Orozco: «El hecho de que existiesen neveras en las montañas nos habla de un clima más riguroso»

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jorgecruz_portadaIrene Yuste

Jorge Cruz Orozco es doctor en Geografía y conservador del Museu Valencià d’Etnologia. Los pozos de nieve constituyen, desde hace años, una de sus líneas de investigación. Lo visitamos en su lugar de trabajo, que se encuentra en las salas de reserva o almacenes del Museo de Etnología, en el antiguo Hospital Psiquiátrico de Bétera. Nos confiesa que desde principios de los ochenta se sumergió en la investigación sobre los pozos de nieve por su afición al excursionismo de montaña: «toda mi vida, desde muy joven, he caminado por las montañas y por los pies me entró la afición por la geografía». Se puso a trabajar de lleno en el tema gracias a una beca que recibió del Instituto Alfonso el Magnánimo y convirtió aquella investigación en su tesi de licenciatura. «De alguna manera, elegir como tema de investigación el comercio de la nieve justificaba o le daba otra faceta a mis excursiones, y eso me gustaba», explica. En 1995 realizó un inventario de los pozos de nieve del País Valenciano para la Conselleria de Cultura, junto a José María Segura, director del Museo Arqueológico Municipal de Alcoy.

¿Qué influencia tuvo la economía del hielo en nuestras tierras?
El comercio de la nieve suponía para las familias de comarcas de montaña una entrada de monetario. En las zonas de venta de la nieve, o sea, en las ciudades, cabe destacar que algunos comerciantes importantes se dedicaban a este negocio, lo que nos obliga a pensar que daba beneficios. El mariscal francés que durante la invasión napoleónica entró en Valencia impuso unas indemnizaciones a la ciudad y los ciudadanos decidieron que eso se debía pagar de acuerdo a la fortuna que tuviese cada vecino. La persona que más aportó para pagar la indemnización de guerra fue el arrendatario del abastecimiento de nieve de la ciudad de Valencia. En la ciudad de Alicante el derecho a proveer a la ciudad de nieve se subastaba anualmente y, con los importantes beneficios que se obtenían, el ayuntamiento pudo instalar el primer alumbrado público a base de gas.  

¿De ahí el refrán castellano «año de nieves, año de bienes»?
[Ríe] No sé si viene por eso o si viene de que la nieve significa también un abastecimiento de agua importante. En todo caso es un buen refrán que permite ilustrar que la nieve ha sido beneficiosa para muchas comarcas. 

¿Por qué cayeron en desuso los pozos de nieve?
Por razones económicas causadas fundamentalmente porque la competencia del hielo fabricado de manera industrial era insoportable para el hielo natural. No podían competir en precios ni en facilidad de producción. Es una causa económica, detrás de la cual hay una causa en parte climática, que es la desaparición de la Pequeña Edad del Hielo que favoreció la recogida de nieve en las montañas mediterráneas. Salvo algunas utilizaciones muy puntuales en zonas donde la distribución de hielo industrial desde las ciudades costeras no era suficientemente ágil, o en otras circunstancias muy determinadas, desapareció la actividad de los pozos de nieve por completo. Pero en la postguerra sí que hemos podido documentar la utilización de algún depósito en zonas de montaña, donde se guardaba nieve por la escasez de hielo artificial producida por los cortes en el suministro eléctrico.

 

  jorgecruz_llibreslateralIrene Yuste

jorgecruz-llibrelateralIrene Yuste

«Hemos podido documentar la utilización de algún depósito en zonas de montaña, donde se guardaba nieve por la escasez de hielo artificial producida por los cortes en el suministro eléctrico»

jorgecruz_dinsIrene Yuste    


¿Cree que la importancia del comercio del frío en el País Valenciano ha tenido consecuencias sociales y económicas a lo largo de los últimos siglos para las comarcas interiores?
Sí, claro que sí, suponía extender la ocupación del territorio y la actuación sobre éste a zonas muy de montaña. Tener pozos de nieve allí donde cae la nieve significa que, además del pozo, tiene que haber un camino, un abastecimiento de materias vegetales para el trabajo de conservación y también un transporte para el verano, cuando se baja la nieve a las ciudades. En definitiva, significa gestionar el territorio. En ese sentido el comercio del frío, junto a otras actividades, como el pastoreo o la agricultura de montaña, forma parte de la estrategia global que la sociedad tradicional valenciana utilizó para sobrevivir. Aquellos que vivían en las zonas de montaña contaban con un recurso más, que era la nieve, un conservador natural del frío. Eso nos ayuda a entender cómo las sociedades tradicionales de la montaña mediterránea han sido sociedades polivalentes. Si el paisaje se tenía que modificar para mejorar la recogida de la nieve, se hacía. Así, sí que fue un agente más de transformación del territorio y de supervivencia de la sociedad tradicional.

¿Podría relacionarse la localización de los pozos de nieve en el País Valenciano con el cambio climático?
Sin duda, en el País Valenciano actualmente la mayoría de pozos de nieve no podrían llenarse con la nieve que cae en sus alrededores. Se construyeron a altitudes ahora sorprendentes. En la Vall d’Albaida hay pozos de nieve por debajo de los 500 metros de altitud. Eso quiere decir que cuando se construyeron y se explotaron, el clima era más riguroso y sí que permitía un abastecimiento regular de nieve. La explicación se encuentra en las oscilaciones históricas que ha tenido el clima. Se produjo un episodio de inferior duración e importancia a una glaciación, lo que se conoce como una pulsión glaciar y que ha recibido el nombre de la Pequeña Edad del Hielo, que permitió la recogida de nieve y su conservación. Cuando este período empieza a desaparecer marca el final de la época dorada del comercio del frío en el País Valenciano.

¿Pueden ser los pozos de nieve indicadores del cambio climático?
Sí, son indicadores, aunque relativamente limitados. No vamos a encontrar allí restos que nos aclaren más sobre el cambio climático, pero son unas evidencias en sí mismos. El hecho de que existiesen neveras en las montañas, que ahora podemos saber cuánta nieve reciben al cabo del año, en sí mismo nos habla de un clima más riguroso. Por lo tanto, es una evidencia, pero una evidencia limitada y poco matizada. La vía de estudio importante son los archivos que ya están apareciendo. En los archivos se podrían establecer series largas, extraídas de la administración de los pozos de nieve, que permitirían dibujar lo que serían, por lo menos, las precipitaciones de nieve en el siglo XVIII y eso se podría comparar con las situaciones actuales. El trabajo de los paleoclimatólogos, las técnicas estadísticas, etc. permitirán ayudar a la reconstrucción del clima histórico junto a los datos de cosechas o los datos sobre las procesiones propluvium o proserenitate, que se hacían para pedir que lloviera o para que dejara de llover. Todos estos datos de archivo, van componiendo una especie de puzle que servirá para reconstruir el clima histórico.

 

«El comercio del frío, junto a otras actividades, como el pastoreo o la agricultura de montaña, forma parte de la estrategia global que la sociedad tradicional valenciana utilizó para sobrevivir»

«En el País Valenciano actualmente la mayoría de pozos de nieve no podrían llenarse con la nieve que cae en sus alrededores. Se construyeron a altitudes ahora sorprendentes»

jorgecruz-croquis-dinsIrene Yuste    

Algunos autores sugieren que los pozos de nieve son edificaciones de arqueología industrial y por esta vía apoyan su conservación y recuperación. ¿Cómo cree que se podrían mantener?
En alguna época nosotros también hemos empleado el concepto de arqueología industrial pero, bien pensado, no es arqueología industrial, porque la recogida de nieve no es una actividad industrial, sino artesanal. Es una actividad que se lleva a cabo mediante técnicas tradicionales, con una fuerza de trabajo humana o animal y mediante técnicas que no comportan en ningún caso la utilización de una fuerza motriz externa, que es lo que en parte determina la industrialización. Entonces, creo que la expresión o adscripción de los almacenes del frío natural a la arqueología industrial no es correcta. No obstante, es cierto que forma parte de un abanico de edificaciones del mundo tradicional que no sabemos muy bien dónde adscribir, y en las que encontramos también desde el molino hasta la herrería. De todas formas, el patrimonio no necesita de una adjetivación para ser valioso y recibir medidas de conservación, protección y revalorización. Son patrimonio en el sentido que son edificaciones que nos hablan de la historia, que contienen en sí mismas una documentación, una explicación de cómo se ha vivido y de cómo se ha gestionado el territorio de montaña en el mundo mediterráneo.

¿Cuál es el estado actual y futuro de la conservación de los pozos de nieve en el País Valenciano comparado con otros lugares del Mediterráneo?
Creo que estamos en un buen momento. Cuando comenzaron las investigaciones sobre el comercio del frío a principios de los ochenta, los pozos de nieve estaban olvidados, nadie se interesaba por ellos y si estaban demasiado cerca de un casco urbano o camino, lo único que presentaban era un peligro de que cayera alguien, por lo que algunos pozos se enterraron para evitar peligros. Ahora es al contrario, en los últimos años incluso se han excavado algunos que habían sido enterrados y se han recuperado. Hoy en día la red de depósitos de nieve del País Valenciano es suficientemente conocida y valorada. En la mayoría de pueblos de montaña donde se encuentran estos depósitos, la población, los propios concejales, alcaldes o las asociaciones culturales, ya saben que tienen un elemento que forma parte del patrimonio y no se hacen intervenciones agresivas contra estos pozos. Al contrario, tenemos media docena de pozos restaurados y en este momento dos pozos han sido convertidos en museos, que nos permiten entender lo que fueron estas edificaciones.

¿Considera que es suficiente la divulgación de los paisajes del frío?
A mí me gustaría que hubiera más [ríe], pero ahora, desde luego, tenemos más oportunidades para conocer lo que fue el comercio del frío. La nevera dels Regatxols en Ares del Maestrat ha sido convertida en centro de interpretación y la Cava de Sant Blai en Bocairent ha sido también convertida en museo. Estos dos puntos son capitales para entender lo que fueron los pozos y conocerlos. Hay inventarios donde puedes consultar dónde se encuentran; si están cerca de algún itinerario de excursionismo balizado, normalmente están señalizados, por lo que es mucho más fácil visitar los pozos de nieve. Recientemente se ha hecho de nuevo una intervención de conservación a la Cava Gran de Mariola en Montcabrer. Por lo tanto, creo que ahora sí que existen más medios y disponemos de más bibliografía a nuestro alcance para sumergirnos en la temática.

Teresa Coll. Estudiante de Periodismo de la Universitat de València.
© Mètode 2015.

Para saber más:
El último pozo de nieve de la sierra de Aitana, por Pablo Giménez-Font
Los paisajes del frío, por Jorge Cruz Orozco

  «La nevera dels Regatxols en Ares del Maestrat ha sido convertida en centro de interpretación y la Cava de Sant Blai en Bocairent ha sido también convertida en museo»
© Mètode 2015

Estudiante de periodismo de la Universitat de València.