José María Martín Moreno

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Una carta publicada en la prestigiosa revista médica The Lancet ha llevado José María Martín Moreno, catedrático de Medicina Preventiva de la Universitat de València y asesor de la Oficina Europea de las OMS, a aparecer en diversos medios de comunicación en las últimas semanas. En el texto, así como en las declaraciones posteriores, el profesor manifiesta su preocupación por la reacción internacional ante la epidemia del Ébola que azota algunos países de África, que considera injusta e insolidaria. Además, advierte que fuera del continente africano se han tomado unas medidas de prevención excesivas. Como muestra, las imágenes de personal médico enfundado en complejas vestimentas que no han hecho más que « espectacularizar» la situación y generar un nivel excesivo de alarma, según la opinión del catedrático. José María Martín Moreno se muestra crítico con el empecinamiento por encontrar un tratamiento en un tiempo récord y apuesta, en su lugar, por controlar la infección en el foco de origen reforzando para ello los sistemas sanitarios de los países por donde se está extendiendo el virus.

¿Cree que se ha generado un nivel de alarma excesivo respecto al Ébola?
La situación de la enfermedad por el virus del Ébola es muy seria y no voy a minimizarla. Esto es así sobre todo para los países afectados, los países del África Occidental. Empezando por Guinea Conakry, que es donde se inició el primer caso humano a partir de contagio por reservorio animal (lo que se denomina «caso índice»). Después ha habido casos en Liberia, Sierra Leona, Nigeria y últimamente en Senegal y República Democrática del Congo. Y desgraciadamente parece que sigue ampliándose. Hay más de 3.200 casos y ha producido como mínimo 1.650 muertes. Eso es una infraestimación. Médicos Sin Fronteras estima que por lo menos hay 20.000 casos. Es una tragedia humana. Pero si la pregunta es si se ha generado una alarma excesiva en nuestro entorno y en nuestra forma de reaccionar, entonces sí. Excesiva porque la gente no es consciente de que no ha habido ningún caso de infección persona a persona en España. Tampoco en cualquier otro país de Europa o en Estados Unidos. Sin embargo, estamos todos «histéricos», por si acaso existe la remota posibilidad de tener algo parecido a lo que ha provocado miles de muertos en otros lugares y que hasta ahora no merecía nuestra atención. Esto es lo que a mí me indigna. Nuestra situación es privilegiada. Eso no quiere decir que se ha exagerado la situación en África, que es muy seria, y es donde necesitamos poner todos los esfuerzos y ayudarles a que sus sistemas sean capaces de sostener esto, controlarlo en origen. Y que no se vayan huyendo los médicos, que es lo que está pasando. La gente se está muriendo no de Ébola, sino porque no hay profesionales médicos y de enfermería para atender los partos, las neumonías… Es un tema muy serio.

Se ha reproducido mucho en periódicos y televisiones la imagen de personal médico con una compleja vestimenta preventiva quizás excesiva. ¿En qué medida han colaborado los medios a crear esta alarma?
Eso es una espectacularidad para llamar la atención. El virus del Ébola se transmite por contacto a través de fluidos, difícilmente a través del aire. Desde ese punto de vista, algunas medidas no eran necesarias. Los trajes, salvo en casos concretos, son absolutamente innecesarios, a parte de incómodos. Con bombonas presurizadas para que el que lo lleva respire el aire que lleva en la bombona, como si fuera un buzo. Esos trajes son carísimos, y eso en una situación de crisis económica también hay que tenerlo en cuenta y, además, no se los pueden permitir los países pobres. A consecuencia de eso, todos los que están alrededor ven que nadie tiene el traje más que unos cuantos privilegiados. Por lo tanto, hay ciudadanos de primera con el «traje espacial» y el resto de mortales sin nada, incluso sin guantes de látex. Para prevenir el contagio es necesario simplemente llevar unos guantes adecuados, una bata impermeabilizada, una mascarilla sencilla y unas gafas. Con eso estás perfectamente protegido. El resto es dar un mensaje contradictorio, porque mientras se transmiten esas imágenes, la OMS está diciendo que no se deben suspender los vuelos a esos países porque el riesgo de contagio es poco probable. Y entonces… ¿A qué viene tanto equipo de protección individual exagerado? En resumidas cuentas, la probabilidad de que se transmita a nosotros es relativamente baja y esos trajes terminan siendo innecesarios, incómodos, ineficaces… Además, en la vida hay que tomar decisiones: o tratas al enfermo o te pones el traje, porque con el traje no se puede hacer casi nada. Una cosa de sentido común es que eso da miedo, porque dices: ¿y yo por qué no puedo tener ese traje? Eso es lo primero que dice todo el mundo, incluidos los médicos. En Sierra Leona se han ido prácticamente todos los profesionales sanitarios. Eso es lo que han conseguido con esos trajes. Exagerar la situación, hacerla espectacular, y generar miedo. La verdad es que es muy llamativo desde el punto de vista mediático porque da una sensación de falsa seguridad, pero a la hora de la verdad quitan normalidad al hecho de que los enfermos son seres humanos, que son tratables, que se les puede atender con dignidad, y que se puede uno proteger sin necesidad de hacer muchos aspavientos espectaculares. El traje tiene sentido en algunas situaciones muy concretas: cuando uno está manipulando el virus directamente en un laboratorio, cuando un médico está haciendo una intubación orotraqueal, cuando está haciendo una maniobra invasiva, por ejemplo abrir el tórax… Pero para enfermos normales o para casos sospechosos no hace falta llevar esos trajes de protección individual.

 

 

«La solución no está en los tratamientos elaborados de forma rápida y no segura. Es más eficaz y eficiente apoyar a los sistemas sanitarios de los países afectados»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«El riesgo que a mí me preocupa más es el de la vía sexual, del que no se habla lo suficiente. Habría que recomendar la abstinencia o el uso de preservativos al menos durante dos meses tras superar la infección»

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«Los equipos de protección individual han conseguido exagerar la situación, hacerla espectacular. Es muy llamativo desde el punto de vista mediático porque da una sensación de falsa seguridad»

Aunque de momento en el Estado español no tenemos riesgo, ¿estamos preparados para hacer frente a esta enfermedad?
El riesgo cero no existe nunca. Y en el contexto de comprender ese riesgo, lo que a mí me preocupa más es el que está asociado a la vía sexual, del que no se habla lo suficiente. Habría que recomendar bien la abstinencia o el uso de preservativos. Un hombre, aunque haya superado ya la enfermedad con dos controles negativos, puede contagiar el virus a través del semen hasta siete semanas después (prácticamente dos meses). Y esa es la vía más fácil de contagio si no llegamos a controlar la infección en origen y empieza a diseminarse en nuestra población. Entonces, llegado el caso, sí se podría empezar a transmitir entre nosotros. Yo estoy convencido que, de todas maneras, tenemos un sistema sanitario público muy competente y con profesionales muy cualificados y, a su vez, tenemos una cosa que ellos no tienen: laboratorios acreditados y de reconocido prestigio, como el Instituto de Salud Carlos III que está en Majadahonda (Madrid). Sabemos hacer los diagnósticos y las pruebas correctas. Allí no hay nadie que sepa hacer eso. Si unes todo eso y una capacidad de acción y de profesionalidad claramente contrastada, en nuestro país estamos en una situación de privilegio. Y si no nos ponemos histéricos, podremos controlar perfectamente los potenciales casos siguiendo los protocolos que están establecidos.

¿Por qué cree, según recogen distintos medios, que la comunidad internacional ha reaccionado «tarde y mal»?
Porque nos estamos fijando en la obsesión de correr en el desarrollo acelerado de vacunas y de tratamientos o terapias efectivas para la enfermedad. Lo de las vacunas se está haciendo con más seriedad, dentro de lo que cabe. Pero los tratamientos que se están probando son muy costosos, se han desarrollado de forma improvisada y no están nada contrastados… El ejemplo más claro es el suero ZMapp, que además han tenido la desfachatez (o llámese falta de visión táctica) de no utilizarlo en ninguna de las personas africanas infectadas. Decidieron guardado para los occidentales blancos. Por fin el presidente Obama, ante esa indignidad, dio orden hace unas dos semanas de que se utilizara en Liberia. Y Sierra Leona también ha solicitado que se les posibilite acceder a esta terapia experimental. Yo creo que la solución no está en los tratamientos, sabiendo que esta enfermedad data de 1976, y hasta ahora no hemos sido capaces de encontrar una vacuna o un tratamiento. Me parece de orden frívolo, por no decir otra cosa, querer que en dos o tres semanas nos inventemos lo que no hemos sido capaces de encontrar en 38 años. Es mucho más fácil e importante apoyar a esos sistemas sanitarios para que sean capaces de afrontar lo que tienen encima. En el momento en el que ellos controlen la enfermedad en origen, no nos llegará aquí.

¿Considera que se han tratado todos los casos con igualdad en esta epidemia?
En absoluto. Me parece un ejemplo claro de desigualdad, y nos deberíamos avergonzar como seres humanos. Hemos ignorado la tragedia de la gente que estaba sufriendo la enfermedad o muriendo. Cuando necesitaban algo no hemos ni intentado ayudarles. Y, sin embargo, a los que eran «de otra categoría» (de nuestras nacionalidades) los hemos tratado de manera diferente. Me parece un ejemplo clarísimo de desigualdad y de falta de solidaridad.

En una conferencia en el Consell Valencià de Cultura afirmó que existen intereses ocultos detrás de las terapias y vacunas contra el Ébola. ¿A qué se refiere?
Ante tanto deseo de mostrar, incluyendo la exageración en los medios de comunicación, esa imagen tan espectacular, en vez de transmitir la parte de trato sensible humano, se ha hecho énfasis en todo lo que han sido los equipos de protección individual, que además eran de colores llamativos, el traslado del padre Pajares, los dos misioneros americanos, las posibles soluciones del ZMapp… Ahora mismo no hay pruebas suficientes para afirmar que el suero es bueno o es malo, y mientras tanto esa compañía ha subido quinientas veces su valor en bolsa. El intento de que todo esto parezca muy complicado hace que aunque no haya ningún caso en España estemos todos asustados, por lo que se traslada a nuestra mente que la única solución es fabricar un medicamento a una gran velocidad, incluso saliendo fuera de los estándares científicos establecidos… Transmite el mensaje de que los muertos en África se iban a morir de todas maneras pero cuando llegue el virus aquí vamos a tener una pildorita o un suero que nos va a salvar a todos los de nuestra clase superior.

¿Cree que la alarma generada respecto a esta epidemia es comparable a la que se ha vivido en otras ocasiones, como en el caso de la gripe A en 2009?
Cada caso es distinto. A veces hay una exageración y a veces incluso una minimización del problema. El problema de la pandemia de 2009 pudo ser muy serio. Al final evolucionó de una manera bastante controlada. Luego lo que ocurrió es que se descubrieron ciertos intereses ocultos que generaron falta de credibilidad y sospechas en la gestión del problema: deseos de propiciar la venta de tratamientos antivirales, el aprovisionamiento de ciertos fármacos (como el Oseltamivir, conocido como Tamiflu, que había comprado todos los ingredientes disponibles necesarios para su desarrollo, por lo que había un monopolio sin alternativas)… Incluso fue triste ver a algunos famosos virólogos a los que luego se descubrió que tenían vínculos de interés con ciertas empresas. Eso decepcionó mucho a mucha gente. Pero no hay que perder de perspectiva que el tema de la gripe es muy serio y se lleva miles de vidas todos los años. El caso actual es distinto. En el caso de la enfermedad por virus de Ébola no hay aún tratamientos que hayan demostrado ser efectivos. Se están inventando, y ojalá se consiga, pero habrá que hacerlo con rigor y siguiendo los procedimientos que aseguren su efectividad y seguridad.

Felip Pineda. Periodista. Revista Mètode, Universitat de València.
© Mètode 2014.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«No hay pruebas suficientes para afirmar que el denominado “suero milagroso” experimental es bueno o es malo, y mientras tanto esa compañía ha subido quinientas veces su valor en bolsa»

© Mètode 2014
Periodista. Revista Mètode, Universitat de València.