La controversia de la violencia

Un artículo de la revista 'Nature' esclarece el origen de la violencia en humanos

Comportaments violents en cérvols

¿La violencia humana viene dada por nuestro recorrido evolutivo y no podemos escapar de ella, o bien nos hace violentos el ambiente en el cual vivimos? Esta es una de las preguntas que ha tratado la filosofía a partir del siglo XVII, en un debate protagonizado por Thomas Hobbes y su obra Leviatán, donde sostenía que somos violentos por naturaleza, y por Jean-Jacques Rousseau, que argumentaba que el hombre tiene una naturaleza bondadosa que con el paso de los años la sociedad corrompe.

Hembra de hámster muestra comportamiento violento

Fotografía donde una hembra de hámster muestra un comportamiento violento frente a un macho de su misma especie. / Frank Scherbarth

Si encendiéramos la televisión y escucháramos el telediario, podríamos oír algunas barbaries que están ocurriendo en países en conflicto, o un nuevo caso de violencia de género en nuestro país. Seguramente, desde nuestro cómodo antropocentrismo pensaríamos que estos sucesos salvajes provienen únicamente de nuestra parte irracional, natural; que nosotros, que actuamos de manera racional, no seríamos capaces de realizar esos actos tan crueles. En ese caso, entraríamos automáticamente a formar parte de la controversia apoyando a Hobbes.

El pasado 28 de septiembre, la ciencia entró en el debate con un artículo de José María Gómez, Miguel Verdú, Adela González-Megías y Marcos Méndez, publicado en la revista Nature. Este no solo contesta a esta pregunta filosófica, sino que además pone de manifiesto que el ser humano no es la especie más violenta entre los mamíferos y que los niveles de violencia han variado a lo largo de nuestra historia como Homo sapiens. En este estudio solo se trata un tipo de violencia denominada «violencia letal», es decir, violencia proferida de un individuo a otro de la misma especie. En este tipo de violencia se incluyen guerras, peleas, asesinatos, ejecuciones, etcétera. En este caso se utilizó una medida en forma de porcentaje, para calcular cuántas muertes de cada cien eran culpa de un individuo de la misma especie. Los resultados no tardaron en hacerse patentes, y es que las posturas de Hobbes o Rousseau no son tan contrarias como se podría pensar de primeras, sino que ambos tenían razón. Nuestro comportamiento violento viene determinado por nuestra naturaleza, por nuestro relato filogenético más antiguo, pero también por la estructura social en la que vivimos.

Si observamos con más detenimiento la parte evolutiva de nuestra «violencia letal», podemos apreciar que es un comportamiento infrecuente entre los mamíferos, pero que está ampliamente extendido entre las diferentes especies (un total de 1024) que se estudiaron para este artículo. Con esto, encontramos diferencias entre los grupos de mamíferos: mientras algunos como las ballenas o los murciélagos casi no presentan especies violentas, en otros grupos ocurre lo opuesto y la mayoría de especies de dichos grupos presentan comportamientos violentos. Algunos ejemplos de este segundo caso serían los suricatos, que matan a un nada envidiable 19,36 % de sus individuos, o el león marino de Nueva Zelanda, cuyo mismo porcentaje alcanza el 15,31 %.

Al fijarnos en nuestra historia evolutiva, podremos observar que la violencia se mantiene alta en cuanto nos acercamos a nuestro grupo, el de los primates. Aquí tendríamos el ejemplo de el mono araña negro (3,34 % de individuos muertos a manos de miembros de la misma especie) o el lutung (5,56 %). En cambio, si detenemos nuestra atención en el grupo Hominoidea esta violencia disminuye; así, por ejemplo, el bonobo presenta un 0,68 % y el gorila occidental 0,14 %.

Pelea entre dos perros

Pelea entre dos perros. / Alex E. Proimos


Al centrarse más en nuestra historia reciente ya como Homo sapiens, los investigadores observaron que desde un 3,97 % en el Paleolítico, el porcentaje de violencia letal fue aumentando poco a poco hasta llegar a un máximo en la Edad Media (12,08 %). A partir de entonces, la violencia fue ido disminuyendo paulatinamente como norma general hasta llegar nuestros días (1,33 %). La idea de que nuestra especie es ahora menos violenta no es una novedad, ya que en 2011 el psicólogo Steven Pinker escribió un libro titulado The better angels of our nature: why violence has declined, en el que el autor sostenía que fuimos más violentos en el pasado, pero que factores sociales, como las leyes o la educación, han rebajado este nivel de violencia.

El grupo de investigación también se fijó en el efecto del ambiente en la violencia. En el estudio identifican cuatro tipos de sociedades: estado, tribu, cacicazgo y bandas. Al realizar este análisis se dieron cuenta de que en sociedades estado, la violencia letal ha disminuido hasta el 1,33 %, mientras que ha aumentado en las bandas (10,27 %) y las tribus (3,90 %). De esta manera, el estudio observa que los seres humanos no respetamos una ley ecológica que aboga por una mayor violencia letal cuando mayor es la densidad de una población. Asimismo los autores del artículo se percataron de que había dos factores determinantes del comportamiento que favorecen uno violento: que una especie sea territorial o no (siendo más violenta la territorial) o que la misma se organizara en sociedades (más violenta) o de forma individual.

Con todo esto, este estudio ayuda a esclarecer un tema filosófico reciente gracias a abrumadores datos, una búsqueda bibliográfica muy extensa y una matemática compleja.

© Mètode 2016

Estudiante de biología de la Universitat de València.