La gestión del Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa

Reflexiones en el horizonte del 2030

Vall d'en Bas

Desde el año 1982, en el que el Parlamento de Cataluña declaraba el Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, son treinta años largos de gestión que, a pesar de que en ningún momento han estado exentos de dificultades, han dado lugar a un modelo generador de experiencias exitosas reconocidas internacionalmente y a menudo pioneras, en el ámbito de todo el Estado español y Europa.

Hoy, ciertamente la gestión de la zona volcánica de la Garrotxa se enfrenta a algunas especificidades que le son propias como, por ejemplo, la demanda de infraestructuras, servicios y otras actividades derivadas de la singular humanización de la zona, pero tampoco es ajena a los cambios que se producen más allá de sus límites. El cambio climático, los cambios de tendencia en el sector agropecuario, las nuevas corrientes en el campo del turismo y el uso social de la naturaleza, o los mismos compromisos derivados de la implantación de la red Natura 2000 y otros mandatos internacionales son buenos ejemplos.

En un contexto de cambio global, tanto en el ámbito social, económico como ambiental, la gestión de los espacios naturales tiene que ser necesariamente adaptativa y tiene que poder ajustarse en cada momento en función de los cambios en el entorno y del grado de consecución de los objetivos de conservación que pongan de manifiesto los programas de seguimiento y evaluación. Igualmente, la gestión tiene que incorporar fórmulas de entendimiento y complicidad que impliquen a las administraciones locales, las entidades ambientales y también propietarios, particulares y otros agentes privados, en función de las características y necesidades de cada territorio.

«La gestión del Parque requiere aumentar la participación individual y colectiva en su conservación»

Afortunadamente, hoy por hoy, en la zona volcánica de La Garrotxa se dan dos circunstancias que son básicas para afrontar el futuro con garantías. Por un lado, la existencia de una población local concienciada, que aprecia y valora el patrimonio natural privilegiado que la rodea y, por otra, el hecho de que la protección de este patrimonio con la existencia del Parque Natural y otras figuras de protección es una realidad plenamente aceptada y, cada vez más, vivida como un activo territorial en términos socioeconómicos en un entorno, a la vez, excepcionalmente humanizado y con una intensa actividad económica, fuertemente industrial.

Este hecho no es anecdótico porque la gestión requiere ampliar la concienciación de las personas en relación con el patrimonio natural y la biodiversidad y, paralelamente, aumentar la participación individual y colectiva en su conservación.

El instrumento propio de planificación y gestión del Parque, el Plan especial de la Zona Volcánica de La Garrotxa (2010), ya recoge la necesidad del fomento de la participación y de la gestión concertada, y dispone que la actuación de los órganos del Parque se dirigirá a conseguir la máxima participación de los sectores públicos y privados en su gestión mediante la cooperación y la concentración.

Un buen ejemplo en esta dirección es el convenio firmado recientemente con la asociación Cercle EURAM Garrotxa, una asociación sin ánimo de lucro que cuenta, entre sus socios, con empresas y entidades de la comarca, y que tiene como finalidad contribuir a la mejora de la realidad socioeconómica de la Garrotxa, en el seno del eurodistrito de la Euroregión del Arco Mediterráneo (EURAM). Este convenio tiene por objetivo establecer un marco de colaboración entre las partes que permita establecer una relación activa y positiva entre el Parque Natural y el sector industrial, con el que convive en el mismo territorio, con tal de coordinar e impulsar acciones conjuntas que puedan reportar beneficios y oportunidades tanto para la industria como para el mismo espacio protegido. Todo ello se basa en el convencimiento de que la naturaleza es motor de desarrollo local y de dinamización económica y amplifica los beneficios y las oportunidades económicas en todos los sectores.

Esta experiencia, que también implica el apoyo económico de acciones y proyectos concretos, entronca directamente con otra de las cuestiones capitales en la gestión del Parque en los próximos años: el financiamiento. Obviamente esta cuestión sobrepasa el Parque y probablemente implica implantar, con carácter general, instrumentos financieros y de fiscalidad favorables a la conservación del patrimonio natural. No obstante, deberá trabajarse también para explorar fuentes de financiamientos próximas y complementarias como el convenio ya descrito, las tasas y precios públicos para determinadas actividades y servicios, o sistemas de retorno económico de la actividad turísticas (visitors payback) que son habituales en otros entornos.

«Resulta fundamental encontrar instrumentos para que las actividades agrarias y forestarles intedren la conservación de la biodiversidad en sus modelos de explotación»

A propósito del turismo, como actividad que cuenta con el medio natural como activo en muchas de sus modalidades, se ha de destacar la importancia de la integración de los objetivos de conservación de la naturaleza en las políticas sectoriales. Como la turística, la actividad agrícola y la actividad forestal son ámbitos económicos que se apoyan fuertemente sobre el medio natural y sus recursos. Por tanto, resulta fundamental encontrar mecanismo e instrumentos para que las actividades agrarias y forestales integren la conservación de la biodiversidad en sus modelos de explotación.

Profundizando en el fenómeno turístico, es un hecho reconocido que el turismo de naturaleza es una de las modalidades que más ha aumentado en la última década: su crecimiento anual se acerca al 20 % y supone en la actualidad un 15 % de la totalidad del turismo mundial. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), para el 66 % de los clientes del sector ecoturístico, la visita a un espacio natural protegido es el principal motivo para elegir una destinación.

En la Garrotxa, y seguramente en mayor proporción en el interior del Parque Natural, en los últimos diez años el número de visitantes se ha incrementado en un 2,17 % anual de media. Además, la actividad económica generada por el turismo en la Garrotxa contribuye al producto interior bruto entre un 7 y un 9 %. Resulta evidente, entonces, que la actividad turística ha tomado un papel central en la gestión de la zona volcánica, y lo mantendrá.

Probablemente este es el aspecto de la gestión en el que más se ha avanzado en la integración de los conceptos que se han apuntado hasta aquí. Y se ha hecho gracias a la aplicación de los principios de la Carta Europea del Turismo Sostenible (CETS), en la que el Parque Natural de la Zona Volcánica se adhirió en 2001 siendo, en aquel momento, uno de los primeros parques en obtenerla. La Carta Europea de Turismo Sostenible (CETS) en los espacios protegidos es un programa de buenas prácticas que promueve la Federación Europarc. La Carta quiere ser la expresión concreta de un compromiso contractual y voluntario entre gestores de áreas protegidas y los empresarios turísticos que alienten el desarrollo del turismo en harmonía con la gestión sostenible de recursos naturales de estos espacios. Por eso, la CETS toma el máximo valor como instrumento de gestión en unos entornos donde el turismo significa a la vez una oportunidad y un riesgo, y donde el gestor tiene que compatibilizar la deuda legal de proteger unos valores naturales cualificados con el deber de promover su conocimiento y disfruto. Todo eso, además, en un momento de fuerte crecimiento de otras actividades en el medio natural como las deportivas y de ocio, con un carácter no estrictamente turístico en el sentido tradicional de este término.

Es en este contexto, de líneas y fronteras muy finas, donde más que nunca estamos tomando conciencia de la necesidad de establecer la máxima comunicación y coordinación entre el amplio abanico de actores que intervienen en la actividad turística en los espacios protegidos, desde la administración ambiental y la administración turística pasando por la administración local, la administración educativa, el sector privado y el tejido asociativo.

«Se tiene que compatibilizar el deber legal de proteger unos valores naturales cualificados con el deber de promover su conocimiento y disfrute»

Otro ejemplo ilustrativo de cómo puede articularse una gestión adaptativa y colaborativa se desarrolla sobre la actividad agraria. Las actividades agrícolas y ganaderas presentes en el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa tienen un papel fundamental en el mantenimiento del territorio mediante la conservación de hábitats agrarios y paisajes singulares que combinan, de forma armoniosa, volcanes, bosques, cultivos y pastos. Por tanto, la incidencia de estas actividades en el medio natural hace que se tengan en cuenta y sean integradas como elementos clave en la gestión global del Parque Natural. El objetivo principal de esta gestión es el de mantener, mejorar, valorar y diversificar la actividad agropecuaria presente en el Parque Natural de manera compatible con la preservación y conservación de la biodiversidad.

En esta línea y siguiendo un esquema contractual, con ciertas semejanzas a la CETS, se está trabajando en el establecimiento de un marco de cooperación con el sector agrario bajo el lema «Fet al Parc» (“Hecho en el Parque”) con el objetivo de vincular las actividades agrarias y ganaderas propias de la zona con la conservación de los valores naturales del Parque Natural. En este proceso, se pretende, paralelamente, impulsar el reconocimiento social de la actividad agraria y ganadera, difundir socialmente la tarea y el compromiso de las explotaciones adheridas a «Fet al Parc» con la conservación del Parque Natural, y contribuir a una mejor valorización y reconocimiento de los productos obtenidos en estas explotaciones. Son muchos los aspectos de la gestión que hace falta repensar de cara al futuro, empezando seguramente por cómo incrementar el conocimiento sobre los elementos del patrimonio natural, evaluar su estado y cómo hacer su seguimiento desde una perspectiva temporal para hacer posible las acciones de conservación pertinentes en el nuevo escenario de cambio global.

Las líneas de gestión descritas son solo algunos primeros resultados de cómo entendemos la gestión futura de la zona volcánica. Pero hay que decir que, de forma paralela, será necesario recuperar todo el potencial perdido a causa de la crisis económica y, sobre todo, a causa de la falta de apuesta política en materia de espacios naturales y protección y conservación de la naturaleza. Tan solo con los recursos legales, económicos y humanos necesarios se podrá llevar a cabo una gestión activa y efectiva. Tenemos por delante grandes retos de futuro pero, de lo que podemos estar seguros es que si, en aquel lejano mes de marzo de 1982, el Parlamento de Cataluña no hubiera aprobado la Ley de Protección, la Zona Volcánica que tendríamos delante sería muy diferente de la que hoy todos tenemos la suerte de poder vivir y disfrutar.

 


 

Este texto es una colaboración especial de Francesc Xavier Puig Oliveras, director del Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, en la monografía Estimats volcans. El vulcanisme, del Pacífic a la Garrotxa publicada recientemente por Mètode. Más información sobre cómo adquirir la monografía en el siguiente enlace.

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Director del Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa