Las micorrizas son unos órganos formados por la raíz de una planta y el micelio de un hongo. Son la parte invisible del bosque, pero cumplen una tarea muy importante que hay que recordar en el Año Internacional de los Bosques. Este fue el núcleo central de la charla que ofreció el biólogo Mario Honrubia el pasado 2 de noviembre en el Jardín Botánico de la Universitat de València. Las micorrizas funcionan como verdaderos sistemas de absorción que se extienden por el suelo y proporcionan agua y nutrientes a las plantas. Además, protegen las raíces contra algunas enfermedades. Aunque su papel es vital en los ecosistemas, la simbiosis liquénica que se lleva a cabo constantemente en el suelo es ignorada por todo el mundo. El principal objetivo del profesor Honrubia, experto en micología aplicada y catedrático de Biología Vegetal de la Universidad de Murcia, fue señalar el significado funcional que tienen las micorrizas en el bosque. Para situar a la audiencia, Mario Honrubia empezó preguntando al público cuáles son las partes del bosque que todos conocemos, hasta llegar, mediante una especie de juego, a la parte que todo el mundo tiende a ignorar: la parte que no se ve o, lo que es lo mismo, el suelo. Y es que, en el ecosistema mediterráneo, el 55 por ciento de la biomasa es subterránea. Además, todos los tipos de plantas realizan algún tipo de simbiosis en los primeros centímetros del suelo y gracias a esta operación de interacción con los hongos obtienen nutrientes, agua y sales minerales. «Este trabajo en equipo, así como las redes de comunicación química establecidas entre las plantas y los hongos, es vital. No somos conscientes de cuánto nos estamos perdiendo bajo tierra», apuntaba Honrubia. Sin estas estrategias de simbiosis liquénica los bosques mediterráneos desaparecerían. El significado funcional que tienen las micorrizas en el bosque es muy importante porque, sin ellas, los 500 millones de años de vida vegetal de nuestro planeta nunca habrían sido posibles. Desde un destacado segundo plano, las micorrizas incrementan la resistencia de las plantas y les aseguran la supervivencia. También ayudan a mantener el equilibrio de los ecosistemas y son un reflejo de lo que se aprecia en la superficie del bosque: la belleza de las especies arbóreas mediterráneas. Hay dos tipos de simbiosis liquénica, estrategia nutricional que surgió en el cretáceo, hace unos 90 millones de años: la simbiosis por ectomicorrizas y la simbiosis por endomicorrizas. La primera es propia de pinos, robles y encinas, mientras que la segunda la llevan a cabo un 90 por ciento de árboles. En el caso de las ectomicorrizas, los hongos colonizan el exterior de las células de las raíces de la planta huésped. En cuanto a las endomicorrizas, en este caso los hongos llegan al interior de las células de la raíz.
■ Diversidad sorprendente bajo tierra Otro aspecto importante que Honrubia destacó fue el de la diversidad del suelo. Según este pionero en el estudio de las micorrizas, el bosque no es solo lo que se ve, incluso en las zonas donde aparentemente no hay vegetación. Lo que vemos en la superficie es nimio en comparación con lo que podemos encontrar bajo tierra: una infinidad de especies de hongos que luchan entre ellas constantemente por conseguir el carbono de las plantas. Sus micelios bombean nutrientes sin descanso y perforan las raíces de las plantas favoreciendo el dinamismo del suelo. La planta por sí misma absorbe de manera limitada, mientras que los hongos, que hacen el «trabajo sucio», garantizan un suministro continuo de agua y sales. Finalmente, Mario Honrubia aprovechó la charla para recordar que en nuestro país aún queda mucho por hacer en cuanto a la promoción de los hongos y al impulso de las investigaciones en micología. Aunque en otros países europeos las micorrizas han sido estudiadas durante décadas, en España se han convertido en «la cenicienta de los ecosistemas», en aquellas princesas que nadie conoce. «De nosotros depende promocionar este tema. El Jardín Botánico de la Universitat de València tiene la obligación de organizar, ahora y en el futuro, conferencias de este tipo, y no solo durante el Año Internacional de los Bosques», concluía Honrubia. Azahara Rubio. Estudiante de Periodismo de la Universitat de València. |
© M. Honrubia «Nos hemos enterado demasiado tarde de la importancia de las micorrizas. Nadie las conoce y me parece realmente triste»
«Sin las micorrizas, nuestros bosques pronto desaparecerían»
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