Aprender a divulgar la ciencia

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«Este es un manual para aquellos que han dado un portazo a la torre de marfil o nunca estuvieron en ella». Con estas palabras se inicia la introducción al Manual de Comunicación para Investigadores que, promovido por la Universidad de la Rioja, se puede consultar on line. Y es que siempre se ha acusado a los científicos de vivir en sus inmaculadas torres-laboratorio, aislados de la sociedad que les venera. Aunque esta imagen ha cambiado mucho en los últimos años, aún es necesario sumar esfuerzos con el fin de reducir la brecha entre científicos y ciudadanía. En este sentido, el objetivo del manual es el de ayudar a los investigadores a divulgar la ciencia, ofrecerles unas pautas para que sepan cómo relacionarse con los medios de comunicación y con el público en general.

La web aborda cuestiones como la de redactar correctamente un artículo divulgativo, la preparación de una entrevista, elaborar notas de prensa, dar una charla o introducirse en el mundo de Internet, aspectos importantes para unos investigadores que, cada vez más, necesitan comunicar lo que hacen a la sociedad.

En un estudio publicado en Science Communication  se ha propuesto un método para evaluar las habilidades escritas de los investigadores a la hora de hacer divulgación científica. En este trabajo se dividen en siete áreas los objetivos de aprendizaje: claridad y lenguaje, contenido, organización del conocimiento, estilo, analogía, narrativa y diálogo.

«Divulgar la ciencia a un público amplio requiere un mayor aprendizaje de las habilidades para utilizar un lenguaje y unas normas no técnicas, cuando se trata de comunicar más allá de la comunidad científica»

Tal y como afirma el artículo, el científico aprende a serlo a través de unas pautas determinadas por la comunidad científica que implican un proceso de enculturación en una comunidad de expertos, con una jerga y un sistema normativo propios. Eso incluye un lenguaje más descriptivo, generalizador y abstracto que no basado en ejemplos, historias o analogías. También la escritura científica utiliza más la voz pasiva… Esto contribuye a que toda persona que no domine las características de este lenguaje se sienta excluida y ajena al conocimiento científico.

Divulgar la ciencia a un público amplio requiere, según este estudio, un mayor aprendizaje de las habilidades para utilizar un lenguaje y unas normas no técnicas, cuando se trata de comunicar más allá de la comunidad científica.  Si aprender el discurso de la ciencia es fundamental para llegar a ser científico, aprender el discurso de la divulgación científica resulta esencial para conseguir la implicación del público. El problema radica en que no es sencillo encontrar el equilibrio entre los dos tipos de discursos porque mientras que uno valora la jerga, el otro la penaliza; si uno demanda precisión, el otro acepta aproximaciones; si uno aprecia la cuantificación, el otro la narración de historias y anécdotas.

Al científico le preocupa ser malinterpretado, no matizar suficientemente las cosas y, en definitiva, que el sentido de su investigación se devalúe. Tal vez esto pasa porque continua pensando en sus iguales más que en un público variado y lego en la materia. Si se quiere comunicar eficientemente con una amplia audiencia, tendrá que adaptar su discurso a ésta, cosa que no equivale a desvirtualizarlo ni, en ningún caso, a frivolizarlo.

La divulgación del conocimiento contribuye a la democratización de la cultura, aspecto de gran importancia a las sociedades actuales. Las nuevas tecnologías han contribuido en los últimos años a la visibilidad de muchos divulgadores que antes es limitaban a fomentar el conocimiento científico desde parcelas mucho más minoritarias. Eso está generando verdaderas redes de comunicación científica y los equipos de investigación son cada vez más conscientes de la necesidad que tienen de explicar lo que hacen a sus iguales, pero también al gran público.  Las torres de marfil, si es que aún quedan, tienen los días contados.

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© Mètode 2013
Periodista. Revista Mètode.