De gran descubrimiento a fraude

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A principios de enero, la revista Nature publicaba dos artículos  (I y II) sobre células maduras que podían adquirir propiedades embrionarias si eran sometidas a un baño ácido. El proceso descrito, llamado STAP (Stimulus-Triggered Acquisition of Pluripotency), abría nuevas posibilidades en la reprogramación celular. Las células embrionarias tienen la capacidad de transformarse en cualquier tipo de célula, cosa que las hace especialmente importantes en la regeneración de tejidos. Desde que en 2006 el japonés Yamanaka obtuviera células pluripotentes inducidas (IP), células adultas manipuladas para que adquiriesen la potencialidad de convertirse en cualquier otro tipo de célula, la investigación en reprogramación celular se vio impulsada. De confirmarse los resultados, el trabajo con células STAP, liderado por la investigadora Hakuro Obokata y firmados per diversos miembros del Instituto Riken de Japón y del Brigham & Women’s Hospital/Harvard Medical School, suponía un nuevo hito en este campo.

La noticia, por tanto, fue recibida con entusiasmo por parte de la prensa: «Estresar células adultas para lograr embriones» (El Mundo, 30/1/14), «Células adultas se transforman en células madre aplicando ácido» (El País, 29/1/14), «Científicos revelan una nueva técnica de reprogramación celular» (La Vanguardia, 29/1/14)  o «La nueva era de la medicina regenerativa» (ABC, 31/1/14) fueron algunos de los titulares.

Primeras sospechas

El trabajo, sin embargo, no llegó a confirmarse. En lugar de eso, rápidamente fue cuestionado por diversas incongruencias en las imágenes y algunos de los datos aportados. Así, dos semanas después de su publicación, el propio Instituto Riken anunciaba que abría una investigación. Teruhiko Wakayama, especialista en clonación y coautor del trabajo, aconsejó la retirada temporal de los artículos. En cambio, otro de los autores –Charles Vacanti, de la Harvard Medical School–, defendía que algunos errores no invalidaban el estudio y que la reprogramación de células STAP sigue siendo una línea a desarrollar.

La investigación interna de Riken ha señalado a Obokata como responsable de manipulación parcial en dos puntos del trabajo. La investigadora, por su parte, ya ha anunciado su voluntad de apelar el informe. Mientras, ha aparecido un investigador que afirma estar obteniendo resultados con una actualización del protocolo STAP publicada por el propio Vacanti. A pesar del escepticismo entre científicos y medios, el tema no parece sencillo de cerrar.

La atracción por el conflicto

Así como en otros casos genera mucha más atención el descubrimiento que la retractación, en esta ocasión la controversia científica –escenificada en diversas ruedas de prensa– se ha seguido con intensidad por parte de los medios de comunicación. También hay otros factores, como las implicaciones del descubrimiento o el ritmo trepidante de los hechos, que pueden haber contribuido a un aumento de la cobertura. Al interés inicial siguieron las dudas, como muestran estos titulares: «El último avance en células madre, bajo sospecha» ( El País (17/2/14) o «El último descubrimiento en células madre, en duda» (El Mundo, 19/2/14). Semanas más tarde, pedían la retirada de los artículos: «Los autores piden la retirada del último estudio sobre células madre» (El Mundo, 10/3/14). Finalmente, el informe de la investigación llevada a cabo por el Instituto Riken, fue recogido por la mayor parte de los periódicos que destacaron la palabra fraude en los titulares: «Un centro de investigación japonés admite un ‘fraude’ en el último gran estudio con células madre» (El Mundo, 1/4/14), «Retirados por fraude los últimos artículos sobre células madre» (El País, 1/4/14), «Se confirma el fraude en el último gran avance en células madre» (ABC, 2/4/14).

Aprender de la polémica

En resumen, ¿ha servido esta última polémica científica para aprender alguna cosa? En primer lugar, para recordar algo tan obvio como que antes de anunciar un gran avance es necesario verificar plenamente los datos. La presión por publicar en revistes científicas no puede conducir a dar por válidos protocolos que no han sido suficientemente revisados y que no permiten la reproducción de los resultados. Tampoco parece conveniente que las revistas, fuentes autorizadas tanto para científicos como periodistas, se dejen seducir por artículos impactantes que después requerirán una rectificación o, incluso, su retirada.

En este caso, la precipitación parece haber dominado todo el proceso desde que se decidió darle difusión: la rueda de prensa inicial, la publicación, el cuestionamiento casi inmediato o el informe que rápidamente ha señalado a Obokata como la culpable de todo este embrollo. En poco más de dos meses, el trabajo ha pasado de ser un gran avance a un fraude. La impaciencia no es buena consejera y, en esta ocasión, se ha evidenciado (de nuevo) que la presión por publicar no debería convertirse en motor de la investigación científica.

Lucía Sapiña. Observatorio de las Dos Culturas.
© Mètode 2014.

 

 

«Dada la importancia del descubrimiento, los medios de comunicación se hicieron eco del estudio rápidamente»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«En este caso, la prensa ha seguido la polémica con intensidad»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«La investigación interna de Riken considera a Obokata responsable de manipulación parcial en dos puntos del trabajo»

 

 

© Mètode 2014
Periodista. Revista Mètode.