La técnica del gin-tonic o cómo hacer atractiva la ciencia

El IFIC organiza <<Del laboratorio a la primera página>>, un coloquio con el periodista científico Miguel G. Corral

¿Nos importa la ciencia? Entre el 20 % y el 30 % de los españoles dicen estar interesados en ella. A la hora de informarse, la fuente más escogida es la televisión, elegida por un 74 % de la población, pero seguida de cerca por Internet (60%), y especialmente los blogs y las redes sociales. Son algunos de los datos que revela la encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnologia elaborada por la FECYT en 2012, y que se destacaron el pasado miércoles 4 de febrero en «Del laboratorio a la primera página», una conversación con el periodista científico Miguel G. Corral enmarcada dentro del ciclo «Los coloquios del IFIC» y celebrada en el Parque Científico de la Universitat de València.

«La ciencia importa, pero hay que hacerla más atractiva a los ojos de los lectores, oyentes o espectadores»

Según la encuesta de la FECYT, el 44 % de la sociedad española pide más inversión pública en ciencia. Sin embargo, el corresponsal de ciencia de El Mundo afirmaba que en España sólo 5 millones de personas consumen información científica de forma habitual. Por tanto, la ciencia importa, pero hay que hacerla más atractiva a los ojos de los lectores, oyentes o espectadores. Y aquí entra en juego «la técnica del gin-tonic», es decir, cómo una bebida barata, poco destilada, amarga, seca, no apta para todos los gustos y, sobre todo, poco glamurosa, ha pasado a ser la bebida de moda, la reina de los combinados. Por el camino, un proceso de cambio de imagen, una fuerte campaña de marketing, la creación de toda una cultura alrededor del gin-tonic, y la sustitución de la rodaja de limón por una de pepino y toda una variedad de frutas, semillas y especias. «Así se ha puesto de moda el gin-tonic, ahora es cool. Y a la física de partículas le ha pasado igual. El LHC mola», explicaba Miguel G. Corral.

«Hay que estar en los medios de comunicación, porque eso es lo que marca la diferencia entre las estrellas científicas y los científicos con estrella»

En este proceso de hacer atractiva la ciencia, incluso seductora, es necesario que se impliquen tanto los periodistas como los científicos. Los primeros deben buscar todas las posibles perspectivas y enfoques de un artículo; los segundos, saber encontrar y destacar aquello que pueda resultar noticiable de su trabajo. Además, hay que estar dispuestos a bajar el nivel de la ciencia, a simplificar los términos. «Los divulgadores exitosos lo que han conseguido es hacer la ciencia accesible. Este es el objetivo que tenemos que conseguir», decía Miguel G. Corral. Como ejemplo citaba a Neil deGrasse Tyson, «capaz de explicarlo todo de una manera llana, sencilla… y fabulosa». A pesar de ser conscientes de las posibles distorsiones en el paso del laboratorio al periodista, y del periodista a la primera página, «no debemos tener miedo a divulgar». Hay que estar en los medios de comunicación, porque eso es lo que marca la diferencia entre las estrellas científicas y los científicos con estrella. Unos son muy buenos profesionales, pero anónimos. Los otros son rostros y nombres tan conocidos como el de Craig Venter, Rolf Heuer o Stephen Hawking.

 

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Foto: Pepa Granados

 

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Miguel G. Corral, formado en Biología y Teoría de la Literatura, reivindica la ciencia como cultura. Foto: Pepa Granados

¿Hay una fórmula mágica?

La relación entre ciencia y prensa, sin embargo, es una historia de recelos y temores. «Tenemos que ir con mucho cuidado, los periodistas, sobre lo que nos pueden colar». Por su parte, a menudo los científicos tienen miedo de las tergiversaciones y manipulaciones periodísticas que puede sufrir su trabajo y renuncian a la divulgación. Pero el camino debe ser el contrario: verse como compañeros de una misma tarea, en lugar de enemigos en campos enfrentados. Para Miguel G. Corral, «el científico tiene que perder el miedo al periodista, abrir los laboratorios, ayudar a construir historias. De esta manera, dando historias atractivas, es como le hacemos un favor a la ciencia». Al mismo tiempo, los periodistas deben estar visibles y accesibles vía Facebook, Twitter, correo electrónico… «para que el científico sepa dónde estamos y dónde encontrarnos». Preguntado sobre las posibles causas del bajo interés de la sociedad española en la ciencia, Miguel G. Corral apelaba un grave problema cultural, resultado de una democracia y una cultura científica jóvenes. La solución pasa por dos cambios: motivar el interés por la ciencia desde la educación más básica, y dar más presencia a los contenidos científicos y tecnológicos en los medios de comunicación. En esta línea, Miguel G. Corral, formado en Biología y Teoría de la Literatura, reivindica la ciencia como cultura, y el placer de leer sobre ciencia como quien lee poesía o la novela del último Nobel de Literatura. «Tenemos que desvincular la aplicación directa y ver la ciencia como una aportación más al conocimiento».

Es responsabilidad del periodista redactar contenidos de forma creativa y original capaces de cautivar al público. En cuanto a los científicos, deben comprender, por un lado, que la prensa generalista no habla el mismo lenguaje que la ciencia, que los medios de comunicación no pueden expresarse igual que los científicos. Por otra parte, que la relación que mejor funciona entre periodistas y científicos es el contacto directo, más que cualquier rueda de prensa o teletipo. Además, «los periodistas están deseando escuchar una buena historia», afirmaba Miguel G. Corral. Finalmente, es muy importante que el científico confíe en el profesional de la comunicación. Así, no hay una fórmula mágica para conseguir pasar del laboratorio a la primera página de un periódico, pero sí una receta que, con buenos ingredientes y la acertada combinación, puede funcionar. Como los mejores gin-tonics, en definitiva.

© Mètode 2015