«Ambient, territori i paisatge», de Ramon Folch y Josepa Bru
Ambiente y paisaje bajo el ‘macroscopi0’
He aquí un ensayo estimulante de verdad. El libro de Ramon Folch y Josepa Bru, Ambient, territori i paisatge. Valors i valoracions, es una excelente obra sistémica. Las bases de partida son nítidas: ya estamos de lleno dentro de un proceso colosal de cambios ambientales que ponen en riesgo la reproducción material de la sociedad. Y al mismo tiempo, nunca la humanidad había tenido al alcance tantos recursos y artefactos idóneos para planear un futuro centrado en la satisfacción de las necesidades de las personas. Pero no parece tarea fácil encontrar salidas. Porque hay que comprender el problema en todas sus dimensiones, y hay que ponerse de acuerdo sobre los objetivos y las rutas para alcanzarlos. Con plazos razonables y evitando trampas, caminos sin salida y costes colaterales insoportables.
Pues bien, para orientarse por estos parajes es cuestión de disponer de una visión global junto con conocimientos expertos. Folch y Bru muestran cómo enriquecer los planteamientos de la economía ecológica con elementos de socioecología, la geografía física y humana y la axiología. La presentación literaria es cuidada, amena y en general, brillante. En cuanto al contenido, está estructurado en cinco capítulos: «Ambiente, el territorio y el paisaje», «El recorrido histórico de los conceptos de paisaje y territorio», «La dimensión axiológica del paisaje y del territorio», «La valoración funcional del paisaje y del territorio» y, por último, «Las tecnociencias y el derecho en la valoración paisajística y territorial».
Considero especialmente pertinentes las reflexiones sobre la necesidad de planteamientos genealógicos, o sobre la importancia de un tratamiento atento de las escalas temporales y espaciales. También he encontrado sugerentes las tesis sobre valores, si bien algunas no las he visto del todo convincentes (pero es un terreno que no conozco mucho). En especial me han parecido bastante logradas las reflexiones sobre la dimensión temporal de los problemas ambientales, sobre todo cuando se subraya que todo proceso requiere su tiempo. Obviamente, cocinar pizzas requiere minutos, construir una autopista cuesta muchos meses, «y restaurar un bosque después de una tala indiscriminada exige varias décadas» (p. 176). Creo que el contraste con la frecuente falsificación de la dimensión temporal en el ámbito de la economía teórica merece ser puesto de relieve.
No querría acabar esta nota sin mencionar algún pero, aunque sea anecdótico. Así, por ejemplo, podemos encontrar aserciones difíciles de justificar con argumentación rigurosa. Veamos: «El concepto paisaje es en realidad un algoritmo socioecológico» (p. 54). Aun así, abundan las consideraciones sólidas y muy convincentes: «Nuestro sistema de producción y consumo está dominado por el despilfarro y la ineficiencia. Una parte muy considerable de los recursos consumidos no satisfacen ninguna necesidad» (p. 132).