En una reciente conversación con una amiga sobre esta sección, salió el tema de la ciencia ficción, y por qué, en más de sesenta entregas, no había encontrado el momento para hablar de ello. No tengo ningún motivo para evitar el elefante en la sala, y hoy es un día tan bueno como otro.
Como género literario, la ciencia ficción es una categoría indiscutible, con una sección propia en cualquier librería medianamente grande. Quizás por su omnipresencia, su alcance es muy flexible: puede incluir desde el terror gótico de Frankenstein (Mary Shelley, 1818) hasta el humor bondadoso de la Guía galáctica para autoestopistas (Douglas Adams, 1978). Todas las distopías de los últimos 150 años, con H. G. Wells, Aldous Huxley y compañía, pueden entrar en esta categoría, junto con obras especulativas de tipo político como las de Stanisław Lem o Ursula K. Le Guin. En otros géneros bien definidos como la novela negra o la novela romántica, los criterios de inclusión son muy rígidos, pero la etiqueta ciencia ficción puede hacer vecinas de repisa obras bien dispares. Hay un hilo que une De la Tierra a la Luna (Julio Verne, 1865), Els habitants de la Lluna (Josep Morató, 1906), La distancia de la Luna (la primera «cosmicómica» de Italo Calvino, 1964) y 2001: Una odisea del espacio (Arthur C. Clarke, 1968). Las cuatro tienen como tema la visita de los humanos a la Luna y poco más, pero cualquiera de ellas podría ser una buena representante del género.
Y, en todo esto, ¿qué tiene que ver la ciencia o la literatura científica? ¿Es necesario tener un mínimo de conocimiento científico para escribir ciencia ficción? Si hiciésemos un índice de verosimilitud científica, ¿encontraríamos científicos como Isaac Asimov y Carl Sagan con puntuaciones altas y no científicos como Kurt Vonnegut y Ian McEwan a la cola? ¿Cuánto se puede forzar la verosimilitud sin desconectar la trama literaria de la premisa científica? ¿Los viajes en el tiempo son ciencia ficción o fantasía? ¿Por qué damos tanta importancia a que en una historia haya cosas que no existen en la realidad (robots conscientes, humanos clonados, armas láser…), pero no consideramos ciencia ficción La vida intensa (1921), donde Massimo Bontempelli describe detalladamente una videoconferencia? La subtrama de Vida y destino (Vassili Grossman, 1959), que trata sobre el programa nuclear soviético durante la Segunda Guerra Mundial, ¿es ciencia ficción, historia ficción o ficción y punto?
Cualquiera de estas preguntas podría dar pie a una discusión intensa, porque si algo sé sobre la ciencia ficción es que tiene una comunidad lectora militante, mucho más que otros géneros. Quizás gracias a ello tiene una amplia oferta de títulos en catalán, tanto de obra original como traducida. Científicos literatos como Jordi de Manuel, Carme Torras, Salvador Macip y otros han seguido el rastro de pioneros como Morató, Joaquim Ruyra y Manuel de Pedrolo, agrupados en torno a la Sociedad Catalana de Ciencia Ficción y Fantasía (que, con la admisión de estos dos conceptos dentro de una misma organización, responde algunas de las preguntas del párrafo anterior).
Referencias
Sociedad Catalana de Ciencia Ficción y Fantasía. Premios Ictineu. https://www.sccff.cat/premi-ictineu/