Tomás V. Tosca

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The urban realism of the enlightened Tomàs V. Tosca.
Tomàs V. Tosca, clergyman belonging to the nouatores movement, with solid physic-mathematical knowledge, finished an iconographic map of Valencia in 1704, on a large scale. This manuscript has been kept in the Town Hall. He uses a representation in false isometric perspective that concedes great realism and, in the case of the public buildings portrayed, an extreme meticulousness. Apparently, it does not have any connection with the map printed beforehand by A. Manceli (1608), of which only one copy is known to exist.

La fama local e incluso europea de Tomás Vicente Tosca Mascó (1651-1723) proviene más de su obra gráfica, casi única, que de la escrita o impresa. Un plano minucioso de su Valencia natal, contra una multitud de cursos manuscritos e impresos sobre ciencias matemáticas, físicas y aplicadas no muy originales. La etiqueta de novator que se le ha colocado no acaba de cuadrar, a ojos del hombre actual, con un cargo inquisitorial, ni con un biógrafo devoto de una visionaria como Inés de Benigànim (de la Escuela de Cristo), ni con un tradicionalismo patente en multitud de obras. Eclecticismo, pragmatismo, apertura, nadie se los puede negar. Gracias al renovador clérigo oratoriano, la ciudad de Valencia puede vanagloriarse de poseer uno de los primeros documentos cartográficos modernos y precisos de nuestra área cultural.

Un clérigo inquieto y curioso

El apellido Tosca es originario de las comarcas de Els Ports y El Maestrat, pero el progenitor de nuestro personaje nació en Valencia; ejercía de médico y, el mismo año del nacimiento de Tomás V., había conseguido una cátedra en el Estudi General que le duró poco, ya que murió en 1652, quizá contagiado de peste. La madre, de extracción más humilde –el abuelo era albañil–, no desentonaba en una clase media urbana, pero, con un hijo huérfano, se volvió a casar. El segundo marido fue un modesto notario forastero, relacionado tiempo atrás con la familia. La orientación eclesiástica del hijo podría entenderse como solución: así lo ha sugerido F. Fuster (2003). «Destinado» a la clerecía y a los estudios, su medio de vida sería un beneficio compatible con la adscripción a la congregación del Oratorio fundada por san Felipe Neri que en aquel momento representaba una cierta apertura ideológica e implicaba una libertad de movimientos que las órdenes religiosas no permitían. El ingreso del capellán Tosca en el Oratorio tuvo lugar en el año 1678 y coincidió con el de su discípulo José Fernández Marmanillo.

 

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© Biblioteca Històrica UV, Y-8-28, Iconismus II, p. 5

El «pantómetra» de Kircher. El realismo pragmático de Tosca bebió sobre todo en fuentes jesuíticas. El padre Kaspar Schott (1660) de Würzburg representa con este grabado el aparato ideado por el consocio A. Kircher y que viene a ser un precedente de la plancheta de los militares y agrimensores. El libro pertenecía al marqués de Dosaguas, Giner de Perellós.

«Gracias al renovador clérigo oratoriano, Tomás Vicente Tosca, la ciudad de valencia puede vanagloriarse de poseer uno de los primeros documentos cartográficos modernos y precisos de nuestra área cultural»

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© Arxiu Municipal de València

El Estudio General, ahora Universidad, y el colegio de Corpus Christi inmediato, ambos edificios construidos en el barrio de la Judería, cuya memoria se quería erradicar a final del siglo XV.
   

El círculo de los novatores valencianos, que tuvo en Tomás V. Tosca uno de sus impulsores más remarcables, provenía del magisterio del jesuita Bernat Josep Saragossà (1627-79) y era su cabeza visible Baltasar Íñigo. Una modesta y ambiciosa «Academia matemática» –en realidad, una tertulia científica que se reunía en casa del conde de Alcudia– tuvo como mentores principales a Fèlix Falcó de Belaochaga y al aludido Íñigo. El primero sirvió de enlace con otro personaje interesante, Joan Baptista Coratjà (o Corachán) (1661-1741), de incontrovertido prestigio científico y colaborador de Tosca en proyectos hidrográficos. Tosca llegó a publicar con bastante éxito (tres ediciones, dos de ellas, póstumas) un Compendio mathematico (1709-15, 1727 y 1757), inspirado básicamente en el Cursus seu mundus mathematicus (1690) del jesuita francés Claude François Milliet de Chales, citado a menudo con la contracción del segundo apellido, Dechales. Nuestro personaje llegó a vicerrector de la Universidad (1717-20) en un período de confusión política en que debió ejercer funciones de rector, sin ser profesor. Desde nuestro punto de vista de geógrafos, el mérito del felipense es el de haber imbuido a los novatores un cierto espíritu geográfico. Las matemáticas del momento englobaban muchos aspectos del conocimiento científico y técnico.

L’enfocament geograficogeomètric

Un ilustrado matemático o fisicomatemático como el padre Tosca podía, pero no necesariamente debía, ser un buen dibujante e incluso calígrafo. Su biógrafo, Gregorio Mayans, lo dio por buen delineante, iluminador y, aún más, pintor de paisaje¹. Eso, sin embargo, no bastaba: para alzar un plano de una gran ciudad se necesitaba una técnica topográfica que entonces se llamaba geométrica o geográfica, con toda la fidelidad etimológica a las dos palabras. Fuera del mundo de la agrimensura, que tenía mucho de rutinario, el aprendizaje de Tosca –casi autodidacta– había perseguido la arquitectura militar. Sabemos que enseñaba en su academia de la casa del Oratorio, desde 1699, y de ello trata extensamente en el Compendio mathematico (volumen V). La vía de aproximación, en definitiva, era la jesuítica. El Colegio Imperial de Madrid (1625) había absorbido la Academia de Matemáticas, fundada en 1583, y poseía no sólo dos cátedras de matemáticas, sino también una De re militari donde nuestro J. Saragossà disertaba². No era tampoco el primer miembro de la Compañía implicado en el asunto; otros individuos ilustres habían escrito y realizado obras sobre ingeniería y arquitectura; es más, sabemos de ingenieros jesuitas, incluso en campaña bélica…³La cadena nos puede llevar fácilmente al mencionado C. F. Milliet de Chales, inspirador directo de Tosca, pero la telaraña jesuítica es aún más tupida: el P. Kaspar Schott (el de los hemisferios de Magdeburgo) es el referente de nuestro felipense por lo que respecta al instrumental topográfico o «geométrico».

En la estampa 7, grabada por Hipólito Ricarte, del volumen i del Compendio (f. 380) recoge algunos métodos e instrumentos, como el cuadrante y cuadrado geométrico (5) y una «regla magnética» (3) «para tomar ángulos horizontales» que, en realidad, era la plancheta «de los militares». Tosca no se detiene demasiado en la descripción de los aparatos, remitiendo a la autoridad de P. K. Schott, S. I. (1608-66) y a su Cursus mathematicus, dondetambién entra la topografía y la arquitectura militar. En la misma lámina representa la construcción de la escala gráfica o pitipié (1) mediante la división por oblicuas y transversales y en el texto dedica una treintena de páginas al uso de la escuadra, la regla magnética, la cruz geométrica o báculo (ballestilla), el cuadrante, y el pantómetro o compás de proporción que no coincide con el inventado por A. Kircher, otro insigne socio de la Compañía. El inventario post mortem de nuestro protagonista nos desengaña: sólo consigna «un semicírculo graduado de bronce para anivelar» que debe ser el cuadrante/cuadrado, aunque la regla magnética fue su herramienta preferida.

   
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© Biblioteca Històrica UV

La estampa 7 del Compendio mathematico (1657) muestra el procedimiento de subdividir una escala gráfica o pitipié (1), la escuadra (2), la regleta (3), la cruz geométrica o báculo de Jacob (4), el cuadrante cuadrado geométrico (5), etc., en un grabado de Hipólito Ricarte. Eran los métodos e instrumentos de Tomás V. Tosca.
  «El mérito del felipense es el de haber imbuido a los “novatores” un cierto espíritu geográfico. las matemáticas de entonces englobaban muchos aspectos del conocimiento científico y técnico»

Lo que pretendía Tosca para Valencia era una

Descripcion Ignográfica se llama la que expresa la planta de una Ciudad, Fortaleza ó Edificio, como si una Ciudad se considerase cortada horizontalmente cerca de la superficie de la tierra, apareceria en aquella sección los vestigios de todos sus Edificios, Calles, Plazas, etc. Y la expresión de este vestigio se llama Planta o Ignogra­phia de la Ciudad [Compendio, I, p. 395]

Vestigio quiere decir exactamente «huella» o «planta» y, para obtenerla, había que triangular desde sitios elevados o torres, «lugares… que de cada uno de ellos se descubran todas o la mayor parte de las torres de la Ciudad». Ni que decir tiene que la resolución de los triángulos exigía el uso de logaritmos; el mosén disponía de sus propias tablas. La tradición erudita repite la constatación de Mayans al recordar «que [Tosca] había pasado y rodado por calles y plazas y por las torres más altas, magna juvenum stipante caterva4, que a menudo lo acorralaban, estupefactos por la novedad». De aquí viene lo del «capellà de les ratlletes» de M. A. Orellana. En pocas palabras, Tosca trianguló la ciudad desde torres y campanarios y rellenó la red con un itinerario meticuloso de las calles, situando sobre todo las confluencias y tomando apuntes de los detalles, incluso de las fachadas y medianeras.

El plano manuscrito

Esta obra de Tomás V. Tosca fue el resultado de un encargo municipal, cuya ejecución se alargó tres o cuatro años. Lo entregó en 1704 y, en concepto de honorarios, el autor recibió 150 libras. Aparte del ejemplar destinado al Ayuntamiento, quizá hubo una segunda copia. Lo que es seguro es que lo dibujó sobre la pared de su celda (allí donde convocaba las tertulias científicas y las clases) de la casa del Oratorio donde le vieran Mayans, cincuenta años después, y Orellana, hacia 1800. En efecto hay algún detalle de la rotulación, como los topónimos que corren en sentido «vertical», que sugiere que se realizó no sobre una mesa o un pupitre de dibujo, sino sobre un plano no horizontal.

   
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© Arxiu Municipal de València
Reconstrucción tridimensional del plano del padre Tosca en una maqueta a gran escala. En primer término, la Alameda y el río Guadalaviar; en segundo, el complejo conventual de Santo Domingo y la casa de Armas antes de la reforma borbónica. Los tejados de las casas translucen el parcelario urbano con un fuerte acento realista.
  «Nadie ha hecho un estudio exhaustivo de la precisión del plano de Tosca, pero la superposición de un alzado taquimétrico moderno acusa distorsiones ligeras»

La finalidad del comitente fue tal vez sólo suntuaria, ya que la ciudad atravesaba una etapa próspera, o tal vez había alguna intención planificadora básica. Me parece, por ahora, excesivo pensar en un plano parcelario o catastral. Sin embargo, el dibujo meticuloso de los inmuebles, distinguiendo tejados y cubiertas, vertientes, almizcates y patios, ofrece la posibilidad de recuentos o identificaciones. Se sabe, por otra parte, que mosén Senac, bosser o administrador de la catedral de Valencia –y partícipe de la academia del marqués de Villatorcas, como Tosca–, empleaba el plano para localizar los censos e hipotecas cargadas sobre numerosos edificios de la ciudad.

Hace algunos años, en un ensayo para comprobar el carácter autógrafo del gran plano, movilicé cuatro documentos: unas Capitulaciones para obras en el Oratorio (1722), una carta dirigida a G. Mayans (1718), un informe sobre el embarcadero del Grao (1700), hecho a medias con J. B. Coratjà, y el original latino que Mayans (BAHM-376) tomó como Compendium mathematicum –en realidad es un prontuario o plan de discusiones científicas de Josep Serra, discípulo de V. Albinyana y T. V. Tosca, para celebrarlas in campestri loco–, elaño 1719. Todas estas escrituras, sin embargo, son cursivas, es decir, enlazan las letras sucesivas y sus trazos, lo que dificulta la confrontación con el documento cartográfico, que siempre usa letras de molde, capitales o minúsculas. Por ahora, mientras no se encuentre nada en contra, mantendremos la autografía del plano de T. V. Tosca.

El original, de 5,44 m2, se encuentra expuesto irresponsablemente a la luz directa, a pesar de la restauración de 1999, en la antesala del Archivo Municipal de Valencia. Está dibujado a pluma y ligeramente coloreado con acuarela o lápiz (azul y, sobre todo, rojo en los tejados y verdes para la vegetación), sobre hojas de vitela unidas que forman un rectángulo de 203,5 x 267,5 cm. La cartela partida del borde superior dice:

valentia edetanorum, aliis contestanorum, vulgo del cid ichnographice delineata a Dre. Thoma Vincentio Tosca Congreg. Oratorij Presbytero. Anno 1704

 

   
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© Arxiu Municipal de València/© Acadèmia de Belles Arts de Sant Carles
La casa de Armas del manuscrito de Tosca (1704) (a la izquierda) y la ciudadela del plano grabado de 1738 ca (a la derecha). La comparación nos hace ver la creación de la plaza de la Ciudadela, en lugar del reducto acotado al lado del portal de la Mar, y la edificación del torreón cilíndrico en la esquina sudoeste, para vigilar el interior de la ciudad.
  «Una diferencia fundamental separa el original proclamado y el plano grabado: la lengua. Los pocos nombres que han cabido en la reducción están en castellano»

Una ampulosa dedicatoria, en latín altisonante y algo enrevesado, ocupa un cartucho, entre ángeles, escudo y filacterias, en el ángulo izquierdo superior. Con estudiada modestia hace explicar al solar valenciano su privilegiada templanza y afortunadísima historia… totius pene orbis invidiam, sin olvidar la aduladora alabanza al rey Felipe de Anjou IV de Valencia, V de Castilla:

Nova iam Forma, novamque fortunam sagiens, novissimam mei speciem suis spatiis delineatam, propriisque coloribus speciose delinitam… non Lustrandam modo, verum illustrandam statuo.

«Con un plano nuevo y presintiendo la felicidad nueva que llega, … me dispongo, no solo a purificarla, sino también a aclarar mi figura reciente, delineada espacio por espacio y bellamente favorecida con sus propios colores.»

Aparte de la Laus Valentiae estereotípica, incluye notas históricas y la fecha precisa de la finalización del plano el primero de abril de 1704.

En el ángulo izquierdo inferior se halla la escala de 1.000 palmos valencianos o romanos y de 750 pies valencianos o romanos y una larga relación –la mayoría localizada con 101 números– de edificios institucionales: «Esglesies, Parroquies, Convents, Colegis, Espitals, Confraries y altres Edificis publichs», los centros del poder. Esta lista tiene bien poco que ver con la del plano anterior de A. Manceli (1608), sobre todo porque la del oratoriano es más completa, exacta y jerarquizada. El plano está orientado con el SSW (sur – sudoeste) arriba, lo que da preferencia a la fachada fluvial de la ciudad. La escala calculada aproximadamente es de 1/810, más que suficiente para obtener una exactitud satisfactoria, pero no tanta como la que haría presumir la condición de matemático del autor. El minucioso plano es una proyección vertical en cuanto a la trama de calles y plazas –lo que los tratadistas inspiradores de Tosca llamaban ichnographia o planta–, obtenida por topografía terrestre enlazando campanarios y otras torres, primero, y cruces de calles, después. Nadie ha hecho, que yo sepa, un estudio exhaustivo de la precisión del plano, pero la superposición de un alzado taquimétrico moderno acusa distorsiones ligeras, comprobables en el recinto de las murallas y especialmente en el curso fluvial. Como ejemplo, hay que señalar la exageración del tramo entre los puentes del Real y del Mar.

La representación «isométrica» de los edificios es más fiel cuando son importantes o representativos –los centros del poder–, incluyendo muros, portales y puentes que aparecen en primer plano. El trazado de las calles (que nunca es alterado por la falsa perspectiva, entonces llamada «militar») condiciona radicalmente el contenido tridimensional y la visibilidad de las fachadas, cuyo detallismo llega a portales, ventanas y galerías. Las cubiertas asumen un gran protagonismo porque señalan de hecho las unidades constructivas y parcelarias. Esta forma de representación tiene precedentes impresos muy anteriores como el «mapa de la cadena» de Florencia (Rosselli, 1482) y el de Venecia de Barbari (1500), ambos xilográficos. Se populariza en la gran serie calcográfica de Braun y Hogenberg, Ciuitates Orbis Terrarum (1572-1617) y, en el caso valenciano, tiene el antecedente de A. Manceli (1608). Tosca pudo haber dispuesto todavía de más material asimilable, como los planos de Ciudad de Mallorca de Guerau (1644) y el de Madrid de Teixeira (1656). El mundo de los ilustrados valencianos era bastante receptivo y la perspectiva entraba en las preocupaciones de los novatores, acentuada por la arquitectura militar, como refleja el volumen v del Compendio, de acuerdo con la bibliografía jesuítica.

   
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© Arxiu Municipal de València
La isleta del casal y de los baños del Almirante, incluidos el callejón sin salida, los patios y almizcates interiores. Los detalles de volumetría, cubiertas y fachadas son de una estudiada minuciosidad.
   

Además de los edificios representativos y las viviendas más triviales, Tosca mostró cierta atención por la vegetación y los cultivos, tal vez por motivos decorativos. Extramuros el arbolado trata de responder a la realidad, por ejemplo, dibujando las moreras que rodeaban las parcelas, los surcos de las dedicadas a las hortalizas, con sus acequias, y los jardines de esparcimiento, más bien geometrizados. El primer nivel de la representación casi escenográfica del plano –se trata de impresionar al viajero, sobre todo al que viene del norte– reúne el conjunto monumental, en el que se integran el cauce fluvial, los puentes, la muralla y los portales, desde la casa de Armas, hito oriental, hasta la torre de Santa Catalina, en el extremo occidental. El baluarte se adosa al convento de los Predicadores, incorporado tardíamente al casco urbano. Cinco puertas y los puentes correspondientes marcan otros tantos tramos de muralla, presididos por la puerta más espectacular, la de Serranos (Torres e Presons, aclara el capellán), cuyo dibujo detalla perfectamente la forma hexagonal de las dos torres, el portal redondo, el escudo, el balcón-matacán, etc. y la plazuela posterior. De todas formas el eje de la gran imagen arquitectónica pasa por el portal de la Trinidad, mucho más modesto. La fidelidad del dibujo permite apreciar no sólo la estructura de los puentes, sino también el conjunto de la obra de los pretiles o paretons, escalas, rampas y descargadores de la madera que llegaba en almadías. Toda la suntuosa obra era gestionada por la Fàbrica de Murs i Valls. La figuración de la corriente opta por la regularidad, aunque no siempre enfila la parte central de los puentes, como si obedeciese a las leyes de la hidrodinámica, que Tosca no desconocía. La condición de plano «icnográfico» del documento justifica la falta de animación y la ausencia de nota frívola alguna; lo compensa sobradamente con la minuciosidad: ¡podemos contar una por una las bolas decorativas del pretil y coinciden con la realidad!

Hace algunos años estudié detalladamente la toponimia del plano, estudio que he reanudado a raíz de la restauración. A diferencia del grabado de 1738 ca, que comentaremos después, el manuscrito de 1704 es una fuente cuantiosa y magnífica de información para la onomástica urbana de los siglos XVII y XVIII. Entre un documento y el otro tuvo lugar una guerra –durante la cual el manuscrito permaneció secuestrado– y un cambio de régimen administrativo y civil, con la aplicación de la Nueva Planta (1707). El cambio de dinastía había sido aceptado con pasividad e incluso colaboracionismo. Entre las disposiciones de la Nueva Planta, se imponía la uniformidad lingüística peninsular, es decir, la persecución administrativa del catalán. Por este motivo el plano de 1704 alcanza un mayor valor testimonial. Los criterios de transcripción toponímica no pueden ser juzgados con los ojos de un lingüista actual; se trataba de una cuestión meramente instrumental y un poco sentimental. El nomenclátor corresponde al que entonces estaba en uso entre la plebe municipal o, quizá, en el círculo de juristas, clérigos y notarios. En caso de duda, Tosca se decanta por los nombres antiguos y facilita numerosos dobletes, uniendo su condición de novator a la de tradicionalista ilustrado. Bien mirado se mueve entre el arcaísmo, el castellanismo y el vulgarismo, con una proporción abrumadora de casticismo auténtico en los 485 topónimos que he registrado. Los nombres de las calles y plazas, junto a la cartela de 113 ítems, ya aludida, podían servir para calificar de guía cultural el plano que nos ocupa.

El plano grabado por J. Fortea, 1738 ca

Las circunstancias habían cambiado. El padre Tomás V. Tosca –que no había podido terminar su segundo globo terráqueo «por causa de los alborotos públicos»– había fallecido en 1723. Sus mentores y amigos, todos, militaban en el campo «botifler», proborbónico, así como su fiel discípulo Antonio Bordázar, que nunca manifestó veleidades «regnícolas». En este nuevo ambiente, de Nueva Planta aceptada sumisamente, se gesta o consuma la publicación del plano grabado de Valencia que a menudo ha sido atribuido a Tosca, aunque sólo se trata de una versión ajena y póstuma, según observó F. Taverner (1984) hace tiempo.

   
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© Acadèmia de Belles Arts de Sant Carles

El plano de Valencia grabado e impreso, reducción y actualización del manuscrito de T. V. Tosca, realizada por J. Fortea bajo la inspiración de A. Bordázar. La fecha del grabado (1738 ca) se deduce de la presencia de edificios alzados entre 1704 y 1738 (140 x 93 cm).
   

El título completo dice «valentia edetanorum vulgo del cid delineata a dre thoma uincentio tosca congr. oratorij presbytero». Comparado con el original, han desaparecido los contestanos, el adverbio ichnographice y el año. Las cuatro planchas calcográficas, conservadas en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, totalizan 93×140 cm de superficie grabada. Bajo la cartela superior se ha añadido en letra inglesa: Propiedad de la Academia de Bellas Artes. Los ejemplares supervivientes más antiguos deben ser de una estampación de Benet Monfort, de 1769. Durante el siglo XX han abundado varias reducciones a escalas diferentes, las cuales han creado la equivocada imagen de perfecta miniatura. La técnica del grabador es relativamente cuidadosa, pero desmerece bastante cuando –a tamaño real– se compara con el fino dibujo del padre Tosca. Hay que reconocer, sin embargo, que el trabajo de burilar es más duro y que la reducción de escala exigía generalización.

Bordázar fue el responsable. La «popularización», no prevista probablemente, hay que atribuírsela.

De las escalas gráficas se obtiene una proporción de 1/1.770, que viene a ser la mitad de la del manuscrito. Los cambios a la fachada de la ciudad son escasos, pero notables. En la esquina noroeste de la Casa de Armas aparece un gran tambor almenado que ahora amenaza la ciudad suspecta. El portal del Real se ha barroquizado con una cimera sobre el testero añadido, resultado justamente de un proyecto de Tosca. El río ha acentuado su trenzado o braiding, tal vez para llamar la atención sobre el abandono del cauce. Una diferencia fundamental separa el original proclamado y el plano grabado: la lengua. Los pocos nombres que han cabido en la reducción están en castellano. En el pie de la leyenda hay una frase concluyente: «En obsequio del Revo Pe Dr. Tomas Vicente Tosca, su Maestro», añadido por un buril menos hábil que el de Fortea. Obviamente, la fecha de 1705 es apócrifa, ya que el documento recoge construcciones posteriores que obligan a retrasar la impresión, por lo menos, a 1738. En efecto, Bordázar inició la revisión en 1735, ligada al alzado del mapa de la Particular Contribución que no entregó en el Ayuntamiento hasta 1743, como ha dejado claro A. Faus.

1. «Delineandi artem et illuminandi coluit: quin et pingendi, ut uidere est in amoeni loci pictura, quae adhuc conseruatur.» Pròleg del Compendium philosophicum, I (1754), p. ii. (Volver al texto)
2. José de Chafrión, un discípulo de Saragossà, es autor de Escuela de Palas o sea curso mathematico, impreso en Milán en 1693. (Volver al texto)
3. No queda muy lejana la contribución cartográfica del P. Francisco A. Cassaus (1693), El Reyno de Valencia dividido…, motivada por la agitación de la «segunda Germanía».(Volver al texto)
4. «…rodeado por una multitud de jóvenes,…» (Volver al texto)

BIBLIOGRAFÍA
Faus, A., 1995. Mapistes. Cartografia i agrimensura a la València del segle xviii. Alfons el Magnànim. València.
Fuster, F., 2003. «Tomás Vicente Tosca y el plano de la ciudad de Valencia». In Gavara, J. J. (coord.). El Plano de Valencia de Tomás V. Tosca (1704). Generalitat Valenciana. València.
Gavara, J. J. (coord.), 2003. El Plano de Valencia de Tomás V. Tosca (1704). Generalitat Valenciana. València.
López Piñero, J. M. y V. Navarro, 1995. Història de la Ciència al País Valencià. Alfons el Magnànim. València.
Rosselló, V. M., 2004. «Tomàs V. Tosca y su entorno ilustrado en Valencia. Obra autógrafa y atribuciones». Ería, 64-65: 159-176.

Vicenç M. Rosselló. Profesor emérito de Geografía. Universitat de València.
© Mètode, Anuario 2008.

   
© Mètode 2011 - 53. Cartografía - Contenido disponible solo en versión digital. Primavera 2007
Profesor emérito de Geografia física. Universitat de València.