Los temas planteados en la monografía Abelles de mel (primavera de 2002) siguen vigentes: algunos de los problemas que se avistaban incluso se han agudizado.
Estudios recientes estiman que entre un 30-40% de la producción agrícola dependen de la polinización entomófila y señalan su rol fundamental en la conservación de la vegetación autóctona.
Se entiende por flora apícola el conjunto de especies vegetales, silvestres o cultivadas, capaces de atraer a las abejas, las cuales obtienen de ellas su alimento: néctar, polen o sustancias azucaradas.
La abeja de miel más conocida, Apis Mellifera L., se ha extendido por todo el mundo, primero de forma natural, y después gracias a la ayuda humana. Esta colaboración originó la apicultura.
Hablar de peligro de extinción de la apicultura es quizá un poco alarmista, pero si no ponemos en marcha un buen plan gestor de los recursos apícolas, esta amenaza se hará realidad.