Entre las muchas virtudes que tiene Marcelo Fuentes siempre he apreciado una de modo particular: en su obra –se trate de un dibujo, un grabado, una acuarela o un lienzo–, predominan los formatos pequeños o medianos. Podría decirse que es muestra de buena educación y de respeto hacia el espectador y hacia los escasos metros de pared que casi todos sufrimos. Pequeñas ventanas abiertas, en suma. Además, si la necesidad y el gusto lo aconsejan, uno puede viajar con su obra en la maleta. Así lo he hecho en alguna ocasión con una hermosa acuarela de 15 por 19,50 centímetros que, como es frecuente en este artista, no está fechada y no precisa geografía alguna, aunque sé que la hizo en L’Estanyó, en Les Marines. No sé si la acuarela, que veo ahora mientras escribo esta nota, tiene potencial energético, como parece que sucede con los thangkas, con esos ornamentados rollos de tela portátiles, pero las barcas y esa casa junto al mar de Denia me han ayudado en más de una ocasión a civilizar habitaciones de hotel y otras paredes ajenas y extrañas. También a recordar. Luces, personas, cosas, emociones. La vida. Esta pequeña acuarela fue realizada en el verano de 1988. Por aquel entonces, Marcelo frecuentaba a Doro Balaguer, una relación iniciada algunos años antes. Los casi ocultos lienzos y dibujos de Doro Balaguer y en particular de José Balaguer fueron la verdadera escuela en la que se formó el artista. Marcelo Fuentes cursó estudios de Historia sin demasiada convicción, y vio rechazado su ingreso en la Escuela de Bellas Artes de Valencia. Su Academia fue la atenta observación de la obra de pintores como Mario Sironi o Jean-Baptiste Corot y, sobre todo, la disciplina del trabajo. Pintor urbano, de edificios y calles, también ha frecuentado paisajes intermedios, por decirlo a la manera de John Brinckerhoff Jackson, solitarias arquitecturas de playa, y vestigios de cultura en la geografía rural. Al contrario que en sus trabajos urbanos –fotografiados antes que llevados al papel o la tela–, las acuarelas y dibujos que aquí vemos están realizadas sobre el motivo, au plein air, con la calculada y precisa inmediatez que exige la pincelada con agua, lo que obliga a tener unas manos virtuosas. Desde 1994, cuando presentó en la Universidad de Valencia la exposición Una ciudad, Marcelo Fuentes se ha mantenido fiel a un programa de trabajo que, en el filo entre géneros, insiste en tratar el paisaje como bodegón, en componer unas particulares naturalezas muertas. La atención se detiene y se entretiene en solitarios edificios, trenzados unos con otros y convertidos en manchas de luz y de sombra. Un programa que, en ocasiones ha compartido con fotógrafos como Juan Peiró o Bernard Plossu. Las geografías en las que ha trabajado son muy variadas. Valencia, las playas de El Saler y el Perelló, Nueva York –siempre revisitada–, Oporto, Estocolmo, tierras de Teruel, entre Albentosa y Olba, Bilbao, Ostia… Y aunque parece desentenderse del genio del lugar, hay trabajos que han adquirido, sin él pretenderlo, algún valor documental. Tal sucede con los cuadros y dibujos de la abandonada arquitectura industrial del Camino de las Moreras, en la Valencia de comienzos de los años noventa. Ciertamente, no le importa el lugar en el que dibuja o pinta. En estas arquitecturas deshabitadas o abandonadas nada parece suceder. Todo acontecimiento se ignora. Tan solo interesan los volúmenes, esas formas creadas en el esquivo juego de las luces y las sombras. «Me conformo con provocar una pequeña sensación», declaró una vez a Elvira Lindo. Sensación o emoción, que aquí es también una forma de conocimiento. De conocimiento portátil. Salvador Albiñana. Profesor titular de Historia Moderna, Universitat de València. Director del Colegio Mayor Rector Peset. |
«Marcelo Fuentes se ha mantenido fiel a un programa de trabajo que, en el filo entre géneros, insiste en tratar el paisaje como bodegón, en componer unas particulares naturalezas muertas» |
Número 68 (2010/11): Después de la crisis | ||||
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Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 15,2×20 cm. |
Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 15,5×14 cm. |
Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 16×21,3 cm. |
Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 17,4×14,4 cm. |
Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 17,4×14,4 cm. |
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Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 16×21,2 cm. |
Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 16,8×13,3 cm. |
Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 17,6×13,8 cm. |
Marcelo Fuentes, 2010. Serie «Después de la crisis». Acuarela, 26,7×15,6 cm. |