Cómo desaparece el escribano palustre y por qué debería importarte

Las especies de aves en peligro son un indicativo preocupante de la calidad de nuestros ecosistemas

escribano palustre

Cada vez somos más conscientes de las consecuencias que el cambio climático produce sobre los entornos naturales, pero la situación cambia cuando se trata de determinar cómo impacta la modificación de las condiciones ambientales a las especies que tenemos más cerca. Según el informe técnico de la Dirección General del Medio Natural y de Evaluación Ambiental, en la Comunidad Valenciana hay 24 especies de aves en peligro de extinción o en estado vulnerable, algunas de ellas directamente afectadas por el calentamiento global, pero también por la escasez de agua, la desaparición de otras especies de insectos o plantas, y la acción directa del ser humano sobre los ecosistemas. El escribano palustre es una de ellas.

¿Qué causa la desaparición del escribano palustre?

El escribano palustre (Emberiza schoeniclus witherbyi), una pequeña especie de pájaros cantores que habita en los humedales de Europa, lleva más de 25 años sufriendo una despoblación cada vez más pronunciada en la península ibérica: entre 2005 y 2021, se ha reducido el número de ejemplares a escala nacional hasta un 40%, de 375 parejas reproductores a unas 230. En la Comunidad Valenciana, hace décadas que no se observa la presencia de escribanos en las zonas húmedas que solían habitar en el pasado, como los marjales de Pego-Oliva o de Xeresa-Xeraco.

De hecho, uno de los principales motivos de su desaparición es usualmente atribuida por los investigadores al estado de conservación de los humedales. Durante los últimos años, las zonas húmedas del territorio español como el Parque Nacional de Doñana se han visto gravemente deterioradas a causa de la sobreexplotación de los recursos naturales por parte de los seres humanos. Este tipo de prácticas ilegales han provocado peligros críticos de sequías, poniendo en riesgo a los ecosistemas y a todas las especies que los habitan.

Según Juan Monrós, profesor e investigador en el Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia, «el escribano palustre necesita contar con unas formaciones vegetales específicas que sólo se encuentran en zonas húmedas permanentemente inundadas». Además, explica que «si el agua de estas zonas es extraída o contaminada, las plantas desaparecen, imposibilitando así que los escribanos puedan continuar habitándolas». Uno de los casos más graves es el del Parque Nacional Tablas de Daimiel, donde todavía es posible observar algunos ejemplares. Sin embargo, tan sólo el 10% de su superficie se encuentra inundada a causa de la extracción de aguas subterráneas para su uso intensivo en la explotación agrícola.

En la Comunidad Valenciana, una de las áreas naturales de estas características más afectadas por las condiciones climáticas es la Albufera de Valencia, que según los informes de SEO Birdlife se encuentra entre los espacios importantes para la conservación de las aves o Important Bird Areas (IBA) más amenazados del planeta. En esta zona, el 22% de las poblaciones invernantes y migratorias de aves acuáticas presentan problemas de conservación considerables, cifra que se dispara al 63% en el caso de aves que usan los humedales para reproducirse. De hecho, casi 3 de cada 10 especies que dependen de ecosistemas similares están gravemente amenazadas.

¿Por qué debería importarte?

La desaparición de especies poco conocidas y aparentemente sin demasiada relevancia en nuestro día a día, aunque a simple vista parezca un mal situacional y anecdótico, comporta una serie de problemáticas para el ser humano mucho más allá de la propia pérdida de los especímenes en peligro.

Anna Valentín, investigadora en la sección valenciana de SEO Birdlife, alerta de que la población de aves es «un indicador utilizado por la oficina estadística europea (Eurostat) para medir la calidad de los ecosistemas y el bienestar humano en Europa». Por lo tanto, «la disminución de las poblaciones de aves nos está indicando que la salud de nuestros ecosistemas se está deteriorando, y ese deterioro se verá reflejado en nuestro bienestar». Especies como el escribano palustre son «indicadores de la calidad del hábitat en el que viven», y su desaparición está manifestando un detrimento severo de las zonas naturales que, inevitablemente, repercutirá en nuestras condiciones de vida. No debemos olvidar que la extinción de estas especies no es casual ni esporádica, sino que una gran parte de la responsabilidad la tenemos nosotros.

Emilio Barba, también investigador y catedrático en el Instituto Cavanilles, advierte que además de las amenazas planteadas por el cambio climático sobre las especies, hay otras igual o más relevantes a las que no estamos prestando la suficiente atención, y que son causadas por la acción directa de los seres humanos sobre los medios naturales. Además, Barba asegura que «se está aprovechando el cambio climático como bandera para impulsar actuaciones que son muy discutibles desde el punto de vista ambiental», y que «los grupos de presión toman decisiones interesadas que no son sostenibles a largo plazo».

En la Comunidad Valenciana encontramos diversas situaciones paradigmáticas. Por un lado, en la zona del interior, el Plan Eólico pretende instalar durante los próximos meses 63 aerogeneradores de 180 metros de altura en la sierra de Utiel, pese a tratarse de una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Específicamente, se verían afectadas decenas de águilas reales (Aquila chrysaetos) que anidan en las proximidades, además de culebreras europeas (Circaetus gallicus), aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) o azores comunes (Accipiter gentilis), entre otras especies que sobrevuelan habitualmente la zona. Por otro lado, la ampliación del Puerto de Valencia, según los catedráticos de física e ingeniería Eulalia Sanjaume y Jorge Pardo, podría suponer una aceleración del proceso de erosión y pérdida de playas en la zona de la Albufera, poniendo en peligro la biodiversidad de la zona.

Valentí y Barba coinciden en señalar como principales factores de riesgo para las aves a la contaminación (emisión de gases, vertidos químicos y plásticos en las aguas…), la alteración de los ecosistemas (extracción de agua, incendios, degradaciones del hábitat…), la construcción e instalación de infraestructuras de energías renovables sin evaluación previa, o el desarrollo urbanístico desenfrenado.

En otras palabras, el estado de salud de las aves como el escribano palustre se trata de un indicador relevante para medir la calidad de los ecosistemas y el bienestar humano. Su disminución no sólo implica un peligro de extinción injusto, sino que además nos indica que la calidad de los ecosistemas está disminuyendo de forma drástica. Si no conseguimos implementar soluciones eficientes relativamente pronto, es cuestión de tiempo que nuestras propias acciones terminen volviéndose contra nosotros.

Cría en cautividad y reinserción de especies: una solución incierta

escribano palustre en cautividad

Un escribano palustre criado en cautividad para su reinserción en los ecosistemas naturales. / Foto: Iván Alambiaga

Para tratar de revertir la situación del escribano palustre, el Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia lanzó en 2021 un programa estatal que tiene el objetivo de reintroducir en su hábitat natural las crías de 6 parejas reproductoras. Juan Monrós alerta de que la situación de especies como el escribano es crítica:

«Las especies de aves que ocupan los espacios húmedos necesitan que haya una gran cantidad de agua para reproducirse o alimentarse, así que todo aquello perjudicial para la calidad del régimen hídrico de estas zonas les afectará gravemente», afirma. Además, explica que la alteración de las temperaturas y las anomalías estacionales provocadas por el cambio climático pueden «desorganizar la coordinación fenológica entre las especies». Si los insectos comienzan a aparecer más pronto o más tarde de lo esperado y no coinciden con la época de cría de las aves, estas podrían llegar a tener muchos problemas para alimentarse.

Según la legislación de la Unión Europea, todas las especies de aves en peligro de extinción deben contar con programas de protección especializados que sean puestos en funcionamiento a través de las administraciones regionales. No obstante, el Dr. Monrós asegura que normalmente se aprueban planes para ayudar a las aves más grandes y emblemáticas como el águila perdicera (Aquila fasciata) o el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), y se dejan de lado las especies que quizá sean menos vistosas, pero no por ello menos importantes. Aunque en el pasado se han realizado con éxito otros proyectos de cría en cautividad e inserción de especies pequeñas como el pinzón azul (Fringilla polatzeki), hoy en día el programa destinado al escribano palustre todavía se encuentra en una fase muy inicial por la falta de recursos:

«Comenzamos a hacer el programa, pero necesitamos el apoyo de las instituciones para darle continuidad», reivindica Monrós. «La Unión Europea dicta las directrices de los planes de recuperación de cada especie y son las autonomías quienes las llevan a cabo. El trabajo de los investigadores es informar a las administraciones y darles las herramientas para tener éxito, pero invertir los recursos necesarios no depende de nosotros», asegura.

Los expertos coinciden en que la legislación en España y Europa es adecuada para proteger a las aves de los peligros que las rodean, pero el problema está en que no se cumple como debería. Además, muchas especies todavía no tienen planes de recuperación adecuados o se encuentran en estado de paralización, aunque su obligatoriedad está contemplada por la ley.

Por estos motivos, el Dr. Barba insiste en decir que no es suficiente con intentar poner tiritas a la situación de las especies en peligro, porque «siempre se habla de concitar los beneficios económicos con la sostenibilidad, pero tenemos que jerarquizar, porque si no hay planeta el resto deja de ser importante». Según su criterio profesional, «lo que hace falta es ir a la raíz del problema y cortar los niveles excesivos de producción y consumo que están poniendo en riesgo a los ecosistemas».

Desgraciadamente, es posible que ya sea demasiado tarde para muchas de las especies, que no tendrán tiempo de ver sus programas de recuperación aprobados y en marcha. Puede que eso ya sea suficiente para argumentar que la situación del escribano palustre debería importarte pero, por si no lo es, recuerda: detrás de ellos, vamos nosotros.

© Mètode 2023
Estudiante de Comunicación Audiovisual de la Universitat de València.