¿Cuánto nos cuesta una planta invasora?

Montserrat Vilà, investigadora de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), habla del impacto de las invasiones biológicas

planta invasora Carpobrotus

¿Cuánto vale un paisaje destruido? ¿La pérdida de una especie? ¿Erradicar una plaga? Seguramente, muchas de estas preguntas no tengan una respuesta clara, al menos monetaria, pero aún así son cuestiones que, cada vez más, afectan y preocupan a una sociedad que empieza a darse cuenta del valor que tienen aquello que le rodea. Dentro de estas preocupaciones, una de las más destacadas es la que está desarrollándose por las repercusiones de las especies invasoras. Estas, frecuentemente, suelen tener un efecto devastador, pero ¿realmente sabemos cuánto nos cuesta una especie invasora?

El pasado viernes 8 de abril, Montserrat Vilà, investigadora de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), impartió la conferencia Ecological and economic impacts of invasive plants en el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universitat de València. En esta, la ecóloga hizo un repaso de las plantas invasoras más representativas a nivel global, fijándose especialmente en dos aspectos: ecológico y económico.

La conferenciante aclaró, antes de todo, la diferencia entre una planta exótica y una planta invasora. Según la científica, este término –planta invasora– se puede definir mediante dos puntos de vista, el biológico y el político. Si prestamos atención al biológico, estas plantas serían aquellos vegetales exóticos –entendiendo exóticos como ajenos a su lugar típico de residencia– que han conseguido expandirse de una forma muy rápida. Por otro lado, según el punto de vista político serían plantas exóticas que «causan impactos».

«Aunque normalmente se habla del impacto de los animales invasores, las plantas pueden tenerlo igual o mayor», apuntaba la investigadora, que ponía como ejemplo el caso Carpobrotus sp. Pero, ¿qué es lo que debemos entender por impacto? En ecología, el concepto «impacto» se explica como el efecto que las especies invasoras ejercen sobre los procesos ecológicos del ecosistema y la perturbación que provocan frente a un ideal de referencia anterior a su presencia.

Por tanto, no estamos evaluando si estos efectos son positivos o negativos, pero sí que podemos medir si son grandes o pequeño en comparación con nuestro estado de referencia, e incluso podemos decir si estos crecen o decrecen en función del tiempo. Estos impactos afectan a todos los niveles de clasificación ecológica –desde el individual hasta el comunitario–; por tanto, hay que buscar cuál es la mejor forma de estudiarlos. Normalmente estos impactos se estudian comparando ambientes parecidos con presencia o ausencia de especies invasoras, para tener un sistema originario y uno perturbado. Pero no es la única forma, dado que en otros casos se estudia mediante la observación del área invadida en función del tiempo; incluso, se puede comparar el área invadida con otra donde las especies invasoras han sido finalmente exterminadas.

Por otro lado, el efecto de las plantas invasoras puede ser diferente según la región donde se encuentre, como ocurre en el caso de los agricos (Oxalis pes-caprae), que se ha extendido mucho por la región mediterránea, y se observa especialmente en los cultivos de naranjos. Este, aún y teniendo un efecto negativo, usualmente, varía su intensidad según el área de estudio.

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En la imagen, Montserrat Vilà y las personas asistentes a la conferencia Ecological and economic impacts of invasive plants, durante el turno de preguntas. / Marcos Morales

Y es que, de forma general, los estudios sobre plantas invasoras se centran principalmente en los efectos negativos de las mismas. Además, estos suelen tratar una serie de especies modelo como Bromus tectorum –planta invasora en América del Norte de origen europeo que aumenta el riesgo de incendio–, lo cual restringe mucho el resultado de los estudios. Todos estos condicionantes unidos al escaso registro de variables que examina cada artículo por sí mismo –generalmente diversidad y riqueza de especies–, hace que sea difícil valorar los daños ecológicos que las plantas invasoras provocan en su conjunto.

Pero no solo ecológicamente es difícil de evaluar el coste que suponen las plantas invasoras. A nivel económico, el impacto está cada vez más presente. Uno de los aspectos más interesantes de este punto es sin ninguna duda el referente a la salud humana. El incremento del nombre de alergias debido al polen de plantas exóticas está convirtiéndose en un problema cada vez mayor para el sistema inmunológico de las personas que viven en regiones donde estas no crecen de forma natural. En este caso, no solo las planas invasoras son las culpables de producir alérgenos, sino que el uso de plantas exóticas en jardines de forma ornamental también están incrementando su presencia.

No hay que olvidar, también, que algunas especies invasoras han tenido un efecto a nivel estético, incuantificable, como el que ha producido el caso del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus), el cual ha supuesto, además, un gasto económico considerable. Es por eso que, cada vez más, desde las instituciones públicas se intentan realizar evaluaciones de riesgos de las diferentes especies invasoras, que según palabras de la propia conferenciante, «no son más que un protocolo que se realiza para tomar decisiones respecto de una especie».

La investigadora concluyó la presentación destacando que es necesario continuar estudiando el impacto de las plantas invasoras ya que solo tenemos información de unas pocas especies y no a todos los niveles ecológicos. Además, la búsqueda y el estudio de estas debe evolucionar des del ámbito específico hasta el global. Será esta información la que en un futuro no ayudará a realizar más y mejores evaluaciones de riesgos para poder actuar con mayor efectividad frente a este problema global y exponencial que aún sabe decir cuánto vale una planta invasora.

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© Mètode 2016

Estudiante de Biología de la Universitat de València.