La biodiversidad arraiga en la trama urbana

Los jardines botánicos pueden extender sus ramas hacia funciones ornamentales; crecer para la enseñanza de la horticultura; mantenerse al servicio de la conservación de las especies; afianzar las raíces como patrimonio histórico; combinarse con zoológicos; incluso convertirse en parques temáticos de naturaleza. La clasificación de estos espacios urbanos cargados de biodiversidad puede superar la decena, según el secretario general de la Organización Internacional para la Conservación en Jardines Botánicos, Peter Wyse Jackson. El Jardí Botànic de la Universitat de València, con la promoción de la investigación, la recreación de ecosistemas y la educación pública –entre otras actividades–, ha superado el ámbito académico para convertirse, doscientos años después de su creación, en uno de los jardines clásicos, también llamados multipropósito.

El origen del jardín de Valencia, ligado a la tradición botánica y universitaria de la Italia renacentista, se remonta al 1567, cuando los jurados de la ciudad nombraron a Joan Plaza catedrático de Hierbas del Estudi General (la universidad) y le encomendaron la creación de un huerto de simples para la enseñanza de las propiedades terapéuticas de las plantas. En 1802 este espacio se traslada al huerto de Tramoieres, dejando atrás la tierra de la calle de Sagunto, la parroquia de Sant Llorenç o la Alameda. Con motivo de la celebración de su bicentenario, la Universitat de València organizó un seminario internacional sobre la función de los jardines botánicos en las ciudades del futuro, el cual se desarrolló en octubre de 2002

Crane: “Cal dotar els jardins d’una major sofisticació i especialització.” Foto: M. Lorenzo

“Los papeles diferentes que han representado los jardines botánicos en el último siglo incluyen el estudio de las plantas medicinales, la introducción de variedades, la investigación y exploración (especialmente de taxonomía vegetal), la educación, el perfeccionamiento, horticultura y conservación de especies amenazadas”, reflexionaba Vernon H. Heywood, profesor emérito del Centre for Plant Diversity and Systematics, School of Plant Sciencies, University of Reading de Inglaterra, quien también recibió la medalla de honor de los 500 años de la Universitat de València. Pese a estas líneas de creación, los huertos –actualmente casi 1.900 en todo el mundo, de los cuales más de 620 en Europa– “se han adaptado a las cambiantes modas y necesidades de la sociedad y al desarrollo científico” y, a menudo, “han desaparecido bajo el hormigón”, mientras que algunos de los europeos originales ya “son islas diminutas en un mar urbanizado y con un futuro incierto”, añadía Heywood.

La evolución de los jardines botánicos se dirige, desde el punto de vista de Heywood, hacia ámbitos diversos como “la conservación y el uso sostenible de los recursos vegetales”, “convertirse en centros capaces de ejecutar los tratados y estrategias de biodiversidad”, además de participar “en planes de acción de la diversidad biológica urbana y periurbana o servir como espacio de educación o cultura recreativa”.

Una de las principales razones de ser de los huertos urbanos es “contribuir al desarrollo sostenible” mediante la conservación y uso adecuado de las plantas, “promoviendo las investigaciones y actividades educativas para promocionar la concienciación del público en general hacia el medio ambiente”, argumenta la Organización Internacional para la Conservación en Jardines Botánicos.

Varios participantes en la conferencia, responsables de jardines botánicos representativos de Europa y Estados Unidos, explicaron a Mètode su perspectiva, poniendo la mirada en un futuro a medio plazo.

Los expertos coincidieron en recordar que los jardines botánicos deben ser respetados por la planificación urbanística de las ciudades, que debe valorar sus funciones: promocionar y conservar la biodiversidad en un ámbito lejano de la naturaleza, facilitar la investigación científica y mejorar la calidad de vida en el ámbito urbano. De izquierda a derecha Klaus Amman, de la Universidad de Berna (Suiza). La vicepresidenta de Horticulture and Living Collections del New York Botanical Garden de los Estados Unidos, Kim Tripp. El director del Royal Botanic Garden de Kew (Reino Unido), Peter Crane y el director del Jardí Botànic de València, Antoni Aguilella. Foto: M. Lorenzo

La vicepresidenta de Horticulture and Living Collections del New York Botanical Garden de los Estados Unidos, Kim Tripp, aseguraba que este tipo de jardines “son reponsables de aportar a la sociedad experiencias, educación y conocimientos tanto para el público como para los profesionales de la ciudad y el estado”. Para conseguir este ambicioso objetivo, “hacen falta tres caminos: la ciencia, la investigación y la muestra de la biodiversidad, de los problemas de la naturaleza y del significado de las plantas a la población con objeto de motivar su interés e implicación”.

El papel “clave” de los jardines botánicos es “fomentar la apreciación de la importancia de las plantas en nuestras vidas”, para el director del Royal Botanic Garden de Kew (Reino Unido), Peter Crane, “independientemente de los cambios en la política global”. “Es fundamental hacer entender e interpretar el significado de la naturaleza para la existencia humana, de la cual la sociedad urbana se ha desconectado”. Al mismo tiempo, “necesitamos demostrar la conexión entre las plantas y aquellos aspectos de preocupación general, tanto de ámbito local como internacional”. Porque en el contexto de una preocupación creciente por luchar contra la pobreza, por mejorar la salud, por promover usos sostenibles del agua, la energía o la agricultura, “es la relevancia de las plantas lo que requiere ser enfatizado”, añade.

Amman: “Els jardins ajuden a comunicar els actuals problemes ambientals.” Foto: M. Lorenzo

Necesidad de innovar

“Si realmente queremos emancipar los jardines botánicos, los arquitectos paisajistas tienen que intentar obtener una visión más amplia sobre lo que pasa en la jardinería actual en relación con entornos culturales distintos”, señala Klaus Amman, de la Universidad de Berna (Suiza). Este profesor, que diferencia entre el concepto de huerto simple en el norte y en el sur de Europa, destaca que los jardines “ayudan a comunicar los actuales problemas ambientales”. Aunque es optimista sobre el “evidente crecimiento” de estos espacios, defiende la necesidad de renovarlos: “las exigencias de la sociedad están cambiando y nuestro reto también es cambiar”, comentó.

Una de las cuestiones básicas para la modernización, según Amman, y más allá de la investigación, es la financiación, puesto que la independencia económica “garantiza la continuación”. “En nuestra experiencia, la creación de una fundación ha sido muy buena porque ha atraído más participaciones”, apuntaba. Crane, por su parte, mostró su acuerdo con Amman en este punto. Pese a esto, reclamó “el componente de institución pública con papel público de los jardines”.

El director del Jardí Botànic de València, Antoni Aguilella, apreció que el desarrollo del espacio europeo, aparte de un simple mercado comunitario, “enfrenta a los jardines al reto de adaptarse a las nuevas demandas de la sociedad del conocimiento, de las relaciones entre la ciencia y la sociedad”. Estos espacios “deben perfilarse como lugares de comunicación permanente que tienen que conjugar la información, la educación y la diversión. Así, hace falta ligar la tradición desde el punto de vista museístico con las modernas técnicas expositivas y de comunicación que han aflorado en los museos de la ciencia y los parques temáticos”.

Tripp: “Els jardins poden as­sistir a grups menuts a fi d’instruir-los en els processos de conservació.” Foto: M. Lorenzo

Kim Tripp reconoce que los huertos urbanos son botánicos y jardines “por alguna razón”, por eso “tienen que promover las colecciones de plantas vivas, a la vez que planear correctamente la investigación y la educación”. Los jardines, como matizaba Aguilella, “deben ayudar a preservar la biodiversidad”. El trabajo de la preservación no solamente es una finalidad en él mismo, según Tripp, sino que “inspira otras formas de espacios verdes”. La dirigente del New York Botanical Garden remarcaba que los jardines “pueden asistir a grupos pequeños a fin de instruirlos en los procesos de conservación”, además, “pueden enseñar a la gente una alternativa al desarrollo que se va imponiendo”, un desarrollo consumidor de recursos naturales. Peter Crane extendió la idea de la integración de los jardines en sus sociedades, pero “dotándolos de una mayor sofisticación y especialización”.

El concepto de “parque temático botánico” defendido por Aguilella, como respuesta a las “previsibles necesidades futuras de la sociedad europea”, conecta con el interés de Tripp por el uso de las nuevas tecnologías para acercar la naturaleza a la sociedad, sobre todo, al público más joven, a la vez que con Crane y su huida del jardín lineal convencional. Las webs “se tienen que convertir en grandes ventanas nacionales para mostrar a las ciudades los jardines botánicos, su utilidad, etc., y así motivar a la sociedad para que los preserve y los use”, según Tripp.

Una herramienta como Internet “con visitas virtuales o la relación con otros recursos ambientales, ha ayudado a involucrar a los niños en actividades con mucho éxito en Nueva York”. Del mismo modo, este método “se puede utilizar para proyectar el peligro de la contaminación atmosférica y otros problemas que padece el entorno por la acción antrópica, como el consumo de recursos hídricos y, en muchas ocasiones, su déficit, el cual también afecta a los jardines botánicos”, alerta Kim Tripp.

Aguilella: “Els jardins han de perfilar-se com a llocs de comunicació permanent que han de conjugar la informació, l’educació i la diversió.” Foto: M. Lorenzo

Crane recuerda que durante épocas pasadas en Inglaterra las emisiones industriales “llegaron a ocasionar graves problemas, pero en la actualidad las fuentes directas de contaminación han reducido su peligrosidad, al contrario que las fuentes difusas, las cuales, cada vez más, amenazan la supervivencia de los ecosistemas mediante emisiones, vertidos, etc.”.

La calidad del aire “es diferente según las ciudades”, según Klaus Amman, quien observa que en Suiza “no hay conflictos por la contaminación atmosférica, pero sí en otros lugares, donde esta cuestión debería ser prioritaria”, porque fenómenos como el cambio climático afectan de forma global al planeta. En cuanto al consumo de agua, Tripp explicó la dificultad en Nueva York de predecir el déficit hídrico y por esta razón “se desarrolla un plan controlado de riego”. También incidió en la problemática de los nuevos insectos, las nuevas enfermedades y las plantas invasoras.

Los expertos coincidieron en recordar que los jardines botánicos tienen que ser respetados por la planificación urbanística de las ciudades, que tiene que valorar sus funciones: promocionar y conservar la biodiversidad en un ámbito lejano de la naturaleza, facilitar la investigación científica y mejorar la calidad de vida en el ámbito urbano.

© Mètode 2002 - 36. Paisajes del olvido - Disponible solo en versión digital. Invierno 2002/03

Periodista especializada en medio ambiente y Premio Nacional de Periodismo Ambiental. Cátedra de Divulgación de la Ciencia de la Universitat de València.

RELATED ARTICLES