Todos somos primates. Los seres humanos formamos parte, junto con el resto de simios y monos, del orden de los primates. Esto hace que compartamos con determinadas especies, especialmente con los otros grandes simios –orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos– tanto características físicas como comportamentales. En este número, hemos querido dirigir nuestra mirada a la primatología, especialmente al estudio del comportamiento de los primates no humanos. ¿Qué conductas son iguales o similares a las nuestras y qué mecanismos cognitivos hay detrás de estas? ¿Cómo podemos aplicar el conocimiento adquirido para mejorar la conservación de las especies que se encuentran amenazadas actualmente? Estas y otras cuestiones están en el origen de este monográfico coordinado por la profesora Anna Albiach-Serrano.
El número está ilustrado con los magníficos dibujos de Jordi Sabater Pi (Barcelona, 1922–2009), pionero de la primatología y de la etología en nuestro contexto y reconocido internacionalmente por sus investigaciones. Para él, el dibujo formaba parte de la observación, de la adquisición del conocimiento. Las ilustraciones escogidas en este monográfico dan idea de su aprecio por el detalle y su capacidad de captar los comportamientos de los
primates que estudió a lo largo de su vida. Esta actitud y aptitud con el dibujo –como manifiesta el periodista científico Toni Pou en la sección de Metodart– entronca su trabajo «con la tradición de los naturalistas británicos como Charles Darwin o de los alemanes como Alexander von Humboldt, que combinaban la observación y la exploración con el dibujo».
En 1859 se publicaba El origen de las especies, de Charles Darwin, el libro que cambiaría –junto con El origen del hombre, aparecido en 1871– la idea de la evolución de los seres vivos. Todavía, a estas alturas, quedan reductos negacionistas –con más o menos eco, según los países– de la teoría de la evolución de las especies. Todos somos primates y formamos parte de un mismo proceso evolutivo del cual, a medida que sabemos más, vamos descubriendo que es mucho más intrincado y complejo de lo que imaginábamos en un principio. El estudio de los primates nos permite entender mejor tanto al resto de especies que conforman este orden como a nosotros mismos. Porque, como pasa en las mejores familias, los parecidos y diferencias con nuestros parientes nos ayudan a formarnos una idea más aproximada de dónde venimos y qué somos: en definitiva, unos primates más.