Entrevista a Gunnar von Heijne

«El premio Nobel es importante porque escribe la historia de la ciencia»

Secretario del Comité del Nobel de Química (Suecia)

Alrededor de octubre de cada año los medios de comunicación de todo el mundo se preparan para relatar un acontecimiento con pocos competidores en cuanto a relevancia y alcance: el anuncio de los Premios Nobel que otorga la Real Academia de las Ciencias de Suecia. Tras lo que sin duda es uno de los galardones más importantes del mundo hay un proceso muy complejo que implica meses de trabajo de personas que también cuentan con el reconocimiento de la comunidad internacional por sus aportaciones en los campos de la economía, la literatura o la ciencia.

Es este el caso de Gunnar von Heijne (Gotemburgo, 1951), profesor de Química Teórica de la Universidad de Estocolmo y actual secretario del Comité del Nobel de Química. Con un máster en Ingeniería Química en el Real Instituto de Tecnología de Estocolmo, en 1980 completó su doctorado en Física Teórica en la misma institución, ya entonces interesado en el estudio de las estructuras tridimensionales de las proteínas, área en la que acabaría especializándose. Según nos explica, su investigación de las proteínas presentes en la membrana de las células surgió un poco de forma casual: ya mientras hacía el doctorado quiso continuar estudiando francés, la lengua que había aprendido en el instituto. Así que para practicar se hizo con una suscripción de La Recherche, revista mensual de divulgación científica en activo en Francia desde los años setenta, donde vio una viñeta que le llamó la atención. Las interacciones entre una cadena de proteínas y una membrana celular le parecieron un poco sospechosas. «No acababa de entenderlo. Como llevaba algunas referencias, continué interesándome y todavía hoy continúo interesado», explica. Las proteínas de la membrana celular, en términos simples, podrían definirse como la puerta de entrada y de salida tanto de la información como de los nutrientes de las células. Para estudiarlas, el profesor Von Heijne y su equipo han combinado con gran éxito métodos teóricos con técnicas de biocomputación (como, por ejemplo, el desarrollo de software para predecir los llamados «péptidos señal» de las proteínas, que todavía hoy continúa siendo utilizado y actualizado progresivamente), así como estudios experimentales en el laboratorio para confirmar sus modelos predictivos.

«Si nos atenemos estricamente al Plan S, habría muy pocos sitios para publicar nuestros trabajos»

Su carrera investigadora ha ido acompañada de responsabilidades notables: entre otros cargos, desde 2006 hasta 2015 fue director del Centro de Investigación en Biomembranas de la Universidad de Estocolmo, y actualmente ocupa la misma posición en el Centro Nacional Cryo-EM de SciLifeLab, instituto sueco de referencia en materia de biociencias moleculares. Después de ser consultado por los comités del Nobel de Química y de Fisiología y Medicina en varias ocasiones, en 1997 se convirtió en miembro de la Real Academia Sueca de las Ciencias. Además de ser una voz clave en la selección de los premiados con el Nobel, por supuesto el profesor Von Heijne también ha recibido numerosos reconocimientos: entre los más recientes, en 2018 recibió el Premio Novozymes de la Fundación Novo Nordisk, y en marzo de 2019 fue nombrado doctor honoris causa por la Universitat de València, a propuesta del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular. A propósito de su visita a Valencia, nos reunimos con él un día antes de la ceremonia de nombramiento para hablar de su investigación y también de la difícil tarea de proponer un premio Nobel.

Empecemos por la cuestión más básica: ¿nos podría explicar qué es una proteína de la membrana celular y qué papel representa en nuestro organismo?

Nuestras células están rodeadas de una membrana que las mantiene intactas, de forma que todas las reacciones que se producen dentro están protegidas del entorno. Todas las células tienen membrana. Esta membrana no puede ser ni demasiado impermeable ni demasiado estanca porque, si no, nada podría entrar ni salir de la célula, y la célula toma sus nutrientes del entorno. También secreta sustancias de rechazo, de nuevo hacia fuera, y señales para comunicarse con otras células. Si no hubiera proteínas en la membrana, la célula estaría demasiado aislada. Por lo tanto, las proteínas insertadas en la membrana son las que permiten a la célula comunicarse con su entorno, así como importar nutrientes y otras moléculas, y también excretar otros elementos.

¿Por qué son tan importantes, por ejemplo, en el estudio de los fármacos?

Si queremos que un fármaco tenga un efecto en determinadas células del cuerpo de una persona, a menudo es bastante difícil diseñarlo para que penetre en estas membranas. Muchos no lo consiguen y se quedan en el torrente sanguíneo, por ejemplo. ¿Cómo producir un efecto sobre la célula si no puedes entrar? Pero si el fármaco se combina con las proteínas de la membrana que están expuestas en la superficie celular, también puede alterar su interior, evitar que alguna señal entre o abandone la célula, etcétera. Por lo tanto, estas proteínas son buenos objetivos para los fármacos, porque acceder es más fácil. Además, controlan muchos acontecimientos importantes del interior de la célula. Por eso la mitad de los medicamentos que utilizamos se dirigen hacia las proteínas de membrana.

«Es dinero público el que gastamos para pagar a las grandes editoriales científicas, ¿es este un sistema sostenible?»

Para estudiar estas proteínas de membrana, buena parte de su trabajo se centra en el desarro­llo de soft­ware para la elaboración de modelos, ¿me equivoco?

Tienes parte de razón. Cuando me inicié en ciencia, solo hacía trabajo teórico. Las proteínas están hechas de moléculas encadenadas y las piezas de la cadena se denominan aminoácidos. Cada proteína presenta estos aminoácidos en un orden en particular, y este orden es muy importante, porque es lo que hace que la proteína se comporte como tiene que hacerlo. Conocemos muchas secuencias de aminoácidos de proteínas de membrana, pero conocer solo la secuencia no te dice realmente cuál es la función de una proteína. Para saberlo, lo que necesitamos es saber cómo se proyecta esta cadena de aminoácidos en una estructura tridimensional, como si cogieses un hilo y le dieses una forma con las manos. Solo la estructura revela cuál es la función de la proteína. Experimentalmente es muy fácil encontrar el orden de los aminoácidos, pero es mucho más difícil encontrar la estructura tridimensional. Al principio nuestro trabajo consistía en tratar de predecir la estructura o la función de la proteína solo estudiando la secuencia de los aminoácidos, tratando de encontrar características en estas secuencias que se correlacionaran con ciertas funciones. Y como hay mu­chas secuencias, necesitábamos desarrollar software para buscar estas características que nos ayudarían a predecir cómo funcionan las proteínas.

Pero ahora en su laboratorio llevan a cabo trabajo experimental además del computacional y del teórico…

Sí, al principio era solo trabajo con ordenadores, pero hacia los noventa empezamos a hacer trabajo más experimental y esto ayudó muchí­simo, porque cuando haces trabajo computacional, puedes llegar a algunas hipótesis e ideas, pero necesitas la experimentación para probarlas. Creo que es justo decir que puedes aprender más haciendo trabajo experimental que con el teórico. Pero con el trabajo computacional puedes hacer mejores predicciones. Se tienen que combinar los dos.

Foto: Jesús Císcar

Me llama la atención de su biografía que usted también ha trabajado en el campo de la divulgación científica, puesto que hizo de reportero para un programa de ciencia de la Radio Nacional Sueca. ¿Cómo fue aquella experiencia?

Fue divertida. Tú ya lo sabrás, ¿no? A pesar de que en la época no teníamos grabadoras tan pequeñas como la tuya. Cuando empecé, utilizábamos grandes rollos de cinta [riendo]. Pero era divertido. Es mucho más difícil [divulgar la ciencia] en radio que en televisión o en formatos escritos, porque no puedes mostrar imágenes y el lector –oyente en este caso– no puede retroceder. La información tiene que llegar a la primera. Pero solo hice radio unos años, no me profesionalicé.

¿Cree que es importante que los científicos hagan llegar su investigación al público general?

Si saben hacerlo, pueden hacerlo, pero hay muy buenos científicos que no son buenos comunicando. Sin embargo, es cierto que, como la ciencia suele estar financiada por fondos públicos, es interesante para la propia ciencia mostrar a la sociedad en qué se está gastando este dinero y por qué es importante continuar invirtiendo dinero en la investigación científica.

Ligado con esto, ¿cuál es su opinión sobre el llamado Plan S impulsado, entre otros, por la Comisión Europea y que requerirá que todos los científicos con una investigación financiada con fondos públicos publiquen en acceso abierto?

Es una pregunta compleja. Quizás me faltan detalles sobre el tema, pero lo que se ha criticado del Plan S es que, si nos atenemos a él estrictamente, en un principio habría muy pocos sitios donde publicar nuestros trabajos, sobre todo viendo cómo son ahora las revistas científicas. Casi todas las revistas que normalmente utilizamos para publicar nuestra investigación –incluso aquellas que te permiten publicar en acceso abierto– no serían aptas según el Plan S, porque tampoco se permitirían los modelos híbridos. Si dispones de financiación pública y solo puedes publicar bajo las normas del Plan S, esto nos pondría las cosas muy difíciles durante una temporada. Al final, el sistema se adaptaría y encontraríamos formas de hacerlo. Sin embargo, está esta discusión paralela sobre las publicaciones en la industria editorial científica, que básicamente hace trabajar a todos los cien­tíficos gratis para ella, revisando y editando artículos, y que consigue muchísimos beneficios. En un principio, pensé que el Plan S quizás lo resolvería, pero no lo hace. Y de nuevo, como es dinero público el que gastamos para pagar estas grandes editoriales, ¿es este realmente un sistema sostenible, al fin y al cabo? No conozco la situación en España, pero en Suecia ya no tenemos ningún contrato con Elsevier. Las universidades suecas, junto con sus bibliotecas, trataron el año pasado de negociar un nuevo acuerdo con esta editorial que incluyera el acceso abierto, y que les parecía justo económicamente hablando. Creo que es parecido al que Alemania ha estado tratando de conseguir y la Universidad de California ha intentado también algo similar. Ninguna de ellas ha logrado un trato con Elsevier. Por lo tanto, desde el verano pasado no tenemos acceso a ninguna de las revistas en línea de esta editorial, y tampoco recibimos copias físicas de los artículos en las bibliotecas.

Esto estará complicando su trabajo de investigación notablemente…

Sí, claro. Y creo que [la problemática con las editoriales] es más importante a corto plazo. Porque, de alguna manera, ya podemos publicar en acceso abierto porque la mayoría de revistas, incluyendo las de Elsevier, te permiten subir el manuscrito a un servidor abierto cuando lo envías a la revista. Incluso puedes publicar versiones revisadas. No puedes subir la versión maquetada, ni el documento final de la revista, pero puedes publicar tu archivo en acceso abierto. Siempre ha sido así en ciertas áreas de la física, por ejemplo. Fueron los primeros en poner artículos en línea en arXiv, y ahora también existe el bioRxiv para biología, así que nosotros subimos todos nuestros artículos allí cuando los enviamos a alguna publicación. Y esto es prácticamente publicar en acceso abierto, porque son casi idénticos a la última versión publicada. Están disponibles desde el primer minuto, probablemente un año antes de que se publiquen. En cierto modo, muchos ya estamos haciendo el Plan S.

Sí que es cierto que la editorial mantiene un control de los derechos del artículo…

Por supuesto. Y también es cierto que los artículos de bioRxiv no se citan mucho: se suele citar el artículo que finalmente se publica. Sin embargo, el hecho es que si no tienes acceso a esta última versión, existen muchas posibilidades de que encuentres una copia [de una versión anterior] en bioRxiv.

«Cuando se anuncian los Premios Nobel es la única vez del año en la que la ciencia ocupa titulares en todas partes»

Su trabajo y su reputación le han valido un puesto en la Real Academia de las Ciencias de Suecia y, además, ha sido miembro durante muchos años del Comité del Nobel de Química, del cual es el actual secretario. ¿Qué tipo de trabajo implica formar parte de un comité del Nobel?

He estado en el Comité del Nobel de Química mucho tiempo y conlleva mucho trabajo. Normalmente somos entre siete y nueve personas, y nos reunimos una vez al mes durante todo un día, así que pasamos prácticamente dos semanas al año en estos encuentros. Mientras tanto, trabajamos mucho escribiendo y leyendo informes. Todo el proceso se repite cada año: empieza en otoño, cuando el comité invita a varios miles de personas en todo el mundo a proponer a sus candidatos favoritos para el premio del año próximo. La gente nos tiene que hacer llegar sus nominaciones antes del día 1 de febrero, y recibimos muchas.

Supongo que se repiten muchos nombres cada año.

Sí, algunos nombres se repiten cada año, otros son nue­vos y otros desaparecen. Pero son muchos nombres de todas formas. A lo largo de febrero los repasamos, para saber a quién hemos visto ya, a quién no, qué áreas que nos son desconocidas tendríamos que investigar para ver si hay algo interesante… Y en el encuentro de cada mes encargamos informes en varias áreas. Escogemos personas que consideramos perfectas para ayudarnos a revisar cierto campo y les pedimos que escriban un informe, que por supuesto es clasificado y confidencial: si te lo pedimos a ti, no se lo diremos a nadie, ni tú tampoco tienes que hacerlo. La mayoría de la gente nos dice que sí. Hay un gran número de áreas que nos interesan, así que cada vez que nos encontramos, repasamos los informes que hemos recibido desde la última vez que nos hemos encontrado. Los resumimos y los discutimos un poco y, si consideramos que necesitamos otra opinión sobre alguna materia, pedimos otro informe. Esto es lo que hacemos durante el año: nos reunimos, pedimos informes y hablamos. Este es el trabajo básico.

¿Y cómo van reduciendo el número de posibles candidatos?

Durante la primavera debatimos mucho sobre las nominaciones y tratamos de ir configurando quién estaría arriba de nuestra lista. Y hacia el final de la estación tenemos finalmente una idea de la persona a quien daríamos el premio en una determinada área, así que estamos entre cuatro, cinco o seis personas. La decisión es a menudo difícil porque no podemos darlo a más de tres personas. La idea es que, hacia el final de la primavera, tenemos que tener unos cuantos candidatos que encontramos merecedores del premio. Debemos sentirnos seguros de que cualquiera de ellos sería una buena opción. Después de esto, antes del verano tenemos una última discusión y entonces el comité hace una votación interna sobre esta lista de finalistas. Tenemos todo el verano para pensar sobre lo que hemos votado y para escribir un largo informe para la Academia de las Ciencias. Nos reencontramos al final del verano y repasamos este informe, lo volvemos a votar todo, y por fin tomamos una decisión formal y recomendamos quién tiene que ser premiado en la Academia. Los miembros de la Academia tienen el informe y se reúnen un par de veces para debatir la propuesta, así como los otros premios posibles que se mencionan. Todo esto desemboca en una reunión en la primera semana de octubre en la que toda la Academia se reúne por la mañana en un encuentro muy secreto, con todas las puertas cerradas. Entonces se vota quién recibirá el galardón finalmente. Una hora después, se anuncian los premios.

Foto: Jesús Císcar

Sí que es mucho trabajo.

Sí, además, cuando ya tenemos decidido más o menos quiénes serán los galardonados, hacemos un montón de trabajo preparatorio antes de la decisión final en octubre, como te puedes imaginar como periodista, porque tenemos que preparar el material de prensa y todo eso.

Bien es verdad que es una de las fechas principales para los medios de comunicación. Cada año se hacen apuestas y hay teorías y polémicas. En España, por ejemplo, desde hace un tiempo, el nombre del microbiólogo Francis Mojica siempre circula los días previos, y cada año lo entrevistan y le preguntan si piensa que se llevará el premio…

[Riendo] Sí, esto pasa en muchos países…

¿Cree que los medios lo convierten todo en un concurso de popularidad?

Quizás hay un elemento en este sentido, pero si lo miras desde fuera, destacan un par de cosas: en primer lugar, creo que el Premio Nobel es importante porque escribe la historia de la ciencia. Por supuesto, hay descubrimientos que no se han visto reconocidos, pero prácticamente se puede seguir el recorrido histórico de los grandes logros científicos a través de todos los premios Nobel concedidos, y del material que se ha escrito sobre ellos. Esto tiene una importancia histórica. Después, desde la perspectiva de los medios, cuando se anuncian los premios en octubre, es la única vez del año en la que la ciencia ocupa titulares en todas partes. Es la única vez. Obviamente, en países pequeños que no consiguen muchos premios, si se llevan uno, es muy relevante. En definitiva, se pone la ciencia en el centro, en los titulares, y creo que es bonito que una vez al año incluso en las escuelas se hable del tema.

«El 99,9% de los científicos sabe desde el principio que no optará nunca al Premio Nobel»

¿Qué cree que significa el Premio Nobel hoy en día para la comunidad científica en general?

Creo que el 99,9 % de los científicos sabe desde el principio que no optará nunca al Premio Nobel, ¿verdad? Así que solo con que el galardón se otorgue a su campo, ya es un reconocimiento. Hay un número muy pequeño de personas que realmente piensan que se llevarán el premio. Probablemente algunos dedican demasiado tiempo a pensarlo. Por otro lado, conozco personas que lo han recibido y sus vidas se vieron completamente cambiadas, ¡porque les pedían participar en tantísimas cosas! Probablemente les gusta durante el primer mes y después piensan: «Quiero volverme al laboratorio». Para el individuo puede haber muchos tipos de consecuencias, algunas buenas, otras no tanto… Todo depende de la persona. Pero también me parece que tiene que ser genial recibir el mismo galardón que han recibido otros grandes científicos a lo largo de la historia. Es decir, «se lo dieron a Albert Einstein, y me lo han dado a mí». Debe de ser un buen sentimiento.

© Mètode 2019 - 102. Ciencia y nazismo - Volumen 3 (2019)
Periodista y traductora, revista Mètode.