«El orden del tiempo» de Carlo Rovelli
Física y filosofía en diálogo sobre el tiempo
La duración de un abrazo, el recuerdo de nuestra niñez o la incertidumbre sobre el mañana fluyen en el tiempo, un tiempo familiar y compartido, ordenado en pasado, presente y futuro sin posibilidad de vuelta atrás. Esa idea del tiempo, esa forma a priori de la sensibilidad en la que se cimentó también la física clásica, ha mutado radicalmente desde principios del siglo xx hasta resultar irreconocible e irreconciliable con nuestra intuición. Este es un viaje de ida y vuelta al significado y estructura del tiempo: el tiempo implicado en teorías físicas cada vez más complejas sobre la realidad natural, y el tiempo en el que vivimos y pensamos nuestra historia personal y colectiva. Un reto de enormes proporciones en el que Carlo Rovelli, reconocido físico teórico de gravitación cuántica y persona de cultura, consigue un excelente y singular ensayo. Por la integración de saberes, la belleza narrativa y el empeño por acompañar y guiar al lector con pasión y humanidad.
Dividido en tres partes, la primera describe el desmoronamiento del tiempo universal y absoluto provocado por las teorías de la relatividad. El resultado es una miríada de tiempos independientes y desordenados que la teoría cuántica dota, además, de indeterminación y granularidad. En la segunda parte, las ecuaciones de la gravedad cuántica de bucles dibujan un paisaje sin la variable tiempo: este puede imaginarse como un pulular de eventos e interacciones descritos por magnitudes cambiantes. El emperador, que había quedado desnudo, ahora se esfuma. Pero en el punto en el que muchos libros de divulgación habrían concluido, el autor nos ofrece una tercera parte, la más personal y lucreciana: la persistencia y emergencia de ese fluir temporal que experimentamos –y que es inadecuado para describir «los pliegues mínimos del mundo»– también encuentra explicación en la ciencia, aunque su percepción auténtica surge de la vida y el recuerdo: el tiempo como emoción.
Carlo Rovelli pertenece a esa tradición italiana de ensayo científico con fondo humanista que tan poco se traduce en nuestro país. Poco amigo de teorías finales o totales de la física, cuestiona lo que sabe y concibe la ciencia como un proceso perpetuo de repensar el mundo: de ese carácter evolutivo y de la ausencia de respuestas definitivas depende su fiabilidad. Convencido de la necesidad de una fertilización mutua entre física y filosofía, es significativa la elección del título El orden del tiempo, extraído de un breve texto de Anaximandro de Mileto, sobre quien Rovelli reflexionó en El nacimiento del pensamiento científico.
Las ideas incluidas en este ensayo provienen más bien de la imagen mental que Rovelli ha destilado tras años de trabajo teórico, y menos de la física misma que las sustenta (las redes de razonamientos, las evidencias). Consciente de que la forma es, más que nunca, el contenido, despliega sugestivas y eficaces metáforas, referencias literarias y filosóficas y ecos del mundo clásico que embellecen el relato de una belleza no accesoria, aportando claridad y autenticidad: nadie se deja atrás.
La ida y vuelta a los territorios desconocidos del tiempo es también un viaje entre disciplinas y saberes y en este caso, por supuesto, entre lectora y autor.