Bestiarios

Bestias auténticas y dónde encontrarlas

Prou, s’ha acabat! Aneu al botavant vós i galleda i tamboret de fusta! (…) Temps era temps hi hagué una vaca cega: jo soc la vaca de la mala llet!

Con esta vehemencia se expresa la vaca suiza que Pere Quart contrapuso a la vaca ciega de Maragall. El animal indefenso y lastimoso que topa con los troncos de los árboles por el camino del agua es aquí una bestia independiente y, en lenguaje actual, «empoderada». Pere Quart publicó el Bestiari en 1937, siguiendo una tradición que se remonta a tiempos antiguos y medievales y en la que las descripciones de animales reales o imaginarios sirven para tratar temas que, con personajes humanos, serían más difíciles o peligrosos. El género del bestiario, en prosa o en verso, ha tenido aportaciones en tiempos modernos de autores como Carner, Cortázar, Kafka y otros.

¿Existe un género literario científico que enlace con esta tradición? La respuesta obvia sería indicar la gran cantidad de publicaciones que describen la fauna de lugares más o menos remotos, desde los tiempos de los grandes viajes de exploración hasta la actualidad en que compilamos listas de especies en diferentes grados de peligro de extinción. Si bien es cierto que un libro sobre las aves de los humedales de El Empordà es, técnicamente, un bestiario, en el fondo sabemos que la correspondencia no es exacta. Falta un elemento, no necesariamente fantástico, pero sí una voluntad aleccionadora más allá de la pura descripción.

Para encontrar este tipo de relaciones hay que ir a escritos que persiguen algo más que la simple transmisión de información. Un ejemplo claro es la reseña que Paul Harvey hizo del libro de Bruce Bagemihl Biological exuberance: Animal homosexuality and natural diversity. Bagemihl recoge ejemplos de mamíferos y aves comportándose sexualmente de formas «no normativas». Harvey se refiere al libro como un «bestiario», por la abundancia de ejemplos y, también, por la aportación al debate sobre lo que es y no es «contra natura».

Otros autores hablan de «bestiarios» cuando quieren indicar que los productos de una serie tienen una gran variedad que puede complicar una investigación sistemática y unas características difíciles de formalizar. Ejemplos recientes incluyen familias de empalmes alternativos en algunos tipos de cánceres de la sangre, o variantes de tubulina que afectan a la formación de microtúbulos en las células.

Parece que la metáfora del bestiario no está del todo agotada y todavía puede servir para encuadrar mensajes de relevancia para la comunicación de la ciencia.

Bellés, X. (2010). Bestiari català. Mètode, Universitat de València.

Harvey, P. H. (1999). A bestiary of chaos and biodiversity. Nature, 397(6718), 402–403. https://doi.org/10.1038/17058

Quart, P. (1999). Obra poètica. Proa.

Steensma, P. D. (2018). An RNA bestiary in splicing-mutant MDS. Blood, 132(12), 1217. https://doi.org/10.1182/blood-2018-07-859942

© Mètode 2022 - 112. Zonas áridas - Volumen 1 (2022)
Biólogo y escritor (Barcelona).