Para bien o para mal, hay conceptos que simplifican mucho la comunicación, incluso a costa de perder exactitud. El nazismo es uno de ellos. Cuando menos en el momento y el lugar donde escribo esto, ser nazi es malo, y la palabra suscita una serie de asociaciones negativas sobre la naturaleza humana, individualmente y en grupo. El nazismo es un objeto de estudio histórico y a la vez un fenómeno contemporáneo con resurgimientos en toda Europa y en otros lugares.
En la literatura científica el nazismo es un poco como el cerdo: todo se aprovecha, ya sea como fuente de datos experimentales, como ejemplo de mala ciencia, de lección ética o como base para argumentos de ciencia ficción. A veces, la diferencia entre unos enfoques y otros es pequeña. Por ejemplo, la novela Los niños del Brasil, que la mayoría de nosotros hemos conocido a través de la película, está escrita en un momento histórico (finales de los años setenta del siglo pasado) en que apenas habíamos aprendido a cortar y pegar ADN bacteriano, y ni siquiera se conocía la secuencia de un gen. Aun así, la trama resuena y se podría actualizar con unos pocos retoques referentes a las tecnologías de manipulación genética y de fertilidad asistida.
Por otro lado, la literatura sobre mala ciencia tiene en los nazis una fuente inagotable de ejemplos. La sumisión de la ciencia a la ideología (que no es ni mucho menos exclusiva del nazismo) tiene como consecuencia inevitable el abandono del rigor metodológico y, a menudo, también de las mínimas referencias éticas.
Este abandono tiene una bibliografía propia, en la que se inscribe el número 102 de Mètode. Bien sea como estudio de historia, sociología o filosofía de la ciencia, la breve historia del ascenso, dominación y caída del nazismo ha dado más sustancia a la literatura científica que ningún otro movimiento político.
Los juicios de Núremberg marcaron el final del nazismo, o cuando menos esto parecía. También dieron lugar al Código de Núremberg, que más adelante se redefinió con la Declaración de Helsinki. Este documento es una guía ética para la experimentación con humanos y es un resultado directo de las atrocidades cometidas por médicos nazis durante su tiempo en el poder.
El nazismo ha encontrado nuevos espacios por donde asomar la cabeza, incluso en la Alemania que supuestamente hizo un proceso nacional de expiación. Esto es una amenaza que ya veremos cómo acaba. Lo que es seguro es que el nazismo continuará dando argumentos tanto para la ficción como para la historia. El reto es evitar que también se los dé a la literatura científica primaria.
REFERÈNCIES
Gratzer, W. (2000). The undergrowth of science. Oxford: Oxford University Press.
Levin, I. (1991). Los niños del Brasil. Barcelona: Plaza & Janés.
Weale, A. (2001). Science and the swastika. Londres: Channel 4 Books.