Viajes

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La literatura científica de viajes empieza y acaba con la antropología. O con la etnografía, según lo fino que se quiera hilar. No tengo en cuenta los libros antiguos, las historias naturales de los romanos y otras narraciones de viajes más o menos míticos. El hito inicial quedaría entre Marco Polo, con su relato con descripciones detalladas de las costumbres de los pueblos orientales, mezcladas con elementos geográficos, políticos y comerciales, y las crónicas que generó el descubrimiento de América, con la intención enciclopédica de querer abarcar toda la información posible sobre un mundo profundamente ajeno,

Ahora bien, no es hasta el siglo xix, el siglo del Imperio Británico, cuando se da el fértil cruce entre la literatura científica y la literatura de viajes. La voluntad de dotar de juicio ordenador las descripciones de los viajeros es lo que marca el paso de la crónica más o menos verídica a la recopilación y al análisis riguroso de datos.

A principios de aquel siglo Alexander von Humboldt dejó una obra de magnitud wagneriana, y poco después tuvo lugar el viaje iniciático de Darwin alrededor del mundo. Su diario de viaje y toda la literatura derivada de estas observaciones simbolizan la capacidad de transformar la experiencia vital del viaje, con toda la carga simbólica que siempre ha tenido este proceso, en conocimiento científico. El contraste es máximo con la vivencia de los científicos gentlemen experimentando en el salón de casa (por ejemplo, Faraday en aquellos mismos años).

El siglo xix incluye otros relatos memorables de científicos viajeros, como el del joven Wallace ligado para siempre a Darwin. Incluso hay un libro de Francis Galton dedicado a aconsejar a los viajeros: The art of travel es una guía reveladora de la mentalidad y las costumbres de la época. Posiblemente sea la primera obra de este género precursor de las guías de viaje actuales.

¿Cómo acaba todo esto? Si no estoy muy equivocado, el último libro de viajes escrito como trabajo de campo es El antropólogo inocente (o, para ser estrictos, su secuela No es un deporte de riesgo).

Desde la publicación de estos dos libros en 1983 y 1989 me cuesta identificar algún otro que pueda encajar en esa etiqueta, o al menos que haya tenido un impacto destacable. La narrativa de viajes es un género popular, no cabe duda. Pero el enlace entre los viajes y la ciencia pasa por otros lugares. El lenguaje audiovisual ha tomado el relevo al lenguaje escrito, y desde hace unas décadas el género documental ha aportado obras mucho más relevantes al conocimiento. Las series sobre el mundo submarino o los viajes por tierras remotas se narran a cámara y no en el cuaderno. No creo que lleguemos nunca a resolver el debate sobre cuál de los dos lenguajes puede facilitar mejor la transformación de la vivencia en conocimiento.

Referencias
Barley, N., 2004. L'antropòleg innocent. Edicions 62. Barcelona.
Darwin, C., 2001. Charles Darwin's Beagle Diary. Cambridge University Press. Cambridge.
Galton, F., 1855. The art of travel. John Murray. Londres.
Polo, M., 1999. Viajes. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Alicante.

© Mètode 2014 - 80. La ciencia de la prensa - Invierno 2013/14
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Biólogo y escritor (Barcelona).